De la objetividad geológica a la tranquilidad del paisaje animado

Gabriel García Fornieles. Algunas imágenes como Niños en la playa de Balerma, nos recuerdan varias vagamente obras de Martín Rico

De la objetividad geológica a la tranquilidad del paisaje animado
De la objetividad geológica a la tranquilidad del paisaje animado
Pedro Ponce Molina

19 de enero 2014 - 05:01

EL paisaje en el último tercio del siglo XIX presentaba una multitudinaria dedicación por parte de los artistas y especial interés de los coleccionistas. En Carlos de Haes (Bruselas, 1826-Madrid, 1898) encontramos la descarnada presencia de la naturaleza, desierta de humanidad, concienzudamente retratada y, casi disecada. En otros pintores esta implacable objetividad geológica, de edificios y árboles, aparece más suavizada, fundamentalmente por la presencia humana, como ocurre en Martín Rico y Ortega (Madrid 1833-Venecia 1908), excelente paisajista, caracterizado por una tranquilidad grata y por el moderado uso de figuras humanas animando el escenario, como se aprecia en Lavanderas en el río o Desembocadura del Bidasoa. Volviendo a la influencia de la pintura en los primeros tiempos de la fotografía, el análisis del Fondo García Fornieles muestra que sus instantáneas sobre los diferentes paisajes se encuentran en la citada línea, pues estos no son inanimados, sino muy animados, al estar presto a colocar en los mismos cuantos eventos y efigies de personas se prestan a ello. Algunas imágenes como Niños en la playa de Balerma, nos recuerdan, guardando las distancias, varias obras de Martín Rico, especialmente Desembocadura del Bidasoa.

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