El eterno trasvase
A pesar de que los planes de la Confederación Hidrográfica del Ebro hacen inviable una hipotética tubería con el sureste español, el Gobierno no deshoja la margarita y catalanes y aragoneses mantienen su recelo
"Hoy el trasvase del Ebro deja de ser un proyecto para convertirse en una realidad. Suministrará 90 hectómetros cúbicos de agua al año a Almería para crear empleo y riqueza. Es el único modo de no dilapidar lo que habéis hecho con tanto esfuerzo. Muchas gracias a todos y enhorabuena". El discurso de José María Aznar, entonces presidente del Gobierno, queda ya muy lejos. Plasmaba el 18 de febrero de 2004 una intención firme en la que venían trabajando desde el inicio de la legislatura cuatro años antes (2000): la de trasvasar recursos hídricos desde las cuencas excedentarias a las deficitarias con una infraestructura de 914 kilómetros que aportaría 1.050 hectómetros cúbicos al año desde el bajo Ebro hasta el litoral del sureste español. Pero en menos de un año se torció.
La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero acabó en una derogación del Plan Hidrológico Nacional y un hasta luego al trasvase que posiblemente se haya convertido ya en un adiós. El nuevo plan de la Confederación Hidrográfica del Ebro, a punto de publicarse en el Boletín Oficial del Estado para someterse a información pública, hace prácticamente inviable la opción del eterno trasvase. El documento que ordena los usos del agua en la demarcación, aumenta el caudal del Ebro y las reservas autonómicas en el plan de cuenca imposibilitan en la práctica el acueducto. El organismo eleva el caudal ecológico en el delta de los 100 metros cúbicos por segundo actuales a los 155 en algunos meses y los baja en septiembre y octubre hasta los 80, aunque el texto deja abiertas algunas cláusulas que "están pendiente de concertación". El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, ha eludido aclarar la postura del Gobierno sobre un documento en el que han tomado parte más de 1.700 asociaciones e instituciones de la cuenca del Ebro. No deshoja la margarita, consciente de que el PP lleva dos legislaturas reivindicando el trasvase del Ebro en las comunidades de Valencia, Murcia y Andalucía y se limita a decir que "rechazar el trasvase del Ebro sería un apriorismo político". Una indecisión que provoca serios recelos entre los partidos aragoneses y catalanes. "Al Ebro no le sobra ni una gota de agua", dicen.
Después de más de diez años de batalla, desde que se aprobara el anterior Plan Hidrológico Nacional en julio de 2001, todavía quedan muchas incógnitas por despejar. De hecho, el Gobierno va a mantener de momento todas las inversiones en los proyectos del Programa AGUA en Almería, orientadas principalmente a las conexiones de desaladoras y a la construcción de nuevas plantas.
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