Un patrimonio perdido

El monumento a los Coloraos

  • En memoria de estos hombres fusilados, se erigió un monumento popularmente llamado “Los Coloraos” por el color de las casacas que vestían los liberales

El monumento a los Coloraos

El monumento a los Coloraos

Almería al acabar la Guerra Civil quedó en un estado ruinoso y lamentable en todos los aspectos: económico, demográfico, cultural, artístico, etc…, teniendo que hacer frente a la difícil labor de reconstrucción. La reconstrucción material fue una de las labores más urgentes a realizar ya que era mucho lo que se había perdido. Pero si por una parte se intentaba reconstruir lo perdido, por otra seguían realizándose ataques hacia nuestro patrimonio cultural, como fue el caso del derribo del monumento a “Los Coloraos”, desapareciendo con ello no sólo el monumento como obra artística sino como parte de la historia almeriense correspondiente al siglo XIX.

El 24 de agosto de 1824, fueron fusilados en Almería 24 hombres que formaban parte en la expedición que intentara proclamar el día 14 de agosto y días siguientes la libertad y la Constitución. La expedición de “Los Coloraos”, llegaron a las playas de Almería para formar parte de la conspiración que los exiliados españoles, en Gibraltar, planeaban contra Fernando VII.

En memoria de estos hombres fusilados, se erigió un monumento popularmente llamado “Los Coloraos” por el color de las casacas que vestían los liberales. El primer homenaje que se les rindió fue un cenotafio ubicado en el cementerio de Belén que se inauguró en 1837, siendo diseñado según parece por Juan Prats. El monumento consistía en una urna funeraria y en el centro una pirámide, de ahí el nombre de “pingurucho”.

Pingurucho. Pingurucho.

Pingurucho.

El 3 de octubre de 1838, el Ayuntamiento presidido por el alcalde D. Manuel Orozco, acepta el proyecto para construir un nuevo monumento con más prestancia, obra de D. José Marín Baldó, y finalmente el 18 de octubre de 1868, el Ayuntamiento acordó levantar uno nuevo que sustituyera al que ya existía.

El obelisco proyectado por D. José Marín Baldó, se componía de un basamento con inscripciones y sobre él una gran columna estriada con capitel corintio, que sostenía la escultura del ángel de la libertad, ángel con alas en actitud de vuelo y levantando en la mano derecha una espada, el monumento quedó inaugurado el 27 de diciembre de 1870.

El autor del proyecto fue Marín Baldó y López Rull fue quien controló la construcción. El Ayuntamiento al urbanizar la plaza de Cádiz (actual Puerta de Purchena) acordó su traslado a la Plaza Vieja, destruyéndose la libertad angélica y transformando el arquitecto Trinidad Cuartara la tierra a modo de sol, al rodear la esfera terráquea de rayos luminosos, suprimiendo las cadenas. Los rayos eran de hierro y pasaron a llamarse popularmente “los rayos o pinchos de Cuartara”.

Por orden del alcalde D. Vicente Navarro Gay, pocos años después de la Guerra Civil se desmontó el monumento y trasladó a la plaza de Pavía, sus bloques fueron conducidos a dicha plaza donde jamás se volvieron a montar llegando incluso a desaparecer. Los argumentos que se dieron al traslado del monumento se basaban principalmente en la visita que iba a realizar el Jefe del Estado Francisco Franco en 1943.

Pingurucho. Pingurucho.

Pingurucho.

“Un día unos funcionarios municipales saltaron una verja y con unos marros rompieron la base del monumento, los nombres grabados de las víctimas sepultadas”. Según Falces el monumento fue desmontado y sus piedras cuidadosamente numeradas.

Las piedras se abandonaron en el suelo de la plaza de Pavía, sirviendo a los chicos del barrio como columpio borrando con la tierra lo que estaba tallado, y al construirse casas en dicho barrio, los vecinos propusieron que hicieran en el lugar donde “supuestamente” iría el monumento un mercado de abastos. La retirada del antiguo obelisco de la Plaza Vieja y su traslado a la plaza de Pavía siempre fue motivada por la idea de erigirlo de nuevo en esta plaza, pero esto finalmente no sucedió. De esta forma, los sillares se encontraban ocupando la casi totalidad de la amplia extensión de la plaza, donde además de obstruirla servía para que se vertieran sobre los bloques toda clase de inmundicias, ocasionando con ello molestias entre el vecindario y acordándose el traslado de las piedras del obelisco a algún solar.

En el almacén municipal se guardaron existencias del monumento:

  • espinas de plomo: 22
  • cruces de hierro: 3
  • guirnaldas: 8
  • barquillas: 4
  • coronas flores: 2
  • piedra tallada: 2 trozos
  •  mármol en tableros: 4

Los bloques de cantería tallada los llevaron al puerto pesquero por orden del Ayuntamiento, ya que al querer construir en la plaza de Pavía un mercado aquellos estorbaban.

Esta es el triste final que tuvo el colosal monumento que se ubicó en la antigua Plaza de Cádiz (actual Puerta Purchena) y que por obras a realizar en dicho lugar a finales del XIX, en pleno auge urbanístico de la ciudad, tuvo que ser trasladado a nuestra querida Plaza Vieja, transformándose solo parte de algunos elementos constructivos y decorativos del monumento. Después de este lamentable episodio histórico en la Posguerra, años después el equipo de Gobierno en 1988, siendo alcalde de la ciudad   D. Santiago Martínez Cabrejas, decidió levantar un nuevo obelisco de diseño similar pero más sencillo estéticamente, al objeto de honrar la memoria de los “Mártires de la Libertad” y formar parte de los símbolos más significativos de la historia y fisonomía de nuestra ciudad.

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