Un patrimonio perdido

La imagen de San Indalecio de Salcillo

  • Hasta el año 1784 no hubo expuesta al culto en esta iglesia otra imagen de San Indalecio que la que hoy se guarda en la capilla de San Ildefonso

La imagen de San Indalecio de Salcillo

La imagen de San Indalecio de Salcillo

La imagen de San Indalecio que talló Salcillo, venerada en la capilla de su nombre, reemplazaba a la que hasta entonces había estado expuesta al culto en la iglesia catedral, que se conservaba en el lado del Evangelio de la capilla de San Ildefonso de la misma iglesia y era sacada en procesión. Era una artística imagen, que ha sido objeto de estudio y elogios por diferentes autores y expertos en la Historia del Arte.

Carpente Rabanillo, indicaba la referencia de la imagen en las actas capitulares del archivo catedralicio: «Hasta el año 1784 no hubo expuesta al culto en esta iglesia otra imagen de San Indalecio que la que hoy se guarda en la capilla de San Ildefonso y que continua llevándose en las procesiones, ya por no permitirlo por su volumen y dimensiones la tallada por el escultor murciano, cuanto por ser aquella la primera a que se dio culto en el Santo Templo de la Catedral y tenerla los fieles especial devoción».

«... De las actas capitulares, consta que el 16 de octubre de 1781, el Señor Lectoral, dio cuenta de haberse otorgado el 5 de dicho mes, la escritura por medio de la cual el Escultor D. Francisco Salcillo se obligaba a tallar en madera y por el precio de nueve mil quinientos reales de vellón la imagen de San Indalecio, nuestro Patrono... La obra, la ejecutó sin ningún problema y a satisfacción del cabildo». «En 1782 Salcillo entrega la imagen y el arcediano González regala las reliquias de San Valentín».

Carpente Rabanillo mencionaba la obra como una “verdadera joya de arte”

Carpente Rabanillo, en su libro sobre la vida de San Indalecio, nos habló con deteni-miento sobre la imagen que se veneraba en el camarín del retablo central de su capilla, siendo según él «por el asunto y por su maravillosa y delicada ejecución, es digna de figurar entre las mejores de Salcillo». La obra, representaba la Apoteosis del Santo, el acto de elevarse al cielo, y en definitiva la glorificación de San Indalecio. La imagen fue descrita magníficamente por Rabanillo: «Aparece el Santo revestido de capa pluvial, entre dos ángeles que llevan la mitra y el báculo; con rostro de venerable anciano demacrado por grandes sufrimientos y agobiado por incesantes y penosos trabajos pero apacible y sosegado, confiado y tranquilo, con los brazos extendidos y los ojos elevados al cielo, en actitud de altísima contemplación apoyando sus rodillas en nubes de gloria, por entre cuyas ondas asoman sus cabezas los ángeles que gozosos lo elevan». Finalizaba Carpente, describiéndo-nos la imagen destacando La vista de la hermosa imagen que empieza por producir sentimientos de admiración al genio del primoroso artista que la tallara, concluye por inspirar amor y devoción...». Carpente Rabanillo, en el mismo libro del obispo San Indalecio, mencionaba la obra como una «verdadera joya de arte, tallada por el genio del siglo XVIII, Salcillo».

San Indalecio, Catedral San Indalecio, Catedral

San Indalecio, Catedral

Fray Gabriel Olivares, destacaba la escultura del Santo patrono de la Diócesis de forma admirable: «ella es una postal, sin olvidar el magnífico retablo Luis XV, ejecutado por los oficiales del mismo taller murciano. Lo acusan el bellísimo relieve del ático con la Virgen del Carmen, dirigido todo por el maestro».

En relación a la autoría del San Indalecio a Salcillo, hay que señalar que el 30 de mayo de 1933 en el periódico local La Independencia, Florentino Castro Guisasola publica un catálogo de las obras de Francisco Salcillo y Roque López en Almería, señalando como obras del célebre artista murciano en Almería el San Indalecio de la Catedral y una Virgen de las Angustias no domiciliada.

Por otro lado, la doctora en Historia del Arte de la Universidad de Almería, María del Mar Nicolás Martínez, en su trabajo «Artistas múrcianos en el barroco almeriense», hacía referencia que la ausencia de escuelas locales, contribuiría a la contratación de los artistas fuera de los limítrofes geográficos provinciales. De esta forma se justificaría la participación de artistas múrcianos, que gozaban de un gran prestigio y merecida fama, siendo muchos los encargos de la capital almeriense y casi constante en la provincia.

De esta forma, Nicolás Martínez señalaba la intervención de Salcillo para la realiza-ción de «San Indalecio» de la Catedral de Almería. El Señor Sanz y Torres, doctoral de la catedral de Osma, tras ser consagrado en Madrid Obispo de Almería el 6 de septiembre de 1761, cuando llegó a la capital y ver las pésimas condiciones del ornato de la catedral, se convirtió en su mecenas, donando ingentes cantidades de dinero destinadas a la decoración y embellecimiento del principal templo de la ciudad. Por ello, consideró necesario la realización de una buena imagen del santo patrón de Almería, San Indalecio, e igualmente mandó librar unos efectivos que permitiesen pagar la ejecución de un retablo que albergase la imagen en la capilla destinada al santo, encargando la ejecución de la obra a Francisco Testa.

Antiguo San Indalecio. Antiguo San Indalecio.

Antiguo San Indalecio.

La realización de la talla de San Indalecio, le fue encomendada a Francisco Salcillo dada la fama que el artista tenía y la gran admiración personal que el obispo sentía hacía el imaginero. Tras largas conversaciones para llegar a un acuerdo en el precio (9.500 reales de vellón), se cerró el trato bajo el obispado del señor don Francisco Anselmo Rodríguez que había sucedido en la diócesis al obispo Sanz y Torres, muerto tiempo antes.

Según Nicolás Martínez, la talla de San Indalecio, se realizó en fecha muy tardía (1781-1782), por lo que la participación de ayudantes de su taller, tuvo que ser muy importante. «De tamaño mayor que el natural, el santo aparecía arrodillado sobre nubes plateadas con los brazos abiertos en diagonal. Iba revestido con la capa pluvial dorada y estofada elevando la cabeza hacía el cielo. De entre las nubes que lo sustentaban salían cabezas de angelitos dos de los cuales portaban la mitra y el báculo, símbolos de su dignidad eclesiástica». En la actualidad preside la capilla de San Indalecio, tras ser destruida la imagen de Salcillo durante la contienda, una fiel copia de nuestro insigne artista Indaliano, D. Jesús Pérez de Perceval.

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