Las mujeres del callejero de Almería
Almería
Apenas cuatro de cada cien vías públicas de la capital tienen nombre de féminas
El callejero fiscal de la ciudad de Almería incluye más de 4.100 calles. Vías públicas identificadas con nombres que evocan a animales, flores, islas, ciudades, cabos o ríos y recuerdan acontecimientos históricos, personajes o fechas señaladas. Pero apenas existen nombres de mujer. Si en la tortuosa relación municipal de calles, caminos, veredas, plazas o patios eliminamos las calzadas dedicadas a santas y a vírgenes, apenas quedan unas cuantas que homenajean a mujeres. Pocas. Muy pocas: aproximadamente 150.
Apenas el 4 % de nuestro callejero local está dedicado a señoras o señoritas que destacaron en alguna faceta o llevaron a Almería por bandera en sus labores profesionales o altruistas. Y eso que –como el anuncio- aceptamos como calle dedicada a una mujer las que solo llevan un nombre de pila, sin saber exactamente a qué personaje histórico está dedicada. Un ejemplo claro es la muy almeriense calle Amalia, que enlaza las de Granada y Murcia. Ni el cronista oficial de la ciudad Francisco Jover y Tovar (1855-1922) que escribió su Callejero Ilustrado, sabía quién era esta tal Amalia y porqué le dedicaron la calle; lo cierto es que ya la tenía en 1878. Tampoco conocemos la filiación de las llamadas Fabiana, Verónica, Rocío, María del Carmen -en La Fuentecica-, Rosario o Celia. Esta última no es para Celia Viñas, porque la gran catedrática y escritora tiene la suya junto al antiguo instituto masculino, en El Zapillo.
Punto y aparte es el reconocimiento que el Ayuntamiento ha ido otorgando a mujeres que dedicaron su vida a Dios y fueron premiadas por sus labores humanísticas, sociales y altruistas en beneficio de los menesterosos: María Aznar; Madre Sacramento, Teresa de Calcuta, Teresa de Ávila, Sor Juana Inés de la Cruz, Beata Soledad Torres Acosta, Dolores Rodríguez Sopeña, Sor Petra o Sor Policarpa. De igual forma, unas veinte santas copan el callejero almeriense; ignoramos el criterio que cada alcalde habrá ido aplicando para que sean las que son y no otras de las miles y miles de mujeres santificadas. Pero tenemos a Teresa -en El Alquián-, Isabel, Ana, Marta, Rita, Bárbara, Olaya o María, que se repite en la capital, en un patio y en La Cañada de San Urbano.
De advocaciones marianas, que nunca sobran, vamos bien: Aproximadamente medio centenar de ellas rotulan las calles. Algunas por vinculación con la provincia –Saliente, patrona de Albox; de la Cabeza en Los Filabres o Gádor, que es la patrona de Berja desde 1587- otras como la de Monserrat, por ser muy venerada en la antigua vega. Más recientemente, gracias al poderío social de las hermandades y cofradías se ha conseguido que las autoridades rotulen con los nombres de sus imágenes titulares algunas calles: Amor y Esperanza, Nuestra Señora del Carmen o del Rocío… Aun así, también figuran Araceli, Luz, de la Piedra, Mercedes, del Río o Virgen de la Bella, en El Alquián.
Almería homenajeó a Marie Curie
Estamos en España y Lola Flores no podía faltar -aunque dejara dos veces plantado al público de Almería-. Pero tampoco Monserrat Caballé, Pinito de Oro, María Casares, Ainhoa Arteta, La Argentinita, Teresa Berganza, María Guerrero, la actriz Luisa Sala, Imperio Argentina, Pilar Miró, la bailarina Carmen Amaya o La Niña de la Puebla, que actuó con Joselito en el Teatro Cervantes el 11 de febrero de 1958. La literatura y la ciencia tienen un hueco reducido en el listado almeriense de mujeres con nombres de calles, como si ellas no hubieran aportado a la sociedad su saber y sus experiencias: Elena Pezzi, Carmen Conde, María Moliner, Ana María Matute, Virginia Woolf, Concha Espina, Carmen Laforet, Clara de Campoamor, Rosalía de Castro o la poetisa y atleta Ana María Martínez Sagi. A la escritora de la calle Séneca Ana Franco, nacida en Cádiz en 1832 y muerta en Almería en 1872, le otorgaron por petición popular la antigua calle del Galápago el 7 de marzo de 1931; desde entonces sirve de enlace entre Regocijos y la calle de las Cámaras.
Especial fue el reconocimiento a Marie Curie, pionera en radiactividad y primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades. Curie recorrió unos días el centro de Almería, desde el 30 de abril de 1931, y desde entonces habló maravillas de la ciudad. Una placa en el Mercado Central descubierta hace cuatro años y su calle junto al IES Río Andarax, en El Puche, la recuerdan.
Y, claro, la nobleza, reinas, princesas e infantas también copan su trozo de asfalto callejero, aunque algunas de las homenajeadas jamás pisaran suelo almeriense. Precisamente falta quien más veces ha venido, Sofía de Grecia, pero están las reinas de Astrid, María Cristina, María Estuardo, Victoria Eugenia, la Regente o de Saba; la Duquesa de Alba tiene una minúscula vía apenas sin viviendas y las dos infantas divorciadas figuran en el barrio de Castell del Rey. La calle Infanta ya se llamaba así en 1878 y la de la Reina fue erigida a Isabel II por su visita a la ciudad en 1862.
Entre la limitada relación de mujeres con vías públicas, hay una que tiene el privilegio de contar con dos: Carmen de Burgos. La genial corresponsal de guerra da nombre al Paseo Marítimo y su pseudónimo, “La Colombine”, rotula una calzada de Ciudad Jardín. Esta periodista comparte honor con otras mujeres de la comunicación como Encarna Sánchez o Concepción Arenal. Hay doctoras, pocas, como Elena Lázaro y Milagros Rivera Tovar. La primera ejerció la oftalmología en Almería desde 1943 a marzo de 1970 y, además, fue terciaria dominica y presidenta del Corazón de María. Rivera se colegió en 1938 cuando en la profesión médica local solo era cosa de hombres.
Y aunque las calles las conceden los gobernantes, en raras ocasiones han tenido el detalle de ceder el privilegio a mujeres vinculadas a la política, al activismo ideológico o a la resistencia, como Ana Frank. Apenas están Mariana Pineda, Rigoberta Menchu, Las Madres de la Plaza de Mayo o Dolores Ibarruri, calle ésta que entró en la polémica del debate municipal cuando un edil afirmó en un Pleno que existían peticiones para retirar la placa y cambiar el nombre de la vía. Pero no; ahí sigue junto a un residencial de lujo.
De igual forma, andamos escasos de nombres femeninos de personajes de ficción creados por la literatura o el cine. Existe el callejón y la calle de Dulcinea, pero falta la obsesionada Bernarda Alba, La Celestina, la Ofelia de Shakespeare, la Penélope de la Odisea o la desesperada Madame Bovary.
Es obvio que en el callejero no aparecen todas las mujeres que deberían figurar y que están vinculadas a Almería. Faltan muchas; muchísimas: Francisca Díaz Torres, “Doña Pakyta”, la soprano Fidela Campiña; la cantante Laura de Prieto Taboada; la estrella de Hollywood “Lita Baron”; Amaia López Cabrera, primera fotógrafa española en abrir un estudio; la bailarina Carmen Dauset Moreno “Carmencita”; la actriz asesinada en el Cervantes Conchita Robles Pérez; la arqueóloga Pilar Acosta Martínez o la pintora indaliana María Dolores de la Casa, fallecida en plenitud de creación artística.
El 8 de marzo es una fecha estupenda para que el alcalde anuncie, cada año, el nombre de las mujeres que se van incorporando al callejero. Los rótulos de las calles también claman igualdad.
También te puede interesar
Lo último
CONTENIDO OFRECIDO POR DIPUTACIÓN DE ALMERÍA