Ser estudiante universitario alarga la esperanza de vida

Un informe indica que un ciudadano de 30 años con formación académica vive una media de ocho años más que otro sin ella

Redacción

12 de enero 2014 - 01:00

Llevar una vida sana cuidando la alimentación y practicando deporte es fundamental para evitar problemas de salud, pero no es el único factor que ayuda a vivir más años. La esperanza de vida también está fuertemente asociada con la educación. Según el último informe de Indicadores de Educación de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) un ciudadano de 30 años con estudios superiores vive una media de ocho años más que otro de su misma edad sin estudios o que no haya acabado la ESO.

Una comparación, según la OCDE, similar entre las mujeres ya que la brecha no es tan acusada, se sitúan en seis años más de esperanza de vida para las universitarias. "Los datos son positivos para la comunidad educativa en España", afirma Fernando Tojo. El director de Aprende Business School considera que "sin duda aprender es siempre positivo, aquellos que invierten su tiempo y esfuerzo en formarse acaban generando valor positivo en sus vidas". El informe también destaca que los adultos que alcanzan niveles superiores de estudio presentan una mayor satisfacción en la vida que aquellos con niveles más bajos.

Pero además, si quieren tener una vida longeva hay que aliarse con la felicidad. Está demostrado que las personas felices viven más, mejor, y con menos problemas de salud. A esta conclusión ha llegado la revisión de más de 160 estudios realizada por la Gallup Organization de Princeton, en New Jersey, hecha pública en la revista Applied Psychology: Health and Well-Being. La felicidad, de forma clara y convincente, es la clave de una vida saludable. Eso si, el bienestar, afirma el estudio, es subjetivo, a diferencia del estrés o la depresión. Uno de estos estudios, en el que participaron casi cinco mil personas desde su etapa universitaria hasta los más de 40 años, reflejó que los más pesimistas solían morir más jóvenes que sus compañeros. En otros estudios se mostró cómo los conflictos conyugales y la hostilidad en las parejas se asociaron con una curación más lenta de las heridas y una peor respuesta inmune.

Los experimentos concluyen que un estado de ánimo positivo reduce las hormonas relacionadas con el estrés, aumentan la función inmune y favorecen una pronta recuperación del corazón después del esfuerzo. No obstante, dicen, la felicidad no es una bala mágica. Por si sola no puede prevenir o curar una enfermedad, sino que contribuye a una mejor salud y una vida útil más larga. Ya lo saben, si quieren vivir mejor, con una salud más fuerte y llegar a convertirse en ancianos sanos, esfuércense en ser felices.

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