La fotografía renace en su sentido primitivo de la mano de Ilan Wolff

¿Cual sería la reacción del precursor de la cámara fotográfica, Nicephore Niepce, si estuviera estos días en la Escuela de Artes de Almería viendo cómo 50 alumnos obtienen imágenes de la manera que él consiguió sacarlas hace 190 años? Posiblemente agradecería al fotógrafo israelí Ilan Wolff, que enseñe a capturar la magia de la combinación de la naturaleza, la imaginación del hombre y el trabajo de las manos.

Estudiantes de diferentes carreras universitarias se han matriculado en este curso para aprender de uno de los mejores fotógrafos del mundo. “Dinámico, divertido, lúdico, tranquilo, relajante, libre” , son los adjetivos que alumnos como Nacho Batlles y José María Bru le dedican al maestro de la fotografía.

Ilan Wolff, con más de 25 años de experiencia sobre sus espaldas en la antigua técnica de la fotografía, reutiliza las cajas de latón vacías, para realizar máquinas fotográficas, plasmando la realidad de una forma diferente a la que se está acostumbrado con las cámaras digitales. El artista afirma no tener preferencias en sus obras porque “cada una tiene detrás una historia que siempre la acompaña. En Jerusalén estuve detenido porque se pensaban que la caja era una bomba”. Además, continúa “realicé la foto más larga en un túnel que cubrí de negro. Treinta metros capturados en unos minutos”.

En estos días, quiere que los matriculados en su curso plasmen la realidad tan artificial con un mecanismo primitivo.