Una leyenda con sal en la sangre
Juan Cervantes contaba con nueve años cuando comenzó a salir a navegar en la barca de su padre, sentado en la proa · Ahora, la gente de la mar, le reconoce como alguien destacado en el mundo de las olas
'Palomo' lleva salitre en la sangre. Eso dice. Al final de las confidencias, a uno no le cabe la menor duda: el 90 por ciento de la composición sanguínea de Juan Cervantes, 'El Palomo', es sal marinera. Su corazón no bombea, rema. La mar, la pesca, los pescadores, son su vida desde apenas cumplidos los nueve años cuando su padre lo ponía en la proa de la barquilla a resguardo de las olas, de los vientos, "entonces pocos barcos había con motor, con motor y de pocos caballos, la mayoría salían a remo con cuatro o cinco hombres y no más allá de las cuatro millas, muchas paladas habían de darse sobre todo con viento". Mucho callo en las manos, mucho.
Con catorce años, 'Palomo' se hizo la cartilla para embarcarse, "lo llevaba dentro, toda la familia por parte de mi padre ha sido de la mar. Eso a mí se me metió dentro, ya de crío bajaba al muelle a llevar garrafas de agua a una traíña, a limpiar los faroles del marrajero, éramos los chavalillos quienes hacíamos las faenas de limpieza del barco, de achicar el agua; todo se hacía a mano, no había bombas ni artilugios como hoy, para que después el barco no oliera, éramos chiquillos del barco". Juan Cervantes, 'Palomo', tiene en la mente a su padre, el único con mando sobre él, quien le inculcó los modos y maneras de navegar por las corrientes de la mar, como la de coger el sendero cierto en tierra firme.
Ya de muchacho, o sea, quince años más menos, en el puerto de Cartagena su padre le habló de cambiar de barco, a uno más grande "porque vio que yo iba y valía para trabajar en la mar, en la pesca. Vimos un barco en el año 1965, el 'Juan Palomo', a mi padre le gustó y lo compramos, tenía diez metros y un motor de 30 caballos. De ahí viene el apodo de 'Palomo', mi padre pasó a ser 'el Palomo' y, naturalmente, yo también". Con 17 años 'Palomo' hijo ya mandaba en el barco, después de la mili Juan Cervantes se hizo patrón por derecho propio "tengo personas que me dicen contigo al fin del mundo". Ya decidía dónde se montaba la base que había veces en que para llegar a tiempo a la lonja de Garrucha tenía que alquilar un taxi en el puerto de San José para llegar a tiempo de vender el pescado. En el barco llegábamos a las doce o la una de la noche". Una vez que empezó a salir a un puerto y a otro, sintió el empuje de hacer algo por el sector pesquero. Llegaba a un puerto, brincaba del barco y buscaba cómo dar servicio al pescador. Así en uno y en otro y otro y otros muchos más, que el nombre del 'Palomo' sonaba entre los pescadores como hombre interesado por mejorar las condiciones de los trabajadores de la mar. Con el tiempo, Juan Cervantes llegó a Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Garrucha convencido de la necesidad de mover el sector pesquero, de que la unión de Cofradías les daría la fuerza para defender los intereses del sector pesquero. Veintiocho años de Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Garrucha le han dado satisfacciones, preocupaciones, algunos disgustos y mucho trabajo "a veces he llegado al puerto a las ocho de la tarde y a las diez de la noche me iba en taxi a Madrid". Una cosa lleva a la otra, el trabajo a más trabajo, el desvelo a la responsabilidad de ser elegido Presidente de la Federación Nacional de Cofradías Pescadores. Recibió el peso de más faena y, a la vez, el orgullo de que su trabajo fuese reconocido por pescadores que le conocían nada más que por el nombre: 'Palomo'.
Fue de tal intensidad el trabajo que para conservar la paz familiar dio de baja el teléfono fijo que sonaba a todas horas del día y de la noche. Pero siempre ha tenido y tiene abierto el móvil.
Juan Cervantes, 'Palomo', mira a la mar. Le habla la entraña de lo mucho que ha cambiado el embate de las olas contra el casco de los barcos que aún quedan; muchos, a los diez años, nuevos, flamantes, toman el rumbo al desguace "cada vez que he visto desguazar un barco, parecía que rompían algo de mí, y los armadores no quieren verlo, no quieren mirar, dicen que no hay más remedio, o te lo quitas o te lo comes". 'Palomo' sale de cuando en cuando a los galanes, necesita la mar, precisa de su esencia; en el verde azul le vienen los pensamientos de tanto y como aprendió de los mayores en la cosa de la pesca, o de la satisfacción de entregar cada año el reconocimiento de los pescadores al pescador pensionista de más edad, al patrón en activo de también de más edad.
Desde los ventanales de su casa 'Palomo' está atento cada día a la salida y a la entrada de tal o cuál barco; a Juan Cervantes 'Palomo' no hace falta buscarle, siempre se le encuentra.
No hay comentarios