Investigadores almerienses subrayan que la IA puede anticipar enfermedades antes de los síntomas

La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa de futuro para convertirse en una herramienta que ya transforma la práctica médica en hospitales y centros de investigación, y puede incluso anticipar enfermedades antes de que aparezcan los primeros síntomas, según un artículo publicado por profesionales sanitarios e ingenieros.

El artículo, titulado 'Inteligencia Artificial y Medicina: la revolución silenciosa que ya está transformando la salud', ha sido elaborado por el médico de Urgencias Francisco José Llave Gamero y el ingeniero electrónico Francisco José Llave Iglesias.

En él se describe cómo los avances tecnológicos comienzan a integrarse en la asistencia diaria, acelerando diagnósticos, personalizando tratamientos y reduciendo la carga burocrática de los profesionales.

El trabajo parte de un caso clínico real en Urgencias en el que un médico consulta a una IA generativa para confirmar un diagnóstico de tendinitis calcificante. La respuesta obtenida coincide plenamente con el juicio clínico humano y con el tratamiento aplicado al paciente.

Para los autores, ejemplos como este ilustran el potencial de la IA como apoyo en la toma de decisiones sin sustituir al profesional.

Entre las aplicaciones ya en marcha, el estudio cita plataformas como Nuance (Microsoft), que transcribe y resume consultas médicas; MONAI, biblioteca de código abierto para análisis de imágenes; o Segment Anything (Meta), capaz de segmentar órganos y lesiones en cuestión de segundos.

También menciona a Icometrix, que analiza resonancias cerebrales; Flatiron Health, que procesa datos de pacientes con cáncer; la española Quibim, centrada en biomarcadores de imagen; y la iniciativa europea European Health Data Space, destinada a compartir datos sanitarios de forma segura entre países.

Según el artículo, la IA médica aporta beneficios en cinco grandes áreas: diagnósticos más rápidos y precisos, medicina personalizada, optimización de recursos hospitalarios, aceleración de la investigación y reducción de la carga administrativa.

No obstante, los autores advierten de que la implantación de estas tecnologías exige una colaboración estrecha entre médicos e ingenieros. Para ello, proponen que la IA sirva como traductor entre lenguajes técnicos, identifique cuellos de botella en los flujos de trabajo o actúe como asistente en reuniones multidisciplinares.

El estudio también subraya que la expansión de la IA en sanidad plantea retos regulatorios. El Reglamento Europeo de Dispositivos Médicos y el futuro AI Act obligan a certificar muchos sistemas como dispositivos de clase II o III, lo que implica ensayos clínicos y validaciones multicéntricas. Asimismo, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) impone condiciones estrictas sobre el uso de información sanitaria.

En este contexto, señalan que el European Health Data Space, que comenzará a implantarse en 2025, busca ofrecer un marco legal común que permita entrenar modelos de IA con datos de millones de pacientes europeos sin comprometer su privacidad.

España, por su parte, ya ha puesto en marcha proyectos piloto en comunidades como Cataluña, Andalucía o Madrid. Según el artículo, el desafío está en integrar los sistemas de IA con las plataformas informáticas del Sistema Nacional de Salud, formar a los profesionales, garantizar evaluaciones independientes de los algoritmos y asegurar una financiación sostenible.

Los autores concluyen que la IA no sustituirá al médico, pero sí transformará su trabajo, y que la confianza de la población dependerá de que se perciba como una aliada en la mejora de la asistencia. “Estamos ante una revolución silenciosa que, bien gestionada, permitirá salvar vidas y anticipar enfermedades antes incluso de que aparezcan los primeros síntomas”, resumen.