Las manos de oro y seda de Lubrín

Jacinto Martínez Balastegui es el sastre de la comarca del Levante · Trabaja para el Corte Inglés y ha tenido encargos tan especiales como un traje de la época de Alfonso XII, con cuello y levita de Napoleón

Jacinto Martínez Balastegui, el sastre de Lubrín.
Jacinto Martínez Balastegui, el sastre de Lubrín.
Ricardo Alba / Lubrín

13 de febrero 2011 - 01:00

El día es soleado en Lubrín. Manolo Escobar, con su 'Almería reina mora eres tú' se escapa por entre la reja de una ventana en planta de calle. Al otro lado de los barrotes la figura de un hombre corpulento con un metro de color amarillo caído por los hombros, se hace omnipresente en la pequeña estancia. Cuando la vista se acomoda a la sombra del interior, la hechura se corporeiza en Jacinto Martínez Balastegui, sastre de profesión "desde que nací, porque mi madre era modista. En Turre, además, había buenos sastres. A los doce años comencé a ir al taller, había una máquina Alfa de coser a pedal con la que hacíamos hasta las chaquetas de pana y luego estuve cuatro años en Barcelona". Y luego de luego, después, llamaron a Jacinto a la 'mili', que al hombre le tocó en el Sáhara que no es el Sáhara de ahora.

Harto de arena, es un suponer, van y le dan la cartilla de la licencia. Jacinto Martínez Balastegui se planta de nuevo en Turre, "había tres sastres, uno de ellos, Ramón, me aconsejó quedarme a trabajar por aquí, me decía que 'tu madre es modista y está sola, tu padre en Francia ¿qué vas a hacer en Barcelona?', así que me dejé convencer y me vine a Lubrín hace cuarenta años, que entonces este pueblo tenía 3.000 habitantes y aquí me quedé". Se quedó él y se quedó su madre. Se la llevó a Lubrín.

A estas alturas de la plática, en la radio suena un 'chunda' nada que ver con el 'Almería, paraíso de amor, tus mujeres son flores', de Manolo Escobar. "Me vine soltero", prosigue Jacinto Martínez Balastegui, "y me casé con Carmen, de apellido también Martínez. Hasta que me casé, iba y venía frecuentemente con mi madre a Turre, me había comprado un coche. Ya, cuando me matrimonié, mi madre volvió a Turre". Eran tiempos de mucho trabajo, los pantalones se los hacían en Turre según el patrón de Jacinto que siempre ha tenido buena mano para la confección de pantalones a medida, "a mucha gente les gusta el pantalón a medida y con el sistema que tengo yo quedan muy bien, aunque la cosa ha flojeado bastante. Yo, con una prueba, tengo suficiente y como tengo las medidas guardadas muchos clientes ni eso, piden el traje o el pantalón y a lo mejor hay que tocar la cintura, nada más". Nada más y nada menos que Jacinto Martínez Balastegui es proveedor del Corte Inglés.

"Le hago pantalones, me mandan las piezas y yo las confecciono". Jacinto se queda tan ancho, como si todo el mundo pasara el filtro exigente de calidad del Corte Inglés. "Es raro el mes que no hago dos trajes o más. Le hice el otro día un traje al padre de Pedro Nájar, de Mojácar. También acabo de hacerle un traje al cura don Francisco Alarcón. Al cura de Turre, Francisco Botella le he hecho una dulleta -el Diccionario de la Real Academia Española define así dulleta: prenda que usaban los eclesiásticos a modo de gabán talar, por encima de la sotana-, y un chaleco eclesiástico". Seglares, sacerdotes, no importa la condición para Jacinto al que le encargaron en una ocasión algo que le llamó la atención en sus muchos años de profesión: "el encargo más extraño que he recibido ha sido un traje que hice el año pasado para un aparejador de Albox que quería un traje de la época de Alfonso XII, con ese tipo de cuello y levita tipo Napoleón". El libro de los gustos está en blanco.

Explica el sastre Jacinto de la sastrería Martínez de Lubrín, conocido por todos en el pueblo por Balastegui, "que lo más difícil que hay para los sastres es el pantalón de montar, decían que en tiempos de Franco los hacían en Melilla, vamos, son comentarios que escuchaba yo cuando estaba en Barcelona". Esto no es un comentario, es una realidad: resulta que Jacinto y Ginés Martínez Balastegui, el político, vienen del mismo tronco familiar, sus abuelos eran primos.

A estas alturas de la vida, Jacinto Martínez Balastegui se siente satisfecho "Tengo un hijo veterinario en Granada, la hija que es maestra está trabajando en Murcia, en Alhama, y el chico ya está en segundo de Enfermería". Una existencia provechosa, un pueblo tranquilo, un trabajo que es arte y de vocación. Jacinto Martínez Balastegui, el sastre de Lubrín, hace chaquetas de verano sin forro. Una delicia, quedan avisados.

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