Las gasolineras, primeras víctimas de la huelga del transporte

Las tiendas de barrio ya sufren los problemas de escasez de alimentos · Las estanterías de los supermercados tiemblan ante la avalancha de consumidores previsores

Consumidores llenan los carros hasta la bandera para prevenir la escasez.
Consumidores llenan los carros hasta la bandera para prevenir la escasez.
M. J. Uroz · E. Sancho / Almería

10 de junio 2008 - 01:00

El día amaneció revuelto, el tiempo no acompañaba y los ánimos estaban por el suelo. Mucho tráfico en todos los accesos de la ciudad y colas para llenar el depósito del coche de combustible. A las puertas de los supermercados el caos era aún más notable.

La imagen de la mañana era el carro de la compra lleno hasta rebosar. Incluso, hubo ciudadanos que llenaron hasta tres cestas de la compra con productos no perecederos para no pasar "las penurias que apunta la huelga de transportistas", como aseguró Cristóbal, uno de los usuarios que desembolsó ayer en un comercio de la capital más de 500 euros en provisiones "por lo que pueda pasar o por si la cosa se pone fea".

El tema del día fue sin duda la crisis, la huelga de transportistas y la escasez de gasolina. En los autobuses, entre los taxistas, en las cafeterías, e incluso en los colegios los profesores informaban a sus alumnos asemejando la situación a los tiempos de la guerra.

Las gasolineras de Almería se fueron quedando sin combustible en cascada, a medida que pasaban las horas. Las imágenes hablaban por si solas. Los coches se amontonaban en fila de a dos para conseguir llegar antes que los demás a los surtidores. El que se encarga de llenar el depósito lo advertía: "Estoy seguro de que no llegamos a las cinco de la tarde. Estamos al límite tanto en diesel como en gasolina". De momento, la huelga de transportistas ha provocado ya que la mitad de las gasolineras se haya quedado sin combustible en la provincia. Los agricultores también se afanaban para llenar garrafas y poder asegurarse un día de trabajo con sus máquinas de labranza.

A las puertas de una gran superficie comercial de la capital, Mari Carmen de Miguel aseguraba que el problema no era tan grave para como se lo habían tomado los almerienses. Sin embargo, otros tenían más miedo a los efectos colaterales de la huelga que al temido efecto 2000, como es el caso de María y Jesús, dos estudiantes que nada más tener conocimiento de la posible escasez de productos no dudaron en dejar los libros aparcados por unas horas para irse llenar la nevera.

Las estanterías de las grandes superficies estaban casi vacías enlas secciones de frescos, verduras, congelados y los productos no perecederos. La vitrina de la carne estaba que se "tambaleaba", según Antonio Cortés, y el mostrador del pescado sobrevivía con los congelados. En las tiendas de barrio, la escasez ya se ha dejado notar y se agravará estos días.

Por su parte, las grandes superficies han aplicado el dicho más vale prevenir que curar y la semana pasada hicieron el pedido doble para no quedarse al límite y poder racionar los productos.

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