Un patrimonio perdido

El difícil camino de la reconstrucción en Almería tras la Guerra

  • ALMERIA 1936-2019. La Guerra Civil Española fue difícil para Almería, que aunque no fue frente de batalla, en la retaguardia sufrió serios bombardeos durante el período bélico.

Iglesia de Santo Domingo

Iglesia de Santo Domingo / D.A. (Almería)

No cabe duda que España tras finalizar la contienda civil quedó en un lamentable y ruinoso “caos” que afectaba a todos los campos, citando entre los más importantes el ámbito económico, demográfico, cultural y artístico, teniendo que hacer frente a la difícil labor de su reconstrucción y vuelta a la normalidad. Las obras de reconstrucción en el aspecto monumental y artístico, así como en viviendas y centros oficiales, alcanzaron una magnitud insospechable. Las destrucciones causadas en el Patrimonio Histórico-Artístico fueron muy graves, teniendo que realizar labores urgentes para recuperar y reconstruir lo mucho que se había perdido. En este sentido, Almería, como fue una de las últimas ciudades españolas fieles al Gobierno de la República y por consecuencia, que resistió al levantamiento franquista, la contienda se alargó hasta el final del período, causándole por ello consecuencias fatídicas , especialmente en el aspecto artístico y cultural. Su patrimonio histórico-artístico quedó prácticamente destruido y “herido de muerte” quedando un arduo y largo camino en su reconstrucción.

Tras el desastre bélico, en Almería se abría un largo camino de reconstrucciones

La tremenda situación histórico-artística y socioeconómica de España al término de la Guerra Civil, hizo que se planteara con urgencia su “Reconstrucción”, labor que realizaría la Dirección General de Regiones Devastadas, organismo ocupado de la parte urbanística y arquitectónica que funcionaría prácticamente en todo el territorio nacional. Regiones Devastadas invertiría grandes sumas de dinero en la reconstrucción, reedificando más iglesias que centros oficiales, dado los graves daños causados en ellas. Por otra parte, desde la finalización de la Guerra Civil Española, el Estado se mostró interesado en la reconstrucción de los templos dañados a consecuencia de la contienda, por ello se creó la Junta Nacional de Reconstrucción de Templos Parroquiales, con objeto de ayudar con subvenciones económicas a los templos parroquiales destruidos por la Guerra. De esta forma, el Gobierno de Francisco Franco, creó después de la contienda, y dentro de la Dirección General de Regiones Devastadas, dicho servicio , facilitando la ayuda de un sin fin de iglesias quemadas o arrasadas, quedando un gran número de pueblos sin iglesia parroquial. Con todo ello, la tarea de la Junta de Reconstrucción de Templos era difícil, abarcando diversos edificios como catedrales, capillas o iglesias.

Iglesia de Santiago Iglesia de Santiago

Iglesia de Santiago / D.A. (Almería)

Según el periódico almeriense de la época El Yugo, en 1940 el Gobierno Español dispuso un crédito de 1.500.000 pts. destinadas a la reconstrucción de templos destruidos, ascendiendo la cantidad al año siguiente a 4.000.000, los cuales se destinaron la mitad a nuevas construcciones, y entre 1942 y 1943, se gastaron 3.000.000 de pts. con el mismo fin. De esta forma afirmaba el periódico local, que en los cuatro primeros años de obras el gobierno español empleo casi 9.000.000 de pts para la restauración de 2749 templos. En Almería, se constituyó una Junta de Reparación Extraordinaria del templo catedralicio tras la Guerra, integrada por el Ilmo. Sr. Presidente del Excmo. cabildo catedral como presidente de la misma, el mayordomo de fábrica como secretario y Ricardo Pérez Reche como contador.

Tras el desastre bélico, se abría un largo camino de reconstrucciones, y para ello el organismo íntimamente ligado a esta labor sería “La Dirección General de Regiones Devastadas”, organismo cuya función se hizo extensiva a todo el territorio nacional. En enero de 1938, en plena Guerra Civil, se organizó el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones, que tras la Guerra, en agosto de 1939, pasó a denominarse Dirección General de Regiones Devastadas. Su actividad según el Decreto de 25 de marzo de 1938, sería la dirección y vigilancia de proyectos de restauración y reconstrucción de los bienes dañados por la Guerra. Para cumplir tales fines, se crearon unas Comisiones de Reconstrucción a nivel provincial, que serían las encargadas de controlar las obras de la zona a través de las Oficinas Comarcales de Proyectos y Obras, que llevarían la reconstrucción de los edificios a través de la organización central pero funcionando a nivel local. Su complemento, sería la creación del Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional a nivel provincial, cuya misión sería facilitar préstamos y anticipos a organismos provinciales y municipales así como a particulares y empresas. El préstamo no podía sobrepasar la cantidad de 25.000 pts., con un interés no superior al 3%, garantizándose mediante hipoteca legal a favor del Instituto, no sobrepasando el plazo de amortización en ningún caso los 20 años.

Pero las ayudas no se aplicaban a todas las provincias por igual, porque con el Decreto- Ley de 23 de septiembre de 1939 (“Decreto-Ley de adopción por el Caudillo de Localidades dañadas por la Guerra”), se aconsejarían aquellas localidades donde se estipulase que la destrucción había sido de gran magnitud e importancia. Los expedientes, debían ser dirigidos a la Dirección General, incluyendo por parte del interesado una valoración de los daños certificada por un perito y una instancia solicitando los créditos. La Sección de Reconstrucción sería la encargada de la redacción del proyecto y la ejecución de las obras, con los propios técnicos del organismo, arquitectos, ingenieros y aparejadores que residirían en la localidad donde se realizarían las labores de reconstrucción hasta el término de las obras. Hay que subrayar que en Almería, en cuanto a la reconstrucción en iglesias dentro del ámbito de la capital, el dinero que fue llegando era escaso para todo lo que se tenía que reconstruir. En este orden de cosas, tanto la iglesia de San Juan del núcleo de la Medina, como la Iglesia renacentista de Santiago, tardarían mucho tiempo en retomar su fisonomía arquitectónica, que en muchos de los casos no fue nada acertada como es la iglesia de San Juan, que para abrirla al culto a finales de 1970, tuvo que realizarse con la construcción de un techo de uralita, tras la destrucción de su artesonado mudéjar.

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