Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
La acumulación desmedida de un residuo que no se disuelve en el agua se ha convertido en el enemigo público número uno de la red de saneamiento de Almería, un problema de desidia ciudadana que se traduce en un gasto extraordinario de 600.000 euros en desatascos para el Servicio Municipal de Agua desde el inicio del año. El principal problema de atasco que encuentran los equipos de Aqualia es el de las toallitas húmedas, que están compuestas por fibras sintéticas o celulosa que, a diferencia del papel higiénico, no se descomponen en el agua, a pesar de lo que pueda indicar el etiquetado de algunos envases.
Este problema, lejos de remitir, se agrava porque las toallitas forman grandes marañas de fibras en el interior de las tuberías. Estas marañas se solidifican al mezclarse con restos de jabón, aceites y otros desechos, creando un tapón de gran resistencia que impide el flujo normal del agua sucia. El resultado es el compromiso serio de la capacidad de las tuberías y colectores para drenar, lo que aumenta el riesgo de inundaciones en la ciudad, ya que el agua no puede llegar a las depuradoras.
El Ayuntamiento de Almería, en colaboración con la empresa Aqualia, gestora integral del ciclo del agua, ha tenido que intensificar los trabajos de mantenimiento para combatir este gran atasco. Para ello, han realizado la limpieza de 15.000 imbornales hasta el mes de agosto, con la previsión de alcanzar la cifra de 18.000 imbornales limpios a final de año, un esfuerzo que se redobla ahora para preparar la infraestructura ante las primeras lluvias intensas del otoño.
Desde el mes de enero, la empresa concesionaria ha extraído más de 1,6 millones de litros de residuos procedentes de las alcantarillas y los colectores de saneamiento. Para realizar esta labor titánica, han sido necesarias más de 2.450 horas de trabajo por parte de dos equipos de operarios de Aqualia, que luchan día a día contra los taponamientos generados por las toallitas.
El problema es de tal magnitud que ha requerido un total de 663 desatascos en la red general de saneamiento de la ciudad y 1.550 en acometidas, además de la limpieza de imbornales. Este elevado número de intervenciones es el responsable directo del coste aproximado de 600.000 euros para las arcas municipales en lo que va de año.
El objetivo primordial de estos trabajos es recuperar la capacidad máxima de las rejillas y conducciones para que, en caso de lluvia, el agua pueda ser evacuada rápidamente de las calles y transportada eficientemente hasta las estaciones de depuración. De las 43 cuencas hidráulicas de la ciudad, 30 ya han sido limpiadas.
El concejal de Agua, Zonas Verdes y Agricultura, Juanjo Segura, ha puesto el foco en la concienciación ciudadana como clave para resolver este problema. El edil ha alertado de que se prevé superar los 2,4 millones de litros de suciedad extraídos a final de año, una cifra que evidencia la urgencia de cambiar hábitos de desecho.
El gerente de Aqualia en la capital, José Antonio Otero, ha recordado la sencilla “regla de las 3 Ps” que debe respetarse en todos los hogares: al inodoro solo se puede arrojar pipí, popó y papel higiénico. Cualquier otro elemento puede obstruir seriamente las tuberías y comprometer el sistema de saneamiento de la ciudad.
Este tipo de atascos tiene un impacto económico global. La Asociación Española de Abastecimiento de Aguas (DAQUAS) estima que el problema incrementa entre 4 y 6 euros por persona y año los costes de mantenimiento y tratamiento de las aguas residuales en España.
Los organismos europeos (EurEau) cifran en una horquilla de entre 500 y 1.000 millones de euros al año el gasto que genera este residuo en todo el continente. Un problema internacional que, en el contexto local de Almería, exige una respuesta contundente en términos de limpieza y, sobre todo, de responsabilidad social.
La limpieza de las rejillas de los imbornales es un proceso que incluye la retirada manual de los residuos, el traslado a un vertedero y, finalmente, la inserción de agua a presión para garantizar que la obstrucción ha desaparecido por completo, lo que garantiza el correcto drenaje del agua.
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