Y aquí, ¿dónde se fuma?

Los garrucheros viven una polémica al desconocer cómo y dónde se puede fumar en la calle Mayor en la que confluyen el centro de Salud de Garrucha y, a sólo escasos cien metros, el colegio Hispanidad

Y aquí, ¿dónde se fuma?
Y aquí, ¿dónde se fuma?
Ricardo Alba / Garrucha

GARRUCHA, 18 de enero 2011 - 05:01

El Centro de Salud de Garrucha está ubicado en la calle Mayor de la localidad con fachada lateral muy próxima al Paseo Marítimo. A menos de cien metros del edificio sanitario y en la acera de enfrente se halla el colegio Hispanidad. ¿Dónde se fuma en este enclave? ¿Cuál es la distancia permitida para echarse un pitillo? Nadie lo sabe.

A poco que se observe, entre la aglomeración de padres, madres y abuelos a la hora de recogida de chavalería no hay ningún fumador ante la valla del Hispanidad. Tampoco se divisa humo de cigarrillo en la proximidad del Centro de Salud. Y, sin embargo, se fuma.

Los fumadores, que dicen encontrarse marginados, piden tres cosas al comienzo de la charla: que no se diga dónde fuman, nada de fotografías, y anonimato. Manifiestan el sentimiento de proscritos, de mal vistos y, añaden, que esta Ley del tabaco es perjudicial económica y socialmente. La propietaria de un bar expresa con amargura que en su establecimiento se ha notado un 50 por ciento de descenso en clientes habituales, "antes, las madres que traen sus hijos al colegio se tomaban un café en el bar, la que fuma se fumaba su cigarrito sin problemas. Ahora, con esto del tabaco, se reúnen en sus casas". Menos clientes, menos caja. El corro de fumadores afirma que en todos los bares y cafeterías de Garrucha se ha notado la prohibición de fumar, que los ingresos bajan y que algunos se plantean el cierre.

Algunos propietarios de establecimientos de hostelería, amén de fumadores, comentan que se encuentran con el problema de que algunos parroquianos siguen fumando en sus establecimientos, "les decimos que, por favor, no fumes que la multa que me ponen es muy elevada. Algunos se lo toman bien y otros no vuelven. Tenían que haber dejado lugares para fumadores y no fumadores". Otros propietarios se quejan de que han perdido la inversión que hicieron en sus locales para separar la zona de fumadores de la sin humos.

Todos coinciden en que socialmente se percibe "como cierto miramiento por encima del hombro de los no fumadores a los sí fumadores. Algunos, cuando se aprobó la Ley, ya decían: ya os enteraréis, ya. Y nosotros no queremos molestar a nadie, pero que no nos quiten la libertad de dedicar nuestros establecimientos a fumadores o no, porque en mi casa hago lo que mejor creo. O sea, que mi hija, al cumplir los dieciséis años puede abortar y se puede morir, no sería el primer caso, sin que yo me entere, pero no puedo fumar en mi casa porque es menor. Esto no hay quien lo entienda".

Dice el dicho que hecha la Ley, hecha la trampa. La picaresca comienza a funcionar, nada anormal en cuanto aparece una prohibición puesto que la cosa tiene doble aliciente: burlar al legislador y sacar provecho. En bares y cafeterías se están retirando por petición de los propietarios las máquinas expendedoras de tabaco. No obstante, aparte de los estancos, se sigue vendiendo la cajetilla y el cartón. ¿Dónde? Mejor no dar pistas.

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