Las maras se quedan en las paredes de la capital

El Quemadero, Los Ángeles y Oliveros han visto cómo proliferan los grafitos de bandas latinas La Policía asegura que "no se han detectado actividades organizadas"

Una pintada con toda la parafernalia de los latin kings, la corona, los dedos cruzados y las iniciales L y K.
Una pintada con toda la parafernalia de los latin kings, la corona, los dedos cruzados y las iniciales L y K.
Óscar Lezameta

03 de marzo 2014 - 01:00

Por el momento se han quedado en los grafitos que les otorgan una señal de identidad, una manera de decir quiénes son, dónde están y a qué banda pertenecen. Son las bandas latinas, de momento un fenómeno minoritario derivado de la escasa presencia de ciudadanos procedentes de El Salvador, Honduras, Guatemala o la República Dominicana. Al menos por ahora, su actividad se ha quedado en las paredes de algunos barrios de Almería, donde dejan una inconfundible huella que es perfectamente identificable por las fuerzas de seguridad; de coronas, letras de LK (latin kings), eñes más o menos grandes y últimamente números 13 que identifican a seguidores de la mara Salvatrucha, originaria de Los Ángeles y que está considerada por los expertos como una de las organizaciones más peligrosas del mundo.

Por el momento, el Inspector Jefe Francisco de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Almería, quiere poner las cosas en su sitio: "No tenemos ninguna preocupación, ya que no se han detectado ningún problema con integrantes de esas bandas latinas en Almería y desde luego no como grupo organizado. Otra cosa es que alguna persona procedente de esos países cometan algún tipo de delito, pero nunca como una banda organizada". Además, "a partir de 2005 existe un anteproyecto de ley de la Secretaría de Estado de Seguridad que establece un Plan de Delincuencia organizada de carácter violento que establece qué es y qué no una banda organizada de cara a prevenir sus actuaciones. Con esas características, desde luego en Almería no existen".

No obstante, se mantienen alerta ante cualquier posible indicio y, desde luego, los grafitos son una de sus señas de identidad. Según ha comprobado Diario de Almería, el barrio de El Quemadero es, al menos de momento, el lugar elegido para esta puesta en escena hasta ahora inofensiva, aunque también se han visto pintadas en el barrio de Los Ángeles, en la avenida de Montserrat o en el barrio de Oliveros, donde se han visto las primeras huellas de los Salvatrucha, los últimos en llegar.

Los agentes de la Policía Nacional vigilan cada uno de estos gestos, en especial donde se encuentran las víctimas más desprotegidas, es decir, en el entorno escolar "donde se pueden dar algún tipo de amenazas de grupos de este tipo a alumnos. Hasta hoy no se ha detectado ningún movimiento en este sentido".

También se maneja el concepto de la imitación como una explicación razonable para explicar esta proliferación de pintadas: "Una cosa es que se pinte el símbolo de una mara o de una banda latina y otra muy distinta es que sea perteneciente a ella; muchas veces se ve en la televisión un programa sobre sus actividades y en los días posteriores se asiste a una proliferación de pintadas de esa banda, aunque sólo se queda en eso, no hay nada más". El inspector añade que "en algunas de ellas sí podemos averiguar quiénes son los que las han hecho, hasta dónde viven. Se les tiene controlados, pero no llegan más allá".

En un curso organizado por el Sindicato Profesional de Policías Municipales de España, aseguraron en las conclusiones que "es lo primero que hacen, delimitar su espacio; las paredes son como un periódico que nos da mucha información. Luego querrán expandirse, captar más recursos; para ellos empezarán extorsionando a los chicos más pequeños, luego pasarán a los pequeños robos y hurtos, hasta que empiecen a tener control de la venta de drogas, que les otorgará recursos para permitirse obtener otras cosas como las armas".

No obstante, al menos en lo que se trata de Almería, esa evolución en la escala delictiva, ni tan siquiera ha empezado a registrarse. Pese a ello y a la tranquilidad que se respira en las fuerzas de seguridad que deben combatirla, se mantiene la vigilancia constante, ya que hace cuatro años esas pintadas no se conocían en absoluto en las paredes de los muros de la capital. Su trabajo consiste en que no pasen de ahí, que supongan una seña de identidad de procedencia, nunca una amenaza de lo que pueden llegar a convertirse en un futuro cercano.

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