La maestría de hacer gurullos

"Harina, agua, aceite de oliva y un pellizco de sal. Hay que trabajar mucho la masa, tiene que coger una textura que se pueda dominar. Hay que pillarle las medidas. No tiene más secreto". Sí lo hay, 'Turronera', sí: dedicarle mucho tiempo y ponerle cariño. Isabel Jerez Flores vive donde nació, en Los Gallardos, y en la casa de su padres que ahora es suya; una casa que fue bar de tronío en sus tiempos; una casa de familia dedicada a la elaboración de turrón, de ahí lo de 'Turronera'. Una casa de pueblo apunta Isabel, porque ella es pueblerina según su decir como lo era su marido, Segundo. Antes de antes, cuando la emigración, la familia 'Turronera' hizo las maletas. Dieron consigo en Barcelona. "Dos kilos de harina llevan aproximadamente, tres cuartos de litro de agua tibia y cien gramos de aceite". Lo de vivir en El Prat, como que no, "mis padres estaban acostumbrados a otro tipo de vida y se volvieron a Los Gallardos y yo me quedé allí con la mayor de mis hermanas".

Un año a Isabel le dio por pasar las vacaciones en Los Gallardos. Lo que es la vida, porque a Segundo, emigrante en Suiza, le dio por lo mismo y al mismo tiempo. Cosas. "Rubia, guapa, solteros los dos, que te quedas aquí y el año que viene nos casamos, y me quedé en Los Gallardos totalmente enamorada de lo más grande de mi vida. Un año festejándonos hasta que nos casamos". Isabel y Segundo se fueron a Suiza, donde estaba el trabajo pero "en Suiza yo no me sentía cómoda y decidimos volver a España y nos quedamos a vivir en El Prat; allí tuvimos un negocio de carnicería y charcutería, y una casa de comidas preparadas". Y una parada en el mercado. Isabel se levantaba a las cinco de la mañana, dejaba el puesto del 'mercat' listo y a la carnicería. Isabel y Segundo, Segundo e Isabel, dale que te pego hasta las tantas.

"Dejo reposar la masa como media hora o tres cuartos y luego se hacen las tiritas". Segundo se jubiló, volvieron al pueblo y "hemos vivido seis años muy felices, como toda nuestra vida, pero aquí especialmente más, con mucho tiempo para el ocio, para viajar". En mala hora a Segundo se le rompió el corazón, el de Isabel 'La Turronera' se quedó tan 'partío' como el de Sanz. "Una vez que están las tiras, pues a trabajarlas". De entre los dedos pulgar e índice de la mano derecha de Isabel caen a la tabla los gurullos a modo de cuentas de un infinito rosario. "Los gurullos hay que dejarlos tal y como están durante, al menos, una hora para que se sequen bien, porque si no al conservarlos se pondrían negros. Lo dejo en estas tablas durante toda la noche".

A eso de las ocho de la tarde Isabel Jerez Flores comienza a andar y regresa sobre las diez, "ceno y entonces me pongo a hacer los gurullos. Puedo estar aquí hasta las dos o tres de la mañana, porque esto no me impide ver la televisión y así estoy hasta que me canso. Lo dejo en las tablas y se secan. En invierno los pongo al sol y hay veces que hay colas de extranjeros en la puerta de casa". Una casa de pueblo ya antedicho, una casa grande, limpia, fresca en verano, con vistas preciosas como la dueña.

"Mi vida está aquí, con mis amistades, con mi gimnasia, con mi forma de vivir y con mis gurullos. Tengo dos hijos uno vive en Barcelona y otro vive en Madrid". 'Turronera', ¿cómo vamos de pretendientes? "Ay, hijo, fueron cuarenta y un años de armonía, de cariño de comprensión de respeto, de complicidad. El listón lo puso tan alto que a mí me costaría mucho tener de nuevo una relación. Aunque no se crea, que alguno lo ha pretendido". Le ríen los ojos verdes al compás de la travesura. Isabel Jerez Flores es una mujer muy aficionada a la lectura, participa en todas las actividades que se organizan en el pueblo. Tiene un vicio: hacer gurullos.