Almería

Hasta luego, "mi querido AMIGO"

  • Fallece Pepe Guijarro, expresidente del Poli Almería, político y empresario Capaz de pedir autovías sobre un burro y "bañarse" en mineral

Quizás, a Pepe Guijarro nunca se le agradeció el gesto lo suficiente. La intención. Pero Almería no hubiera sido centro del deporte mundial sin su aportación. En julio de 1990, cuando la idea parecía ser una locura, un intento que iba a quedar simplemente en eso, Guijarro presentó, junto al alcalde accidental Antonio Sáez Lozano, una moción al pleno solicitando la presentación de esta candidatura a los Juegos Mediterráneos del 2005. Y ahí nació todo.

Y, sin embargo, no aparece en la estampa de la celebración del décimo aniversario del evento de hace unos días. La salud no le dejó. Había sido ingresado muy grave en el Hospital de Torrecárdenas hasta que ayer su cuerpo dijo que no podía más. Guijarro es un histórico de la provincia. Fue político, concejal de dos ayuntamientos, el de Almería y el de Tabernas, su localidad y también fue presidente. Estuvo al frente del Poli Almería desde la campaña 93-94 a la 98-99, asistiendo a los últimos compases de un club que en la actualidad ha vuelto a renacer de sus cenizas, sirva esto, probablemente, como último homenaje del mundo del fútbol a un hombre cercano, dialogante y preocupado por su tierra.

"Mi querido amigo". Esa era su frase. No había persona a la que tuviera afecto que pudiera esquivar este saludo y, eso, lógicamente, se agradecía. Es el verdadero representante del 'almeriensismo' más recio y castizo que puede representar una persona. Quien lo conoce sabe que Guijarro era un batallador, pero siempre con estilo. Original. En 1991 protagonizó uno de sus actos que aún perduran en la memoria. Cuatro miembros del PP recorrieron los cien kilómetros que separaban la capital y Huércal Overa en un carro tirado por un mulo y un burro al que no dudó en encaramarse para protestar por la falta de autovías en una época que el puente de Rioja era la única manera de entrar y salir de Almería. En plena burromarcha, Guijarro no tuvo empacho en declarar: "Si hay que hacer el payaso para que las autovías funcionen, pues se es payaso".

Otra de las suyas fue con motivo de su más que acérrima oposición a la llegada del mineral de hierro de las minas de Alquife a la capital almeriense y las enormes cantidades de residuos que tenían a los edificios próximos a la llegada de los trenes, bañados permanentemente en una capa de polvo rojo. Guijarro no dudó tampoco en 'bañarse' literalmente' en esos residuos para demostrar lo "harto que estaba". Siempre polémico, a él más que a nadie se le puede calificar con el aforismo de que "a nadie dejaba indiferente". Aún seguirá siéndolo seguro

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