Cómo y dónde encontrar el punto G
El dueño del establecimiento erótico ubicado en Garrucha, Cristóbal García, señala que "es una tienda con complementos casi terapéuticos para la pareja, no tiene por qué ser algo sucio, obsceno"
Una zona del cuerpo femenino trae o lleva de cabeza a millones de hombres, también a millones de mujeres. ¿Existe el punto G, o no existe el dichoso -en sus distintas acepciones- punto? Existe, vaya si existe. Por partes, es decir, vayamos por partes. Todo comenzó en Jaén, sí, la capital del Santo Reino, concretamente en la farmacia dónde Cristóbal se mantuvo de peana tras el mostrador durante treinta y cinco años receta arriba, receta abajo. La mujer de Cristóbal, Julia, tenía también en Jaén, una inmobiliaria viento en popa sobre la ola surfista de la venta de viviendas. El matrimonio, con trabajo, esfuerzo y ganas, compró un apartamento en Garrucha, ya saben: vacaciones, fines de semana, la playa, el mar. De un día para el siguiente, tal y como ya hiciera bíblicamente Moisés, se abrió el mar a consecuencia de lo cual todo cuanto sobre él flotaba quedó como chatarra en dique seco, que también es mala suerte justo cuando Cristóbal había dejado la farmacia con el propósito de trabajar en la agencia inmobiliaria junto a Julia.
Hermanos de la cofradía 'emprendedores tenaces', tras diversos concilios familiares, tormentas de ideas, cálculos y reflexiones, los Romero García tomaron la decisión de fijar residencia en Garrucha y, además, abrir establecimiento: una boutique, pero no una cualquiera, no, la boutique erótica 'Agustito punto G'.
Ea, ya tenemos el punto G perfectamente localizado con testimonio de existencia. Está en Garrucha, ¿dónde si no? ¡Cuánto mal pensante a la altura de estas líneas! Por más señas, frente a Mercadona y no es publicidad, se trata de facilitar la búsqueda del punto G. De nada.
'Agustito punto G' es un establecimiento amplio, luminoso, nada que ocultar, porque al decir de Cristóbal "hemos planteado una tienda con complementos casi terapéuticos para la pareja, no tiene por qué ser algo sucio, obsceno. Esto no quita para que organicemos fiestas de cumpleaños, despedidas de solteros, con carácter divertido". Gran parte de la ciudadanía, añade Cristóbal, "desconoce este tipo de artículos, lo ve como algo pernicioso, oculto, y queremos desterrar esa idea".
De momento y según lo visto, parece que están en vías de conseguirlo. Julia, por favor, la verdad por el Santo Rostro, ¿quién es más desinhibido, el hombre o la mujer? "La mujer, por supuesto, las que más compran son las mujeres. Los hombres entran a la boutique como con miedo al qué dirán. Las mujeres y la gente joven entran con absoluta tranquilidad, miran, preguntan. En este tipo de negocio la mujer es mucho más lanzada que el hombre". Al fondo de la de boutique hay una sala destinada al tupper-sex, e, igualmente, son las mujeres las que demandan este tipo de reuniones donde se explica el cómo, dónde, para qué, utilizar dildos, cremas, aceites.
Julia García y Cristóbal Romero, el matrimonio, evita la ordinariez algo que se aprecia nada más traspasar la puerta puesto que en estanterías y perchas cuelgan prendas de lencería, artículos para aplicar en masajes. Unos pasos más adelante están los juguetes eróticos, algunos de ellos provocan cierto rechazo en el hombre al considerarlo un rival y no, es un juguete más. "Así que fuera prejuicios, un juguete proporciona sensaciones, la persona aporta sentimiento, amor, sensibilidad", y lo dice una mujer, Julia, quien también cuenta que uno de los artículos más solicitados son las bolas chinas, un aparatito que, además, se utiliza para fortalecer los músculos.
Nada más lejos de la pornografía que 'Agustito punto G', este es un distintivo que Julia García y Cristóbal Romero imprimen a su negocio día a día; un negocio, según Cristóbal, "que tiene un enfoque de servicio a los demás, jamás se nos pasó por la cabeza que esto fuese un sex-shop".
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