El doctor Morata celebra sus bodas de oro con la plaza de toros de la capital
Almería Taurina
La dilatada y sabia experiencia fruto de veinticinco temporadas como cirujano jefe del coso de Almería fue la protagonista en el último acto celebrado por el Foro 3 Taurinos 3 en el Gran Hotel de la capital
L OS buenos aficionados ven la cornada antes de que se produzca. Y según confirmó el doctor Evaristo Herrada, en la presentación del homenajeado-conferenciante Diego Morata, el que es jefe del equipo médico de muchas plazas de toros importantes de la provincia de Almería es, antes que un excelente cirujano, un buen aficionado. Y Don Diego, desmonterado en el paseíllo de conferenciante de un nuevo acto organizado por el Foro 3 taurinos 3, empezó la faena hilando una sentida y apasionada defensa de la fiesta con retazos históricos incluidos desde su experiencia con un pie puesto entre el callejón de la plaza y en la otra puerta del toreo como es la de la enfermería.
Argumentó la necesidad de esta puerta y de un equipo médico para tranquilidad de los toreros y asistentes. Y ello pese a la escasez, no llega a media página, de referencias en manuales de cirugía. Quiso anular ciertos mitos afirmando que "el toro astifino, generalmente, produce menos lesión en herida que el romo y la fuerza de empuje en los cuartos traseros del animal es lo que calibra la cornada. Nosotros desde nuestro burladero observamos al toro desde la salida y, en caso de cogida con cornada, mientras vamos ala enfermería intuitivamente generamos las trayectorias de la herida del pitón".
De sus vivencias y anécdotas como aficionado de élite hizo mención a Belmonte, a Manolete, a Julio Robles, a Antonio Ordóñez a Curro Romero y que en cierta ocasión, al finalizar faena el rondeño Ordóñez en una goyesca se tiró al ruedo para sacarlo a hombros en medio de un clamor impresionante. "Todo sin darme cuenta. En éxtasis. Cuando volví a mí ser poco a poco y cuestionándome mi inhabitual actitud, confirmo que sufrí un trastorno mental transitorio. Cuestión que telegrafié a un amigo. ¡Cosas de los toro!"
No olvida tampoco la tarde de 22 de julio de 1972 en Granada de Dominguín, José Julio y Curro Romero, provocando éste último que el crítico Vicente Zabala titulase que "Romero paró el reloj".
También contó la anécdota de haber intentado ser aficionado práctico, es decir probar el toreo, "pero solo una vez pues fue tal la paliza de la becerra que prometí que nunca más". A pesar de ello en Roquetas fue herido por una vaquilla al saltar en un festejo una el callejón y colarse en el burladero del equipo médico. Mostró la fotografía de la herida en forma de varetazo corrido en el muslo "en lugar peligroso" comentaba con fondo de orgullo.
Mostró láminas de las cornadas más importante que ha tenido que atender en los veinticinco años de cirujano jefe de la plaza, destacando las cogidas del torero Manili, del puntillero de la plaza y del subalterno Alcantud destacando a todos los toreros heridos se les atiende hasta la total recuperación. Continuamente incidió que el éxito no es a título individual sin de un equipo no olvidando a ninguno de sus componentes y de la importancia de la labor y cometido de cada uno, señalando como máxima que "la suerte no es más que el meditado cuidado de todos los detalles" y que "es fundamental el traslado rápido y la atención precoz para que las vidas de los toreros se puedan salvar". Se sienten pregoneros del drama taurino ya que continuamente hay que tener informado al público".
Destacó que durante todos estos años no ha habido mortalidad en la plaza, que el único torero que se ha operado fuera de las dependencia de la plaza ha sido José Gabriel Olivencia por una fractura de traumatológica, que Curro Romero ha tenido dos cogidas en Almería y la celebración en esta tierra en octubre del 2004 del XXII Congreso Nacional de Cirugía Taurina. Con poesía incluida cerró su amena e inteligente "charla entre amigos más que conferencia" provocando el aplauso y beneplácito de los presentes que llenaban la sala Mojacar del Gran Hotel de Almería.
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