El coleccionista de jarras de cerveza

La pasión en la que Jesús Hernández lleva más de doce años trabajando, asciende a un total de 380 piezas

Jesús Henández lava su colección cada dos meses.
Jesús Henández lava su colección cada dos meses.
Víctor N. Hartill / Almería

08 de septiembre 2008 - 01:00

Todo comenzó el día que Jesús Hernández Blanes fue destinado por el Ministerio de Educación a Bruselas para ejercer su oficio de maestro. Un total de 12 años repartidos en dos tandas de seis duró su aventura por el Benelux.

Después de un duro día de trabajo, el por aquel entonces joven maestro, salió con unos amigos a pasear por la capital belga, parando en un bar en donde pidió una cerveza, tanto impresionó el sabor de la cerveza local y la belleza de los vasos donde se servía, que no pudo evitar días después localizar esa marca con su respectivo recipiente.

Esa fue la primera piedra de una colección que actualmente alcanza las 380 jarras y que orgulloso expone en una vitrina en su casa de Turre.

El recién llegado a Bélgica se alojó a las afueras de Bruselas en el distrito de Le Foret concretamente en La Rue del Canadá, calle que se convirtió un su hogar y en donde vio crecer a sus dos hijos.

Pasaron los años y el interés de Jesús Hernández por el mundo cervecero fue creciendo de forma abismal.

Al principio la idea que tenía para su colección fue la de las marcas más importantes del país europeo, pero en poco tiempo se dio cuenta que ese propósito se le quedaba pequeño y decidió aumentar su objetivo a todas las marcas que pudo encontrar, tanto belgas como de otros países.

El maestro con su plan de realizar una antología de jarras de cerveza cada vez que se acercaba a un bar o café para tomar una cerveza, consultaba al dueño del establecimiento, después de identificarse como coleccionista, si pudiera venderle un vaso. Sus buenas maneras y su claro objetivo, le sirvieron para que los recipientes le fueran regalados por los hosteleros belgas.

Como si de un mercadillo se tratase, la colección de Jesús Hernández se compone de todos los tamaños, formas y colores, y la mayoría de ellas con su propia historia. Este es el caso de la jarra de Kaiser Karel, que tiene tres asas, cuenta la leyenda que una mesonera teutona, portaba la cerveza al cliente agarrada del asa, y después de añadirle otra, la simpática camarera continuaba agarrando las asa con sus manos, hasta tal punto que tuvieron que añadirle una tercera.

También es curiosa la historia de Kwak cerveza que bebían los cocheros de diligencias hasta tal punto que Napoleón prohibió a los choferes no tocar el vidrio, así se ideó una empuñadura de madera que se acoplaba al vaso que se utilizaba.

Actualmente, Jesús Hernández disfruta de su jubilación entre su casa de Almería y la de Turre, donde se escapa para descansar acompañado de su familia.

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