Almería

El juego del boliche: apostando a pares

  • Es una tradición autóctona y se desconoce que se practique en otros lugares Se juega únicamente en las semanas de Navidad y se 'rompe' el Día de Reyes

Existe en Turre una tradición tan antigua que ya nadie conoce su origen. No hay datos sobre cuándo apareció, o desde dónde llegó este juego de azar, pero todas las generaciones de turreros recuerdan haber jugado o haber visto cómo lo hacían otros durante la Navidad.

Y es que el boliche -nombre que recibe tanto el lugar donde se practica como el juego en sí- es una tradición navideña. Días antes de la Nochebuena, el "bolichero" construye en las inmediaciones de la plaza del pueblo un rectángulo con uno de los lados menores, el del fondo, cerrado en semicírculo. El terreno debe tener cierta inclinación, de forma que en la parte más alta se sitúe la línea de lanzamiento, y en la más baja un agujero de unos ocho centímetros de diámetro, donde hay que introducir las bolas, llamado "jíquera". Se lanzan seis bolas, de una sola vez. Normalmente, el boliche está hecho de ladrillo y yeso, y es necesaria autorización del Ayuntamiento para su construcción.

El modo de juego es sencillo: el lanzador de las seis bolas actúa a la vez como banca. Éste debe igualar las apuestas de los demás jugadores, que se sitúan alrededor del boliche. Si alguien apuesta 2 euros, el lanzador debe poner otros tantos encima. Las apuestas son libres, cada persona puede jugarse el dinero que desee, aunque la banca puede indicar cuál es su límite. Una vez concluidas las apuestas, el dinero queda a la vista en un lateral del boliche. Entonces el lanzador pone las canicas en juego, sujetándolas entre la palma de la mano y el suelo, y deslizándolas sin sobrepasar la línea de lanzamiento. Su objetivo es introducir un número par de bolas. Si lo consigue, o no introduce ninguna, gana la partida y se queda con el dinero de todas las apuestas. Si introduce un número impar de canicas, pierda la partida y el dinero, además del puesto de lanzador, que será ocupado por otra persona que lo desee.

La figura del bolichero es de gran importancia para el desarrollo del juego. Éste, además de encargarse de la construcción del boliche, también vela por su mantenimiento, limpieza y paz -como bien recoge el libro "Turre. Historia, cultura, tradición y fotografía", un ejemplar que pone en valor el patrimonio turrero-. Pertrechado con una escoba (antiguamente de palma) se encarga de retirar las impurezas y de recoger en barrida el dinero del lanzador cuando gana. En ese caso, recibe una cantidad como gratificación. Algunos bolicheros ilustres han sido Diego "el Jura Jura" o Juan González "el Chinita".

Asociadas a este juego hay una serie de expresiones populares que los jugadores o espectadores suelen pronunciar. Por ejemplo, cuando se introducen las seis bolas en la "jíquera" se dice que han entrado "de moclón", mientras que cuando el lanzador pierde, se le suele mandar a "llorar a una retama".

Cuando acaba la Navidad, el Día de Reyes, acaba el juego. Se rompe el boliche (literalmente) y hay que esperar doce meses para volver a ver corrillos de gente apostando, lanzando las canicas y disfrutando de esa tradición tan característica de Turre.

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