La mentira: un refugio inmaduro que siempre pasa factura

Cuida tu salud mental

Qué se esconde detrás de la mentira. La visión de la mentira desde la inmadurez mental y emocional

Los mecanismos de defensa: cómo la mente intenta protegernos

Hay personas que mienten más que hablan.
Hay personas que mienten más que hablan. / D.A.
Raúl Carrera Fernández
- Psicólogo en Antas

30 de noviembre 2025 - 07:01

Mentir es una de esas situaciones en que la persona, sin darse cuenta, se ve envuelta en una realidad paralela. La mentira permite construir y matizar una realidad que solo está en nuestra cabeza y que presuponemos que en ese momento era la mejor opción de entre todas. Como si, a veces, la verdad no fuera una buena opción.

Hemos de diferenciar la mentira de la mentira piadosa. En una mentira piadosa tenemos en cuenta la situación, el estado anímico de la otra persona, las consecuencias emocionales hacia la otra persona; hay un consenso común respecto a que mentir en esa situación tiene sentido… ¿Quién le va a decir a su pareja que eso que se ha comprado con mucha ilusión y que quería desde hace mucho tiempo le queda mal o es un objeto inútil? Sería una falta de compromiso, amabilidad y empatía hacia la otra persona.

Pero vamos a hablar ahora de la mentira como construcción de otra realidad.

La mentira es una muestra de inmadurez, tanto emocional como mental. Se trata de una inmadurez emocional porque, detrás de decidir mentir a tu pareja, a tu amigo, o incluso a uno mismo, esta decisión está motivada por diversos factores:

Un miedo a quedarse solo, a asumir la responsabilidad de una mala acción o un miedo a sentirte juzgado o juzgada por una mala acción. Por ejemplo, personas que son infieles, en muchas ocasiones, prefieren no decir la verdad por el miedo a quedarse solas al enterarse la pareja de lo que han hecho.

Una cobardía por no tener el valor suficiente para tomar una decisión que puede tener consecuencias negativas al principio, pero que después va a ser mucho más sana. Por ejemplo, la cobardía de dejar un trabajo en el que no estás valorado, o la cobardía de convencerte de que algo que hace mal tu pareja no es tan malo porque no eres capaz de marcar un límite.

Intentar protegerte de algo, porque si de verdad fueras realista y dejaras que la verdad saliera a la luz, sentirías tanta angustia que no podrías hacerle frente ni regularte. Por ejemplo, aquellos padres que justifican todo lo que hacen sus hijos y no ven aquello malo que hacen sus hijos porque necesitan proteger su rol como padres y no ser conscientes de que el estilo educativo que han puesto en práctica no es el adecuado.

El buscar obtener algo a expensas de las consecuencias en la otra persona, con una total falta de empatía, de sinceridad y de transparencia. Esto suele pasar en muchas ocasiones en las interacciones sociales, donde la conveniencia de hablar con alguien es por conseguir algo de esa persona y no tanto por la propia persona.

Intentar mostrar una imagen hacia la otra persona o hacia uno mismo, al vivir en una sociedad donde el postureo, la crítica y el qué dirán están por encima de los valores, la moral, la ética y la verdad. Se observa mucho en influencers mostrando un estilo de vida y una imagen que para nada van acordes a la realidad. Hay muchos adolescentes que intentan vestir con marcas de ropa falsa porque les da una sensación de seguridad al conseguir mostrar una imagen hacia el resto de compañeros de un estatus superior. Sería bueno que ahora, que llegan las Navidades, tuviéramos en cuenta los regalos que les traen a los niños y adolescentes, para que tomen conciencia de si lo que van a llevar puesto o con ellos es algo real o es reforzar una imagen o una marca que ellos no se pueden permitir (por ejemplo, un chico de 14 años no puede tener un teléfono que valga 1.000 €).

La inmadurez mental aparece en el momento en el que la persona, aun siendo consciente de todos los factores que hemos dicho antes y dándose cuenta de que está mintiendo, decide mantener la mentira sin tener en cuenta las consecuencias en la otra persona ni el daño que está realizando hacia el otro y hacia sí mismo. Mentir puede ser una reacción impulsiva, pero no remediarlo es una decisión pensada. La toma de decisiones respecto a mantener una mentira o decidir mostrar la valentía suficiente para cambiar y decir la verdad es un proceso de nuestro córtex prefrontal, la región del cerebro que se encuentra encima de nuestros ojos. Si esta parte del cerebro, concretamente el córtex prefrontal dorsolateral, la tenemos suficientemente activa, podremos analizar pros y contras de nuestra situación y decir la verdad. Si esta parte del cerebro no la tenemos activa, no podremos reflexionar ni reparar nuestro error, manteniendo tanto la mentira como la inmadurez mental.

No siempre es fácil decir la verdad porque requiere valentía, integridad moral y ética, valores y mucho tacto para cuidar a otra persona cuando decimos la verdad o, al menos, nuestro punto de vista. Aunque hay situaciones en las que la mentira puede tener cabida —en este caso, la mentira piadosa— la mentira nunca puede ser una buena opción, porque entonces es cuando los remordimientos, la culpabilidad y el daño hacia otra persona y hacia uno mismo toman el control. Nunca es tarde para reparar este daño y la otra persona, pasado un tiempo, también encontrará en ti ese agradecimiento por haber dicho la verdad, porque una verdad siempre pesa más que 1.000 mentiras.

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