La ciudad difuminada en un spray
La calle Braulio Moreno, puerta de entrada al casco antiguo, ofrece al visitante un efímero y fugaz repaso de las singularidades arquitectónicas de la capital a través de un gran mural de grafiti de David Fernández
Son muchas las miradas curiosas que observan sus manos pero que no consiguen distraerle al abstraerse en su música, cascos incorporados, mientras su mente y su vista están concentradas en desvirgar una pared blanca impoluta con trazos suaves, melódicos, precisos y rápidos con su bote de spray. Algunos refunfuñan cuando pasan a su lado, díscolos que no entienden o reniegan de un arte que cada día es más popular en las grandes urbes y que se ha colado ya en la retina de la generación de los 80 en adelante: los grafitis.
Daniel Fernández es uno de los grafiteros más conocidos de la capital y también respetados dentro de este gremio de artistas autónomos. Tras decorar diversos puntos de la capital con sus murales llenos de color y coherencia con el beneplácito y el consiguiente apoyo económico del Ayuntamiento de Almería, se afana estos días en dar otro enfoque artístico a una calle con mucha historia, la calle Braulio Moreno, también conocida como la del Arco, una vía perpendicular ubicada al inicio de la calle Real y que tras una profunda remodelación también ha recibido un baño de pintura blanca para despojarle de ese aire de suciedad que imperaba desde hace meses.
Fernández ha aprovechado este gran espacio virgen para "elaborar un mural de grandes dimensiones con motivos almerienses al ser ésta la calle de entrada al centro histórico de la ciudad".
De esta forma, con decenas de botes de spray de todos los colores, este grafitero perfila y siluetea elementos urbanos tan característicos de la capital como son el Centro Andaluz de la Fotografía (CAF), la Catedral, la Virgen del Mar, el Teatro Cervantes o una entrada a la Plaza Vieja.
No se pone fecha ni hora para acabarlo. La meteorología marca su ritmo de trabajo ya que los días de lluvia son para él domingos. "Supongo que necesitaré una semana o semana y media", afirma.
Su técnica es laboriosa y concienzuda. Primero marca el dibujo con tonos ocres siguiendo las pautas de un esquema en papel que porta en su otra mano para, más tarde, con el esqueleto ya acabado, empezar a dar forma a su obra, en la que el relieve alcanza cotas de realismo inusitadas. De algo tiene que servir llevar pintando más de 16 años.
De forma profesional lo hace desde cuatro, "dado de alta como autónomo y con mi propia empresa", explica. En su haber están los transformadores de Endesa o los murales que dan la bienvenida a los visitantes en el nuevo Recinto Ferial. No serán los únicos porque apunta que tiene más proyectos en Almería y algunos fuera, "pero hasta que no empiece con ellos no me gusta hablarlo, porque si no se gafan", dice entre risas.
Asegura no estar preocupado por si algún "gracioso" pinta el mural de la calle del Arco. "Estar en la calle está expuesto a eso igual que un banco o un contenedor, es mobiliario urbano en sí. Es decoración alternativa y me ha pasado alguna vez que me pinten los grafitis", añade.
Si se le pregunta si entre los grafiteros se respetan, pone cara de sorpresa e indignación y afirma con aplomo que "es un bulo, cualquier persona que sea creativa te respeta. Yo respeto cualquier obra creativa porque se el trabajo que cuesta. Ahora, que te llegue un chalado y te lo fastidie, pues pasa. Pero no tiene porqué ser un grafitero, puede ser un crío o una persona mayor de 70 años, como me pasó hace años, que echó un cubo de pintura por encima. Todo depende del civismo de las personas y lo que queramos valorar lo que es nuestro y lo que no. Esto no es para mí, esto es para embellecer una zona de la ciudad para darle un poco de vida".
Razón no le falta puesto que el proyecto está enmarcado dentro del Plan Urban para revitalizar el entorno del CAF, un lugar con mucho pasado y que ahora también mirará al futuro con un toque alternativo y fresco.
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