El gran referente del Deporte (II)
Laureles. Emilio Campra Bonillo es el deportista almeriense más galardonado de la historia: dos veces escudo de Oro de la Ciudad y de la Provincia, Medalla Nacional al Mérito Deportivo…
UNA calle dedicada junto al pabellón "Rafael Florido"; reconocimiento académico de la Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia (UAL) y de decenas de clubes y federaciones, Premio Bayyana en 1987… Por último cabe subrayar, por lo que tiene de simbólico y de acertada decisión institucional, que el antiguo Estadio de la Falange (inaugurado en noviembre de 1945) luce el nombre de "Estadio de la Juventud-Emilio Campara". Ya solo le queda obtener la Medalla de Andalucía que la Comunidad Autónoma otorga cada mes de febrero y para la que se han recogido más de 35 mil firmas.
Concluida la guerra, unos en la capital y los demás en Huércal Overa (allí pasó Emilio dos largos años con su tío materno, Francisco Bonillo, alcalde del pueblo), el matrimonio Abelardo Campra-Carmen Bonillo y los siete hijos (Carmen, Emilio, Consuelo, Abelardo, Elodia, Francisco y Adelaida) se reagrupan en su casa de calle Séneca nº 2 y posteriormente en otra de la Santísima Trinidad cedida por Emilio Pérez Manzuco, alcalde de la ciudad en los años cincuenta y de quien nuestro protagonista, Emilio Campra Bonillo (14 de abril de 1922), sería su secretario particular en Alcaldía.
Reagrupamiento familiar en una posguerra igualmente dura e incivil para la gran mayoría, que en su caso se agudizó tras ser el padre depurado por su ideología progresista y suspendido tres meses y medio de empleo y sueldo como jefe de negociado del Ayuntamiento. Finalmente, con gran esfuerzo lograron salir adelante. Emilio reemprendió los estudios en la Escuela de Comercio, logrando el título de Perito Mercantil y dejando a medias el Profesorado iniciado en Alicante. A modo de fe de erratas debo rectificar el nombre de la hermana benjamina deslizado en un artículo anterior: Adelaida -residente en Australia- y no Araceli.
Por indicación del abogado del Estado Salvador Durbán, opositó seguidamente a una plaza de mecanógrafo en las oficinas de la Administración de Justicia; ascendiendo en el escalón funcionarial hasta su jubilación a la edad reglamentaria. Antes, en 1953, se casó con Araceli Sánchez Delgado, matrimonio del que nacieron tres hijos: Emilio, Carlos y María del Mar.
DISCIPLINAS VARIOPINTAS
En los primeros reconocimientos médicos realizados (potencia, resistencia, elasticidad, capacidad pulmonar) ya evidenció una portentosa configuración física. Tales condiciones, unidas a su proverbial curiosidad y gen competitivo, le hicieron apto para la práctica de heterogéneos deportes.
En primer lugar, alternado con el atletismo, en las canchas de baloncesto. Insustituible en el "cinco" de Educación y Descanso compitió en la década de los cuarenta (1941/45) con los clubes Imperio, Lecrín, Falange, Alcazaba o Rgto. de Infantería nº 48 en reñidos encuentros en las terrazas del Tiro Nacional (Avda. de la Estación) y posteriormente en la Apolo A (solar del hoy Gran Hotel y Palacio de Justicia). Allí tuvo de compañeros, por citar a algunos, a Eduardo Gallart, Antonio Ferrete, Miras, Martos o Zapata, promoción previa a la generación baloncentística liderada por el insuperable Juan Esteban Navajas.
"Como pez en el agua" es en su caso una realidad tangible y no mera frase tópica. Desde joven practicó la inmersión en calidad de escafrandista adscrito al club CEIS, Comandancia de Marina y Educación y Descanso, lo que le valió (junto al resto del equipo) el primer Escudo de Oro de la Ciudad en premio al rescate de una mujer cuando en la riada de abril de 1970 su coche fue arrastrado al mar al "salir" la rambla de Maromeros (La Chanca). Al amparo de la variedad y riqueza de especies de nuestra costa (singularmente meros y lechas), la pesca submarina se convirtió en otra de sus grandes pasiones. El litoral del hoy Parque Natural (San José, Escullos, Cabo de Gata, Las Negras) fue virtualmente su segunda casa durante años. A título particular o encuadrado en equipos capitalinos, sus espectaculares capturas (en ocasiones superiores a los 30 kgr.) rivalizaron con las piezas logradas por los aventajados Juan Ruiz Miralles, Gandolfo, Crespo o Urrutia en sucesivos campeonatos "Costa del Sol.
El "casting" -lanzamiento de precisión y distancia con caña de pescar-, de gran predicamento en Francia y Gran Bretaña, tampoco tuvo para él secreto alguno, proclamándose en distintas ocasiones campeón y recórdman regional en pruebas desde el Muelle de Ribera, con dos premios nacionales "Iris" y "Tritón" en su haber.
PISCINA Y RÍO
Y del mar al río o a la piscina, donde le acredita su título de monitor de natación de la Federación Española En agosto de 1945 protagoniza una "hazaña" cuasirocambolesca, siendo jefe de la expedición almeriense de atletismo desplazada a los V Campeonatos Nacionales del Frente de Juventudes a celebrar en Avilés. En tierras asturianas, José del Pino "Pinillos" tuvo una destacadísima actuación, refrendando su plusmarca de subcampeón de peso con un lanzamiento de 11 metros, mientras que el 4 x 400 metros (Arcos, Esteban Hanza, Velasco y Campra), se proclama campeón de España en reñida lucha con Barcelona y Tenerife. El récord de Emilio en 800 m. (1 m, 59 s y 6 décimas) seguía sin batirse después de tres años.
Con muy escasa experiencia anterior en aguas del balneario San Miguel con su amigo Jesús Naveros, el cuarteto formado por los hermanos Ángel y Rafael Gómez Fuentes, César Giménez y el propio Emilio son inscritos en la competición de remo. Sorprendentemente, o no tanto conociendo su poderosa condición física, Emilio se alza con el campeonato nacional de piragua monoplaza de velocidad (1.000 m.), con la mala fortuna de que en la prueba de biplazas (con Ángel Gómez, 2.000 m.) rompieron un remo y fueron descalificados. No obstante, "por la disciplina y espíritu deportivo demostrado en las pruebas, el equipo almeriense fue premiado con un batel, dos piraguas biplazas de fondo y una cuatriplaza", con las que esperaban el resurgimiento de una especialidad de gran tradición en Almería y así poder codearse con lo mejorcito de España.
FÚTBOL
Ahora cambia la seda por el percal. Las botas y espinilleras por el chándal de entrenamiento del equipo titular de la ciudad, en el que volcó toda su sabiduría en aras al óptimo rendimiento individual y psicología de grupo. En la temporada 1952/53 la U.D. Almería, militante en el Grupo VI de Tercera División y presidida por Lorenzo Gallardo -a su vez lo era de Diputación-, reúne un equipo apto para el ascenso, pero los malos resultados hacen que el entrenador Casimiro Benavente no se tome las uvas entre nosotros. El problema no era de dirección técnica sino el impago de los emolumentos a la plantilla. En esa tesitura, Emilio es nombrado preparador físico con plenos poderes para decidir las alineaciones, enmendando el rumbo. La sapiencia del mister, y que la directiva abonó a los jugadores sus fichas y mensualidades, llevó al equipo a mitad de la tabla al finalizar el curso. Dos años más adelante, ya con el nombre de Atlético Almería, volvieron a recabar sus servicios.
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