Migrantes de asentamientos completan un curso de mediación en la Universidad de Almería
Una iniciativa pionera ofrece formación universitaria a personas migrantes en situación de exclusión, promoviendo la mediación como herramienta de integración social
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Quince personas migrantes que residen en asentamientos chabolistas del Poniente almeriense han completado una microcredencial universitaria sobre mediación intercultural, en el marco de una experiencia formativa pionera impulsada por la Universidad de Almería (UAL) y el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM-Almería), con el apoyo económico de la Fundación Almería Tierra Abierta.
Según han explicado a EFE desde el SJM-Almería, durante dos semanas de junio, este grupo, de países como Mali, Marruecos, Guinea, Senegal o Ghana, ha asistido a un curso intensivo de 30 horas en el campus de la UAL.
La formación, impartida por profesorado universitario y profesionales del SJM, ha estado centrada en la mediación intercultural como herramienta de inclusión social, abordando su aplicación en contextos como la sanidad, la justicia, la educación o el trabajo comunitario.
Diseñado específicamente para personas en situación de grave exclusión residencial y laboral, la mayoría trabajadores del sector hortofrutícola sin acceso habitual a los circuitos educativos formales, el curso ha apostado por una metodología práctica, participativa y adaptada a la diversidad lingüística y cultural del grupo.
En el aula se llegaron a hablar más de una docena de lenguas distintas -árabe, amazigh, español, francés, inglés, bambara, twi, moore, dagaare o wali, entre otras-, un factor que no fue obstáculo sino valor añadido. “La mediación no solo se enseña, se vive”, subrayan desde la organización.
Gracias a esta formación, los participantes no solo han aprendido herramientas técnicas, sino que han vivido un proceso de reconocimiento y dignificación personal.
Desde el equipo organizador, integrado por el Grupo de Investigación Paralelo 37º (HUM-635) y el Centro de Estudios de las Migraciones y las Relaciones Interculturales (CEMyRI), se valora el impacto del curso como una “experiencia transformadora”.
Pablo Pumares, profesor titular de Geografía Humana y director del máster en Migraciones de la UAL, ha destacado en declaraciones remitidas a EFE que el grupo se mostró “muy atento, con mucha ilusión y con ganas de aprender, que es lo que todo profesor desea”.
Beatriz González, profesora e investigadora del CEMyRI, ha señalado que “impresionan las ganas de mejorar su vida” que han demostrado los alumnos, mientras que la socióloga Daniela Herrera subraya su “enorme sed de aprender” y “respeto”.
Desde el SJM-Almería se ha insistido en que esta microcredencial no es una acción aislada, sino parte de una apuesta por fomentar liderazgos migrantes y abrir caminos reales de inclusión. “En lugares donde muchos solo ven mano de obra barata, nosotros vemos personas con capacidades y futuro”, ha señalado.
La mediación intercultural, ha indicado, no es solo una competencia técnica, sino un modo de construir relaciones más justas, prevenir conflictos y favorecer una convivencia basada en la empatía. En una provincia como Almería, donde el 21 % de la población es extranjera, su papel es clave en servicios sanitarios, educativos, judiciales o sociales.
Los testimonios del alumnado son reveladores. Ahmad Redjali, originario de Marruecos, asegura en declaraciones remitidas a EFE que el curso ha sido una etapa “clave” en su desarrollo profesional y personal, al permitirle comprender mejor cómo trabajar en contextos multiculturales. Insufi Bandjam, de Guinea Bissau, ha resumido su experiencia con dos palabras: “diversidad” y “multiculturalidad”.
El joven ghanés Saakiru Mohammed ha destacado que “la escucha activa” y el conocimiento del sistema educativo y los derechos sociales en España le han abierto los ojos: “Este programa me ha dado herramientas para ayudar a otras personas a integrarse, como yo también he estado en esa situación”.
Para María Ruiz-Clavijo, educadora social del SJM, esta capacitación técnica ya está dando frutos en la vida cotidiana del alumnado, y confía en que en el futuro muchos puedan ejercer como mediadores en entidades públicas o privadas.
“Porque también desde una chabola se puede entrar en la universidad. Y porque toda persona merece la oportunidad de crecer, aprender y contribuir a una sociedad más justa”, ha concluido el SJM.
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