Crónicas desde la ciudad

El cirujano-cardiólogo del Hospital

  • Leridano de origen y vecino de Almería, Francisco Romero fue precursor en España de la cirugía a "corazón abierto". Ocho operaciones realizó a comienzos del siglo XIX en el Hospital Provincial

Disipado el olor a incienso y las inoportunas nubes cofradieras, retomamos nuestras particulares crónicas laicas con el protagonismo de un médico que, aunque forastero, desarrolló su trabajo durante años en el Hospital Provincial, único centro sanitario en siglos de Almería capital.

Dice el refrán que "quien guarda, halla". El problema surge cuando la montaña de papeles acumulados te desborda y abruma. Para esta crónica dominical debimos remover -por enésima vez- bastante de esa información. Cuando abordé la historia del Hospital Real de Santa María Magdalena (libro-tesis de Trino Gómez Ruiz, IEA) me crucé con un apellidado Romero y recordé que tiempo atrás reproduje un acta Municipal en el que debatieron sobre su persona. Interesado en el tema, accedí al artículo "Aproximación a la vida y obra de Francisco Romero, pionero de la cirugía cardiaca", del propio Trino y firmado junto a Mª Pilar Avivar. Ambos corroboran lo ya intuido: un hombre singular con conocimientos técnicos y científicos excepcionales para la época en que vivió.

Beneficencia Pública

El Hospital era de fundación Real. Hasta 1777 en que pasó definitivamente a dominio secular (sendas R.O. lo decretaron: "Propio del Real Patronato de la Corona el citado Hospital mayor de Almería y los demás de su Diócesis y estar bajo la Real protección de S.M."), su gerencia y mantenimiento corrió a expensas del Cabildo catedral y Obispado, especialmente de los prelados Fernández de Villalán y Sanz y Torres), conveniados puntualmente con la Municipalidad, Ejército y Armada. A partir de crearse en España las Diputaciones como órgano administrativo y territorial, pasó a depender a todos los efectos del moderno ente supramunicipal. Desde 1556 en que trasladaron los enfermos del primitivo de La Almedina al de nueva construcción de La Musalla, el emblemático hospital -de una planta, reducidas dimensiones, abierto en herradura y orientado al Sur- ha experimentado hasta nuestros días sucesivas intervenciones y añadidos arquitectónicos.

En este concierto de fechas, las Juntas de Caridad -instituidas en el propio centro- cubren, en la medida de sus posibilidades, la demanda sanitaria de los habitantes de la capital, arrabales y pueblos cercanos. Con representación de diversos estamentos oficiales, en ellas se integran destacados miembros de la burguesía local, aportando tiempo y recursos para su normal desenvolvimiento (los ingresos directos de pacientes y familiares son escasos o inexistentes). Tales Juntas benéficas extendieron su actividad a otras necesidades asistenciales de la población: cárceles, casa de expósitos, maternidad y locos; entierros (junto a las Cofradías), dotes a doncellas, curaciones termales, etcétera.

En 1803 -año en el que ya está confirmada la presencia en la ciudad del Dr. Romero- la vizcondesa de Almansa es su presidenta; Regidor mayor Gerónimo Manzén, gobernador Político-Militar Bartolomé Amphoux -al que sucedió el marqués D`Aigremont- y Francisco Javier Mier y Campillo obispo de la Diócesis y último Inquisidor del Santo Oficio. Según el Censo del superintendente Soler, en Almería habitaban 3.900 vecinos y 13.700 almas (con claro predominio de hembras sobre varones), distribuidas en las cuatro parroquias a intramuros y una minoría en el arrabal a extramuros limítrofe a la Puerta de Pechina. 825 dedicados a la mendicidad, de los cuales144 no superaban los 14 años de edad. Salvo el regular movimiento portuario y un escaso comercio, su economía se basa en la agricultura, en las cosechas de la fértil Vega y, en menor escala la pesquería artesanal.

Romero en Almería

Residente en la parroquia del Sagrario, el Padrón de 1810 inscribe -sin mayor aporte de datos- a Francisco Romero, de profesión cirujano. Debió avecindarse a finales de la anterior centuria y ejercer privadamente y en el Hospital Militar a renglón seguido (ignoro las razones del por qué aquí). Hijo igualmente de médico, vino al mundo en Concabella (Lérida) en la segunda mitad del XVIII. Triguels era su segundo apellido y estuvo casado con Mª Engracia Vidal, de cuyo matrimonio nacieron Pablo y Tomás, este último probablemente en Almería.

Obligado quizás por la envidia de algún compañero, vía gobernador Amphoux remitió al Cabildo reunido el 4 de junio de 1802 el siguiente oficio:

"Se vió un Memorial del Dr. D. Francisco Romero, médico cirujano estante en esta ciudad, en que dice hace presentación de los títulos que le autorizan para ejercer la facultad de cirujano-médico por convenirle desvanecer la variedad de conceptos, suponiéndole sin legítimos títulos para dicha facultad… Y reconociendo por los mencionados títulos que a su favor hay librados varios certificados de sus estudios, actos literarios, de socio en la Real Academia de Medicina práctica de Barcelona y también un título de la Junta General de Gobierno de la Facultad de Medicina y Cirugía, en San Idelfonso, a 30 de agosto del pasado año 1799… Acordó… estar removida toda sombra de sospecha que ofenda al referido Romero… ".

Tras obtener el Bachiller en Teología, se graduó en Medicina en la Universidad de Huesca. En un correcto latín solicitó su admisión -concedida- en la Sección de Extranjeros de la Escuela Médica de París, con el memorándum "Observatio de pectoris hydrope; gracias al cual conoceremos aspectos determinantes de su biografía profesional: catedrático de la dicha Facultad de Medicina de Huesca y doctor por el Colegio de Cirugía de Barcelona; director del balneario termal de Alhama y del Hospital Militar de Almería; médico de la Armada de S. M. Católica, del Hospital de Sta. Mª Magdalena y civil de la ciudad de Almería.

En Almería le sorprendió los violentos terremotos de 1804; y en el anterior y el siguiente la fatal epidemia de fiebre amarilla que azotó Andalucía. Durante la ocupación napoleónica en 1810, siendo titular municipal, su formación afrancesada le facilitó -por recomendación del subprefecto Francisco Javier de Burgos- el ingreso en el Hospital Provincial; estancia que recogen diferentes actas (ADA) de la Junta de Beneficencia y en el que se mantuvo hasta la retirada de las fuerzas de ocupación para establecerse, al parecer definitivamente, en París. Bajo la supervisión del cirujano Mayor Mr. Dubois trató patologías usuales y a un enorme contingente de mujeres portadoras de enfermedades venéreas que antes eran enviadas irremisiblemente a Granada.

A corazón abierto

Pese a los indudables méritos profesionales que le adornaban, Francisco Romero pasó a la Historia por ser el médico español pionero en intervenir quirúrgicamente a "corazón abierto" casos desahuciados. En unas instalaciones inadecuadas, fármacos e instrumental primitivo, ocho casos documentó -a comienzos del XIX- en su memorial parisino. En él se pormenoriza los pasos seguidos en operaciones de paracentesis de pericardio por "hidropesía de pecho". Mujeres y hombres jóvenes -labradores y soldados- de la capital, Cabo de Gata, Sierra Alhamilla y castillo de San Pedro.

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