Almería

El otro lado de la Vuelta

  • Más allá del ganador de la etapa, queda la promoción de los distintos puntos de la provincia o la creación de nuevas carreteras · El mundo entero pudo conocer ayer que Almería es más que playa

La Vuelta a España es un evento que se sigue en el mundo entero. Prueba de ello son los periodistas acreditados hasta de Japón, que haberlos haylos. Y todos esos países que siguen el desarrollo de la ronda ciclista española más importante, y una de las tres grandes, pudieron ver ayer que Almería, más allá de ser una tierra de inmejorables playas para el turismo costero, tiene también unos enclaves montañosos que son todo un espectáculo para los ojos.

El mundo entero pudo conocer ayer la Sierra de Los Filabres. Las dos subidas al Alto de Velefique, más la de Calar Alto, y el paso por el pico de Castro de Filabres mostraron a todos los puntos del globo la variedad que ofrece la geografía almeriense, que Almería no solo tiene sol y calor, que también hay zonas en las que se puede estar a una temperatura más fresca y más cerca de las estrellas.

Claro que también se pudo ver el mar de cerca. El Recinto Ferial de la Avenida del Mediterráneo, en la capital, se ha convertido en el punto habitual de las salidas de la Vuelta a su paso por Almería. A muy pocos metros del Paseo Marítimo, al nivel del mar, puede llevar a cualquiera a engaños con lo que viene apenas a 50 kilómetros. Una subida constante que se hace vertiginosa una vez la carretera se adentra por el Desierto de Tabernas hasta la sierra.

En unos kilómetros se pasa a estar de 400 y pico metros a estar a casi 2.000. Desciendes y vuelves a subir a esa cota. Vuelves a bajar y, antes de darte cuenta, de nuevo estás acariciando el cielo. Algo así debieron pensar los corredores que tomaron parte ayer en la duodécima etapa de la ronda española, mientras el espectador japonés, por ejemplo, se pregunta cómo puede producirse ese cambio tan brutal, en cuestión de minutos, en un lugar que antes le podía sonar a chino o a turismo playero.

La Vuelta enseñó al mundo Velefique, que antes había sido paso de etapa pero nunca meta de la misma. A Bacares, a Tíjola o a Serón, así como a la otra cara de Calar Alto, Olula de Castro o Castro de Filabres. Dos municipios, estos últimos, que estarán eternamente agradecidos a la Vuelta por su paso porque, gracias a ello, ahora están más comunicados que nunca por la creación de la nueva carretera que los une y que sustituye al antiguo camino de piedras.

Más allá del nombre del ganador de la etapa, detalles como este último o el de la promoción de la provincia forman parte de la intrahistoria que tiene el paso de la Vuelta. Almería, en su conjunto, ha salido beneficiada por esta edición, ya que toda la caravana ciclista (corredores, directores, mecánicos, prensa y organización, así como Policía Nacional y Guardia Civil), casi 3.000 personas en total, han pasado hasta tres días en la capital, en la provincia, han dormido en sus hoteles, han comido en sus restaurantes, han circulado por sus carreteras y, en definitiva, han hecho que Almería sea mundialmente conocida durante este espacio de tiempo en todos los rincones del planeta para cualquier aficionado que, desde su casa, a través de internet, o desde el bar, leyendo el periódico, haya buscado la última hora sobre la principal figura de su país, su corredor favorito o su escuadra preferida.

Esto es lo que nos queda de la Vuelta. La promoción de Almería. Y, si encima la etapa es buena, gana puntos para repetir en años venideros. Que así sea.

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