El occidente y el ocaso
HOY se nos junta la visita al occidente de la provincia y la recta final de las procesiones. Vayamos, pues, por partes. Digo occidente y no Poniente, como dice ahora, porque esta comarca no incluye la Alpujarra (y eso que la costa desde Punta Entinas hasta Adra lo es), ni otras comarcas interiores. Como ayer cumplí la parte penitencial citando la Semana Santa de Berja, vamos a centrarnos en las compras y las comidas a partir de allí. En Alcolea: buen pan y dulces típicos en el Obrador de Santa Rosa; y la almazara Flor de Oliva, que fue la primera de la provincia que instaló una moderna Pieralisi. En Laujar, además de sus conocidos vinos -Valle Laujar, Bosquet…-, hay una moderna quesería, Medal, que se puede visitar. La Alacena, en el centro del pueblo, es una tienda bien surtida.
Hay vinos por toda la zona. Los que más me molan son los de Alboloduy y Padules (recuerden el pan citado el martes). Un extraordinario aceite es el arbequino de la Almazara de Canjáyar; si están allí, sería locura perderse los merengues de la pastelería Pastor. Hay buenas queserías en El Ejido (Ejinor) y Roquetas (Pericho). Las tres citadas usan leche de sus propias cabras y lo están haciendo bien.
Algunos apeaderos de alivio por estos andurriales se reseñarán al final, ahora les sugiero un postre: los huevos fritos con miel, que eran típicos en Los Vélez en estas fechas. Háganlos con aceite Castillo de Vélez, huevos ecológicos de Cantoria y miel de Sorbas o Lubrín, por unir tres territorios.
¿QUÉ FUE ANTES, LA LOLA O LA AMALIA?
El Viernes santo de la capital empieza con el Cristo de la Escucha a las cinco de la mañana y acaba -ya vencido el día, pero sin llegar a "la madrugá"- con un centón de saetas en la puerta de Santiago, despidiendo a la Soledad, "La Lola" para los amigos. Como la iglesia está en el cogollo de la ciudad, la oferta de barras y mesas donde esperar picando algo es muy numerosa. Y variopinta, así que me mojo y nombro algunas, por supuesto a nadie que use congelados, 5ª gama y/o aceites espurios: En el Sacromonte, a dos pasos de Santiago, hay una de las poquísimas frituras de calidad de la ciudad (otras dos ya han sido citadas aquí); mariscos impecables. Al oeste, en la Plaza Vieja, Añorga hace los mejores pinchos; modernos, y también alubias negras o callos. Tapas almerienses con cariño en Nuestra Tierra (Jovellanos), y algo alejado del epicentro de hoy -por las cuatro calles- Pimienta Rosa, con buenas carnes y pescados a la brasa, tapas de cocina y ensaladas graciosas. En Obispo Orberá, Lila's es acogedor y tiene tapas diferentes. También es un buen sitio para relajarse con un cóctel.
El remate, tras las saetas, no puede ser otro que en el Quiosco Amalia con un clásico americano o un repaso a su extensa oferta de licores de alta gama. Es más reciente que La Soledad, desde luego, pero no está mal para haber empezado el negocio con una sillica y un carrillo como lo empezó Amalia antes de la guerra de Cuba.
UNA BUENA TAPA…
Por el interior me dejé un apeadero insigne: La Posá del tío Peroles en el municipoi de Abla, donde Antonio Herrerías acrece la tradición familiar -el Pintao, con buena cocina, setas y un postre ancestral: el dulce del paraíso.
En la costa occidental ya salió Adra, así que paramos en Balerma. En el bar La Lonja, Susana adereza con arte los pescados recién subastados. En el Puerto de Roquetas, frente al ya citado Los Pescadores, está una de las estrellas Michelín de Almería: Alejandro. Sería imperdonable pasar el puente en la zona sin visitarlo. No se pierdan las gachas con caldo pimentón o las migas con gambón.
Igual les digo del restaurante La Costa, nuestra otra estrella Michelín; excelentísimos pescados, mariscos y verduras tratados con arte. Y en Aguadulce, Bacus. Estupendos pinchos y raciones; y la mejor ensaladilla rusa, mejor dicho, la única auténtica.
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