Los desahucios matan. Cuidado con ellos

Muere un gran profesional del sector de la hostelería almeriense, Francisco Javier Martínez, el dueño del chiringuito Alborán Golf

Los desahucios matan. Cuidado con ellos
Los desahucios matan. Cuidado con ellos
Gabriel Martínez

12 de julio 2013 - 01:00

El número de suicidios, las estadísticas generales que se publican en diversos medios de comunicación sobre esta actitud personal, no habla de números concretos referidos a casos que tengan que ver directamente con la situación social de crisis que se sufre actualmente. El suicidio hasta ahora ha merecido un tratamiento discreto porque afectaba de forma personal e individual, y se producía por motivos y circunstancias particulares de cada persona. Los datos generales hablan de diversas causas para auto infringirse la muerte, desamor, depresión, motivos familiares..., pero empiezan a hablar de la crisis como responsable de nuevas motivaciones que llevan a la gente a acabar con su vida, y esta circunstancia debería provocar una mirada hacia esta situación mucho más sensible.

Tratados individualmente, los suicidios son casos que pasan generalmente desapercibidos. Exceptuando casos de gente popular o casos especialmente dramáticos que llaman la atención de los medios de forma puntual, en general son noticias tratadas como sucesos locales que, en los casos que conllevan motivos de desesperación económica, el tratamiento individualizado y local no permiten tener una idea real de las consecuencias directas que la situación económica y social que vivimos tiene la ciudadanía. Hablo de realidades que ya se están viviendo, no de estadísticas, si no de realidades desesperadas hasta el punto máximo imaginable, angustia y desamparo desbordadas.

El drama es inmenso, inenarrable, y debería ser tratado de forma muy diferente. Es fundamental evitar que estos casos desaparezcan por el desagüe de la desinformación, entre el desprecio calculado de un premeditado e interesado olvido, porque los motivos de todos estos dramas son consecuencia d ella irresponsabilidad y de la frivolidad con la que financieros, políticos y economistas aceptaron y aceptan llevar a cabo una estrategia consciente indecente.

Es necesario concienciar de este drama real y diario, es imprescindible que seamos conscientes en el día a día de los casos que puedan ir sucediéndose, como una imprescindible forma de concienciar del espanto que algunos se empeñan en seguir provocando, ignorando que las políticas de austeridad condenan al sufrimiento, a la exclusión social y en ocasiones a la muerte. Si se ha considerado importante y se ha conseguido concienciar para llevar una contabilidad y una información puntual sobre los casos de violencia de género, como una forma vital de sensibilizar sobre este nuevo drama real, se debe hacer un esfuerzo por hacer públicos y dejar constancia de todos los casos que avergüencen la realidad que en este país se vive como consecuencia de decisiones que, después de varios años, no sólo no aportan solución alguna, sino que condenan a los débiles, a los más desprotegidos.

En los medios en estos días, podemos encontrar artículos que hablan de un aumento significativo de los casos motivados por la situación social o de todo lo contrario, que la realidad apenas afecta a esta cuestión, basándose en ambos casos en diferentes estadísticas que presentan para su explicación.

Es el caso que me encuentro, desolado y triste, por verme envuelto en mis carnes en una situación idéntica a los que ya han pasado por ello. La pérdida de un hermano que con tan solo 37 años el pasado día 06/07/2013 se quitó la vida por no alcanzar un acuerdo con el arrendatario, en el que regentaba un negocio, y del que próximamente sería desahuciado por falta de pago. Un acuerdo que consistía en entregarle al arrendador un negocio montado en su plenitud por tan solo 20.000,00 euros más la deuda generada por el arrendatario. Un negocio que, por circunstancias de crisis actuales, no ha podido cumplir con sus obligaciones de pago, y que tan solo con un gesto de intentar resolver una deuda no hubiera culminado con el suicidio de mi hermano Javier.

Es por ello que quiero hacer ver a aquellos que están pasando por estas circunstancias que las partes sean conscientes de que con un pequeño gesto de voluntad se puede evitar una gran desgracia. Desgracia que se extiende en todo el ámbito de una familia tan única como era la de mi hermano Javier. Profesional de la hostelería y de reconocimiento, débil en cuanto a sus sentimientos pero fuerte y luchador para aquellos con los que estuvo trabajando y lo conocían, y cuyo fin ha desembocado en un suicidio, suicidio que al final ha costado la vida de una persona por tan solo 20.000,00 euros a cambio de un negocio montado con todos sus enseres y elementos para poder desarrollar una actividad de hostelería con tan solo abrir la puerta de un negocio.

La desesperación no debe ser ni ocultada, ni ignorada. Ni mucho menos despreciada.

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