El crimen de la calle Navarro Rodrigo
El lado oscuro de Almería
El cadáver de un recién nacido se descubrió en torno a la una menos cuarto de la madrugada del 21 de diciembre de 1963 en el interior de un paquete oculto en los bajos de una furgoneta estacionada en la calle
UN terrible infanticidio rodeado de una rocambolesca y macabra historia tuvo como protagonistas en los primeros años de la década de los años sesenta, a un joven matrimonio de Lubrín quienes recorrieron más de 100 kilómetros, desde la barriada de El Chive en este municipio hasta la capital para abandonar el cadáver de un recién nacido asesinado por su propia madre y cuyo cuerpo sin vida mantuvo escondido en un baúl durante diez días. El cadáver del recién nacido se descubrió en torno a la una menos cuarto de la madrugada del 21 de diciembre de 1963 en el interior de un paquete oculto en los bajos de una furgoneta DKW estacionada en la calle Navarro Rodrigo de Almería a la altura de desaparecido estudio fotográfico de Guerry.
Un matrimonio residente en la zona, que a esa hora se dirigía a su domicilio advirtió en la acera junto a las ruedas traseras del vehículo un paquete envuelto en un gran sobre y dentro de una bolsa de plástico Ante la sospecha de que pudiera tratarse de algunos efectos robados abandonados por los ladrones, llamaron de inmediato a la Policía.
Poco mas tarde, desde la Comisaría en la calle Arapiles y a pie se desplazaron dos agentes hasta la calle Navarro Rodrigo. Al examinar los inspectores el paquete descubrieron horrorizados en su interior el cuerpo sin vida de un recién nacido. El pequeño estaba envuelto en plásticos y recubierto con papeles de periódico y con signos claros de haber muerto por asfixia. Los culpables dejaron diversas pistas que no pasaron desapercibidas para los funcionarios. Una de las pistas claves se hallaron en la habitación de la pensión en la que el matrimonio se había alojado. Algunas personas vieron a la pareja con el abultado sobre deambular por las calles de la capital.
Iniciadas las investigaciones en tiempo record, doce horas mas tarde el Grupo de Homicidios de la Brigada de Investigación Criminal de la Comisaría de Almería, tenía el caso resuelto. A este pequeño pero eficaz grupo de agentes se le había unido recientemente el inspector Antonio Martín González quien con el paso de los años se convertiría en Comisario Jefe de la Comisaría de Almería, a cuyo frente permaneció durante más de doce años, siendo hasta la fecha el comisario mas longevo en este cargo.
Fueron detenidos Antonio F. de 30 años y su esposa Isabel F. de 24 años, ambos vecinos de Lubrín. La mujer, pacientemente y hábilmente interrogada por los agentes de la Criminal, se derrumbó confesándose autora del infanticidio.
Según sus declaraciones ante la Policía el 10 de diciembre de 1963 dio a luz en su propio domicilio en la barriada de El Chive a un niño, fruto de las relaciones que mantuvo con un primo suyo de 17 años mientras su marido trabajaba en esos meses en la vendimia en tierras francesas. La joven ocultó el embarazo y en el pueblo nadie sospechaba nada.
Una vez que dio a luz, la muchacha con total sangre fría asfixió al bebé introduciéndole un trapo en la boca. Colocó su cadáver en el interior de una caja de zapatos y lo guardó en un baúl. Ahí lo mantuvo escondido durante diez días sin que nadie de la familia notase nada extraño en la muchacha o al menos eso testificaron durante el proceso.
El 19 de diciembre Isabel F. se desplazó junto a su marido hasta Almería, ya que el hombre se encontraba gravemente enfermo y tenía una cita clínica en la capital. La joven decidió entonces sacar del baúl el cadáver y tras envolverlo en plásticos y trapos lo introdujo en un sobre de grandes dimensiones guardándolo en una bolsa de mano junto a sus propias ropas y una maleta emprendiendo viaje hasta la capital. El marido ya sabia lo ocurrido y se prestó a colaborar.
Con tan macabro equipaje la mujer acompañó al marido a la consulta médica e incluso, al tener que hacer noche en Almería guardó el siniestro paquete dentro del armario de la habitación de la pensión en la que se hospedaron esperando a que cayese la noche. Todo lo habían calculado minuciosamente. A media noche el matrimonio abandonó la fonda en la que se habían alojado, con la intención de desembarazarse del cadáver abandonando la bolsa junto a una furgoneta en la calle Navarro Rodrigo. La espeluznante noticia corrió como la pólvora en la capital ya que fue sin genero de dudas un caso terrible que provocó una contundente repulsa en toda la provincia. La joven y su marido ingresaron en prisión y posteriormente juzgados por la Audiencia Provincial de Almería y condenados por un delito de infanticidio y encubrimiento.
Otro caso de esta misma índole se produjo ya mas recientemente el 25 de enero de 1995 cuando agentes de la Policía Judicial de la comisaría de Almería detuvieron a Isabel F. de 39 años de edad vecina de la barriada de Las 500 Viviendas, acusada de matar a su hijo recién nacido. Según la versión dada a conocer entonces, la mujer después de dar a luz en un cortijo de la barriada de Loma de Acosta donde trabajaba como asistenta colocó sobre el cuerpo del bebé una piedra que le ocasionó la muerte por asfixia. La investigación dirigida por el titular del juzgado de Instrucción numero 9 de Almería determinó que la mujer dio a luz el viernes 20 de enero sobre las once de la mañana en dicho cortijo sin recibir asistencia de ningún tipo. Alarmada por las fuerte hemorragias y el empeoramiento de su estado sobre las ocho y media de la tarde se presento en Urgencias de Torrecardenas Para enmascarar el alumbramiento manifestó a los médicos sufrir una fuerte hemorragia. Examinada por los ginecólogos, éstos no dudaron en avisar a la Policía, al comprobar con plenas evidencias que la mujer había parido unas horas antes. Los agentes que la entrevistaron conocieron entonces su estremecedor relato confesando que había matado a su hijo.
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