El gran referente del Deporte (I)

Atleta y entrenador. El pasado martes Emilio Campra Bonillo (Almería, 1922) obtuvo el reconocimiento académico de la Facultad de Ciencias de la Educación, Enfermería y Fisioterapia (UAL)

El gran referente del Deporte (I)
El gran referente del Deporte (I)
Antonio Sevillano

26 de enero 2014 - 01:00

Abuelos, padres y tíos,

de los buenos manantiales

nacen caudalosos ríos

TAN caudaloso y ubérrimo que escapa, con creces, a la maquetación de una página de periódico. Tras recurrir a la hemeroteca y a la escasísima bibliografía editada ("Conversaciones en Almería", Ruiz Esteban y Carlos Pérez Siquier) quedaban tres horas de charla en La Hormiguita, el kiosco-bar del Parque que sirve de atalaya y asueto a este joven nonagenario próximo a cumplir 92 abriles. Presentes dos sobrinos carnales: Narciso Espinar y Antonio Rodríguez. Campras, naturalmente; hijos de Carmen y Elodia, las únicas hermanas de Emilio que cultivaron las Artes: piano y poesía; a las que habría que sumar, vía parentesco político, a sus cuñadas Paquita Leseduarte (¡otra prestigiosa dinastía de músicos!) y Angelines Madrid, reconocida melómana. Ambos amigos son los contertulios idóneos en la conversación con un hombre inusualmente lúcido, de mente precisa y gran comunicador ¡Aún nos recuerda la oratoria de sus numerosísimas conferencias y charlas de divulgación!

FAMILIA Y SEMBLANZA

Vistos los antecedentes, lo lógico es que Emilio Campra Bonillo hubiese venido al mundo (14 de abril de 1922) con un violín o una partitura bajo el brazo, no en vano cuatro generaciones precedentes, como poco, mostraron su pasión por la Música. Pero no. El segundo de los siete hijos habidos en el matrimonio del ohanense Abelardo Campra Fuentes y Carmen Bonillo Picón se decantó por el Deporte, no se sabe muy bien por qué. Y a su rebujo Francisco, el tercero de los varones, siguió la senda. Además de los citados, Consuelo, Abelardo y Araceli son sus otros hermanos.

De origen francés, Filiberto Campra Mosquera, el prolífico patriarca, compositor, pianista y co-fundador de la banda de música municipal (febrero, 1852), conformó junto a Pedro Orihuela y su hermano Laureano (soltero, sin descendencia) el triunvirato más influyente del panorama musical almeriense del siglo XIX, ciudad donde se avecindó en la primera mitad. Su hijo Emilio -circunstancialmente nacido en Ceuta- médico titular en Ohanes y en la capital, siguió la tradición paterna al ser nombrado por el Ayuntamiento inspector de la referida banda.

Abelardo, el último enamorado del pentagrama y padre de nuestro protagonista, merecería un tratamiento diferenciado -al igual que otros familiares- dada la singularidad y densidad de su biografía. Durante tres décadas alternó su plaza de oficial administrativo en la Casa Consistorial (ingresó en 1923, con un sueldo de 4 mil pesetas) con la de pianista en el teatro Cervantes, encargado de ponerle banda sonora a las películas del cine "mudo" y de acompañar a espectáculos de ópera, opereta y zarzuela; o bien como organista titular en la catedral y colegio de Seises. De probada rectitud ética, permaneció fiel a la República frente el levantamiento militar rebelde. Incluso, acompañado de Emilio (14 añillos tenía) marchó al Ayuntamiento a pedir un arma para sumarse a la defensa de la ciudad. Con buen criterio, la Guardia de Asalto les devolvió a su casa de la calle Séneca nº 2. Prueba de su compromiso con el prójimo, de cualquier bando, durante el trienio fratricida acogió en su domicilio a un sacerdote (hermano del apodado "Pajarico de las Nieves") y a familias huidas en febrero de 1937, la "desbandá de Málaga", cuando ésta fue ocupado por las tropas franquistas.

El carácter progresista del mozalbete lo llevó a afiliarse (carné nº 1) a las Juventudes Socialistas Unificadas, a ser testigo pasivo de la quema del templo de Santo Domingo (a tiro de piedra de su casa, del colegio El Milagro y del Instituto, hasta ese momento sus dos centros de estudio) e intervenir activamente ante el asalto de grupos de milicianos al Círculo Mercantil y teatro Cervantes: ¡Pero no veis que este edificio pertenece a la Cultura del pueblo! Los momentos críticos que se vivían hizo que sus padres lo enviaran hasta final del conflicto a Huércal Overa, donde su tío Francisco era alcalde, secretario del Partido Socialista y UGT y presidente del comité frentepopulista. Ejemplo de probidad moral, a derecha e izquierda, dio amparo a las monjas de un convento y ante la llegada de un grupo anarquista salvó de las llamas diversas imágenes sacras, entre ellas el Jesús Nazareno, de Salzillo.

En 1939 regresó a Almería culminando Peritaje Mercantil en la Escuela de Comercio e iniciando en Alicante los de Profesorado. Sin embargo, su vida laboral discurriría en la Administración de Justicia, donde jubiló -tras opositar por indicación del abogado del Estado Salvador Durban- como oficial de la Audiencia Provincial, en sus sedes de la plaza Careaga y calle Gerona: "En una mano las citaciones, los rollos de Sala, la estadística, y en la otra el cronómetro, para medir las centésimas de segundo que se le pueden arañar a un podium… ". Durante un tiempo, fue igualmente secretario personal del alcalde Emilio Pérez Manzuco.

Su matrimonio con Araceli Sánchez Delgado tuvo lugar el 26 de enero de 1950 en la parroquial de San Pedro. De dicho enlace nacieron sus tres hijos: Emilio, Carlos y María del Mar. Actualmente, viudo, sigue viviendo en su casa de la calle Real, con vistas al Mediterráneo que tanto ama, rodeado del cariño de hijos, nietos y familia y el afecto y admiración de cuantos saben de su limpia trayectoria humana y deportiva.

RECONOCIMIENTOS

Posiblemente sea la única persona a quien el Ayuntamiento le haya concedido el escudo de Oro de la Ciudad en dos ocasiones diferentes. La primera en 1970, cuando el grupo de buceadores de Educación y Descanso al que pertenecía rescató a personas de los coches que las riadas de abril arrastraron al mar; y en julio 2004 al ser homenajeado por el deporte almeriense. En ese acto, el presidente de la Diputación le impuso el Escudo de la Provincia y se anunció su nombre para rotular una calle colindante al Pabellón Municipal "Rafael Florido".

Ya transferido a la Comunidad Autonómica el primitivo estadio de La Falange -testigo de su fructífera labor de décadas-, el dedicárselo, además de ser una decisión de estricta justicia, le supuso una indescriptible emoción,: "Estadio de la Juventud-Emilio Campra".

De los muchos reconocimientos cabe reseñar el prestigioso Premio Bayyana que, en la década de los 70-80, convocaba anualmente el empresario Ramón Gómez Vivancos entre entidades y personas físicas. En 1987 le acompañaron Caja Rural (hoy Cajamar), Casa de Almería en Madrid y Emilio Cassinello, embajador español en México. No obstante, de entre esas distinciones de federaciones, clubes o competiciones dedicadas (maratones, cross), la de mayor rango es la Medalla de Plata al Mérito Deportivo Nacional, concedida en septiembre de 1968. Ya solo resta que, coincidiendo con el Día de Andalucía, la Junta le conceda su Medalla de Oro, solicitud que ha logrado reunir más de 35 mil firmas. Para una próxima entrega dejamos su condición de atleta y preparador, compañeros y alumnos u otras disciplinas deportivas practicadas.

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