Los lavaderos municipales, un espacio urbano que no pasa de moda

El municipio de Berja cuenta con varios y su Ayuntamiento está rehabilitándolos dado que son muchos los virgitanos que siguen usándolos El último en recibir su 'lavado', el de El Caz

Los lavaderos municipales, un espacio urbano que no pasa de moda
Norberto López

11 de febrero 2016 - 01:00

Hubo un tiempo en el que las lavadoras no existían. Ni había razón para inventarlas. Hubo un tiempo en el que lavar la ropa a mano era, además de una necesidad, un placer, porque suponía todo un acto social, reivindicativo, de unión, de mescolanza. Y es que los lavaderos públicos, a parte de su uso para el duro trabajo de la colada eran lugares de reunión femeninos, donde las mujeres se relacionaban socialmente en una época, donde no había sitios para ello.

Por esta razón no es de extrañar que ayuntamientos como el de Berja trabaje estos días en recuperar y rehabilitar los que tiene, que son bastantes y están repartidos por todo el término municipal y en los que aún los vecinos del entorno acuden a lavar sus prendas. Es por esto y por el valor turístico que tiene el agua en Berja, el Ayuntamiento ha comenzado los trabajos de acondicionamiento del entorno de uno de estos lavaderos conocido como El Caz y situado en el barrio de Los Cerrillos.

Las obras de mejora consisten en descubrir una acequia, cercana al lavadero, que se ha reparado y se ha dejado a la vista para poder dar paso al agua simulando una cascada. También se va a colocar una barandilla de protección entorno a la acequia y se van a pintar los alrededores.

Para finalizar las obras se va a realizar un tramo de acera de unos 15 metros lineales que unirá el lavadero con la acequia descubierta.

Trabajos con los que se quiere blindar una tradición que aún hoy en pleno siglo XXI sigue latente en la sociedad virgitana pese a que las lavadoras y secadoras ya imperan a sus anchas.

Y es que la función de estos lavaderos, aparte de la ya sabida como lavar ropa y otros utensilios, llevando las mujeres la losa de madera o raspador, el jabón, el barreño, etc., era la de reunir en este espacio a las mujeres del pueblo para hablar y comentar cualquier noticia o acontecimiento que ocurría en el pueblo o en los alrededores.

De esas reuniones nacieron expresiones como lavar los trapos sucios en relación a criticar a otros y hay ropa tendida como aviso de que no se podía hablar delante de una persona determinada o de algún niño.

Frases que hoy día siguen siendo utilizadas y que más de una vez se habrán utilizado en lavaderos virgitanos como el de la Fuente del Oro, el de Hirmes, el del Pardo, el de Castala, el de Las Mercedes o el antiguo lavadero de piedra. Muestra inequívoca de que hay tradiciones que terminan lavando las asperezas del tiempo a golpe de jabón y mano.

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