El monumento a Los Coloraos. Solo, tan bonito y en corral ajeno

Almería

Declarado como lugar de memoria histórica, Los Colorados se mantiene en la Plaza Vieja

Dos jóvenes juegan a los pies del monumento a Los Coloraos
Dos jóvenes juegan a los pies del monumento a Los Coloraos / José Luis Ruz Márquez
José Luis Ruz Márquez

Almería, 13 de agosto 2023 - 06:00

La larga mesa en forma de U tiene uno de sus extremos junto a la entrada de la sala del banquete por la que han accedido ya los comensales que en pie reciben la llegada del homenajeado, el filósofo Eugenio d'Ors quién nada más entrar da con un amigo con el que se pone a hablar y hasta ademán hace de sentarse a su lado, ante la contrariedad de la organización cuya cabeza visible, se hace también parlante:

-Señor d'Ors: es allí, en el centro, donde está la presidencia…

Y él, sin tan siquiera mirar a la base de la mesa que le señalan, con la voz campanuda, lenta y arrastrada que le caracteriza, no tarda en responder al interlocutor:

-La presidencia… estará… donde yo esté…

Y se quedó tan pancho… aunque al poco echó a andar y con él el banquete y todo acabó tal como Dios y el protocolo mandaban: discurso, café, copa y puro.

Se preguntarán ustedes a qué viene esta anécdota no sé si cierta, pero al pelo llega ahora cuando el BOE publica la incoación de la declaración como lugar de memoria histórica de varios monumentos y sus ubicaciones, entre ellos el de Los Coloraos en la Plaza Vieja. Un acuerdo recibido por algunos con un alborozo a punto de desmadre, desde el que se ha llegado a tildar de enemigos de la libertad a los acordes con el traslado del actual Pingurucho, entre los que me hallo, según manifesté en este Diario en 2019: con mucho respeto hacia los pocos que defendían la permanencia con argumentos de estética, técnica o historia, y con ninguno para los muchos dispuestos a ignorar que un monumento es lugar histórico por él mismo y no por el sitio en que se halla. Como la presidencia de don Eugenio d'Dors en el banquete.

Y es que hay quienes, empeñados en aportar razones de fe e ideología, añaden otras como las de ley que poco o nada tienen que ver en este tipo de desacuerdos. Y si no, ya me dirán qué pintan aquí los jueces, que tantas cosas importantes tiene que hacer, supeditando la estética y la historia a la ley, cosa que es cuando menos chocante, algo así como si uno, caminito del quirófano, recibiera la noticia de que su operación estaría dirigida por criterios estrictamente judiciales. Una tranquilidad… como para picar espuelas a la camilla y galopar tendido en busca de notario y confesor.

Me manifesté partidario del traslado del monumento -y de los árboles, que esa es otra historia de la que me ocuparé- en coherencia con lo que propuse en 1973: la eliminación del mercado con el que la dictadura primorriverista había invadido en 1926 la Plaza Porticada de Berja, la única mayor y arcada de la provincia, con dos feas ristras de puestos que por fin fueron demolidas en 2012. ¿Que este final dichoso lo pudo haber impedido un juez? Por supuesto. Pero nadie recurrió, como ahora, a la justicia ni esta actuó de oficio y al final ganó la auténtica memoria…

Con independencia de su calidad no es posible meter en una plaza un monumento sin tener en cuenta su tipología, en este caso la columna conmemorativa, nieta del obelisco y por tanto nacida para ser vista desde lejos cortando el horizonte con su verticalidad. Sobre el problema de la perspectiva la Plaza Vieja de Almería y el Monumento a los Coloraos muestran el mutuo desfavor que se hacen cuando los sometemos a comparación, ese instinto que nos lleva a la crítica por la vía de la proporción y que, como ya sabemos, puede ser: en sí misma -y el monumento lo es y la plaza también- o comparada… y es aquí cuando queda patente que el monumento se ahoga en la plaza, mientras esta resulta aminorada por la gran dimensión de aquel…

Ilustración del monumento
Ilustración del monumento / José Luis Ruz Márquez

Y aquí no queda otra que recordar al dicho popular: "mucho barco para tan poco pirata". Sin proporción, lo mejor es abstenerse de llevar al centro del recinto monumento alguno que es lo que se hizo en la plaza de Salamanca, tan limpia ella como la bien hablada lengua española de sus paseantes. De tenerla, urge la guinda y ahí está la Plaza Mayor de Madrid con el rey Felipe III de España y de bronce, quien con una sencilla corte de quita y pon, de mesas y sillas y unos puñados de turistas, se basta y sobra para aportar animación a una plaza que, a lo magno, es como la nuestra: escaparate de prestigio para Almería, su viejo lugar de sus alardes, desfiles, mercados, toros, conciertos… y hasta de autos de fe, el último el de estos días, el del blindaje legal de su ocasional Monumento.

Difícilmente se puede defender la condición de lugar histórico de la Plaza Vieja en relación con los Coloraos, que es ninguna y por tanto con su Monumento original realizado en I870 para la Puerta de Purchena, entonces el único lugar con perspectiva de la ciudad e histórico de verdad, en el que lucharon aquellos liberales en su intento de tomarla. El ayuntamiento se lo trajo sin dificultad alguna a la plaza y en ella estuvo los primeros cuarenta años del siglo XX, hasta que en 1943 lo mandaron al más allá del que en 1988 regresó reencarnado en más de lo mismo…

Sabemos lo que el Monumento significa, como sabemos también que nada va a cambiar porque se mude de barrio; con el proyecto de despejar la plaza supuse llegada la hora de que haciendo honor a la libertad que simbolizaba, saltara los altos muros de la plaza y se fugara a otro lugar de la ciudad, eso sí, bajo la vigilancia de su arquitecto, Eduardo Blanes, que siempre hay que confiar el desarme y el rearme de una obra al creador que la armó.

No debería el consistorio desistir en el empeño por trasladar el Monumento a la libertad que merece, al mejor de los sitios desde el que siga recordando a los Coloraos; si ya no es viable el retorno a la Puerta de Purchena, que sería lo suyo, queda el Parque o el final de la Rambla, cerca del mar que los trajo, uniformados de colorao, para que el día de San Bartolomé de 1824, entre el Cuartel y la Alcazaba, en un lugar realmente histórico, no decretado, los fusilaran por la espalda y en la soledad de la una. Lo mismo que hoy está el Monumento en la Plaza Vieja: Solo, tan bonito, y en corral ajeno.

stats