El hilo musical en los mercadillos

Es uno de los puestos tradicionales en el ir y venir de los domingos en Villaricos · Poco a poco ha ido consiguiendo el cariño de la gente, que le piden canciones específicas a su paso por allí

Ángel Vicente Solís en su puesto que instala año a año en el mercadillo.
Ricardo Alba / Cuevas

13 de marzo 2012 - 01:00

Pone la música en los mercados, de los de ciudades y pueblos se entiende; los otros mercados, los que no hay quien entienda tienen ya su propia melodía: el Réquiem de Mozart que dicen que no lo compuso Mozart, que vaya usted a saber si no son cosas de la SGAE, cosa que ahora no viene a cuento porque lo nuestro se desarrolla en Villaricos, en el mercado de los domingos que se pone en lo alto de la baranda entre los puertos de La Esperanza y el de la Balsica. Ahí mismo, domingo tras domingo, Ángel Vicente Solís, treinta años de mercadillo en mercadillo por toda España, extiende sus joyas musicales sobre el mostrador en el que destaca un reproductor de discos, o sea, de CD's, que los tiempos ¡anda! que no han cambiado, Ángel. "Fíjate, yo he vendido LP's y Cartuchos". Para aquellos que lo del LP suene a prehistórico, pues mejor que pregunte a algún familiar que haya pasado de los cincuenta, no es cuestión de desplegar aquí la historia de los discos con surcos. Pista: eran de color negro.

¿Y de las cintas de casete, Ángel, qué me dice? "Bueno, aquello fue una revolución como después lo ha sido el CD. Ten en cuenta que tocadiscos había pocos, en los bares y en una de cada diez casas, por poner; con la llegada de la casete casi todo el mundo tenía en casa un equipillo que lo llamábamos el radiocasete, y no digamos en los coches, vamos, quién ponía una radio que no llevara para escuchar cintas. Luego, los gualman, el equivalente a los reproductores de MP3 o a los teléfonos que llevan toda la música del mundo". Ángel Vicente cuenta que el asunto de la música ya no da, que no es como cuando iba a las ferias o a los mercadillos de ciudades, "a las ferias dejé de ir y los mercadillos de la zona, pues si es que es lo mismo, Carboneras por aquello de estar más lejos tal vez, pero la gente es la misma en Garrucha, en Mojácar, en Turre. A mí a veces me dan ganas de ir a otros lugares de Andalucía, pero es que entre combustible, el pago al Ayuntamiento, pues te lo piensas mucho". Justo al lado del puesto de Ángel una mujer vende ropa de mujer: ¡venga al Corte Inglés sin escalera! jalea a los paseantes. En ése momento, desde los altavoces de Ángel se expande por todo el mercadillo la guitarra de Paco de Lucía.

Ángel Vicente Solís, treinta años con la música en venta sin perder la sonrisa, recuerda anécdotas vividas como aquella de "en Cabo de Gata, en Aguamarga, te hablo de años atrás, pasó Johnny Cash justo en el momento que tenía puesta una canción suya, se acercó y me habló como a un amigo. Le sorprendió escuchar su música en este rincón de España. Esto mismo me ha pasado con otros cantantes o grupos, algunos se acercan para ver si sus discos se venden o no. La música, para todos, está muy difícil". Qué no está hoy difícil, pregunta la mujer que vende ropa de mujer. Entre el ir y venir de la conversación y atender a los clientes, Ángel ha cambiado el registro a flamenquito puro.

Hubo un tiempo, recuerda Ángel, "el de las casetes, oye, que se vendían muy bien. Mira, cintas de Arévalo con los chistes que contaba se vendían a centenares en una mañana. Lo mismo que te quitaban de las manos las casetes de María Jesús y su acordeón con Los pajaritos, y no te cuento con Los Chunguitos, Los Chichos; con Camarón era una locura, como lo fue con Manolo Escobar; de Manolo Escobar se vendían yo qué sé lo que se vendía, muchísimo". Hoy se acerca un hombre con su hijo a comprar un disco "y el niño le dice: no lo compres que yo te lo bajo de Internet. Luego, ni lo baja ni nada, pero es una venta perdida", se lamenta Ángel.

Mucha gente en el mercado de Villaricos; buen día, sol, temperatura agradable y música, la música que pone Ángel Vicente Solís y que se oye desde los puestos de frutas y verduras hasta el de jerséis a dos euros. Y, además, gratis.

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