Almería

La noche mágica dice adiós

  • Finalizan tres días de festival con las actuaciones de La Shica y Calima. A pesar de las opiniones contradictorias la nueva ubicación no ha tenido nada que envidiar a encuentros de años anteriores

En los arrabales del recinto espantapitero de San Juan de los Terreros el beach botellón club está controlado, sin problemas ni historias de bajo tono, la peña se comporta. Dentro, en el escenario Joe Strummer, Calima agita las neuronas en un combinado de músicas gitanas, orientales, latinas, o sea, fusión que se dice entre diferentes caras del arte.

Arriba y abajo, es decir, de un lado a otro, se camina, se saluda, se mira, se pasa, se baila, se duerme, se compra, se vende, en un universo con puertas abiertas a la creatividad, a la imaginación, a la crítica. Juan Luís, Sergio y Dolores se han venido de Málaga en plan voluntarios del Servicio de Atención a la Movida, ya saben, no te pases de la raya y así.

Elsa Rovayo, más consabida por la Shica, suelta que "me levanto con ganas de levantarme" a modo de contrapunto, para entendernos, del "hoy no me puedo levantar" de Mecano. Arriba, en el escenario, Skye, de blanco novia catedral, reposa los pulsos con su viaje intimista de canciones colmadas de emoción y soul.

Los espantapiteros con denominación de calidad evocan una parábola de la felicidad hallada en el momento glorioso de la libertad, porque Espantapitas, dice el duende, no es un refugio artificial en el que aislarse del mundo, sino que muy al contrario es una catapulta de mezcla de culturas, formas y fondos, de mirar la realidad con cintas de colores por medio.

La percusión afro-latina de Brincadeira entra por el estómago y suelta las piernas en permanente movimiento. Imposible controlar el ritmo audiovisual mediante la expresión corporal que personifica la banda. Los círculos de danzantes se expanden, sobran las camisetas, el delirio aumenta, el sudor empapa el suelo de tierra, la desinhibición sube a lo más alto. El apabullante ritmo de Brincadeira ha calentado el recibimiento a la Shica.

Dice la Shica, que es de Ceuta, que "le gustan los sitios donde el silencio es tan fuerte como el sonido del bombo de la batería". Joé, Shica, con estas frases te llevas de calle la tertulia a la que irá de tertuliana en el programa de radio de Juan Ramón Lucas.

El duende se cuela en el escenario, se coloca justo al lado de las dos bailaoras que acompañan a La Shica en el espectáculo. Chaquetilla corta color oro y pantalones cortos de los que sobresalen las dos columnas que la Shica tiene por piernas, paso lento, gustándose, desde el fondo hasta el borde de las tablas, un minuto largo de recorrido con tensión en la mirada. ¡Ay, pena penita pena!

El Espantapitas del 2008 se acaba, del verbo terminar, con traducción libre a volveremos el próximo año. El duende pregunta ¿lo sientes? "Ahora ya nos conoces, hemos hecho posible una nueva experiencia Espantapitas donde compartir la ilusión de los que han soñado todo un año para ti, para verte".

La Asociación Cultural El Marrajo evitó la tala de un bosque en San José, allá cuando aún no era el año 2000. Es así como comenzó el Espantapitas. De San José pasaron a Vera y de Vera a San Juan de los Terreros, Pulpí, Andalucía, España.

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