Las ofertas del Ecoprix

Almería

El economato de La Cuesta de Los Callejones revolucionó el sector comercial desde el verano de 1975

Cuesta de Los Callejones en 1983, a la izquierda de la foto estaba Ecoprix con la puerta llena de coches aparcados
Cuesta de Los Callejones en 1983, a la izquierda de la foto estaba Ecoprix con la puerta llena de coches aparcados / La Almería Perdida
José Manuel Bretones

Almería, 03 de abril 2022 - 07:00

Los almerienses de hace 50 y 60 años compraban sus alimentos de una forma distinta a la de hoy. Abundaban los “Spar”, las tiendas de barrio, los ultramarinos y los pequeños comercios. En ellos había casi de todo y el trato con el tendero era directo, en ocasiones casi familiar. La cercanía y la confianza suponían las dos claves en el éxito de aquellos establecimientos donde se fiaba, se envolvían los manjares recién recolectados en papel de estraza y la cuenta se sumaba a lápiz en un mostrador de mármol blanco. Ahora, muchas décadas después, la gran compra semanal del hogar requiere desplazarse en vehículo o abonar el reparto al transportista.

Las primeras grandes tiendas que se inauguraron en la capital en los sesenta y setenta fundamentaron su prestigio en el precio ajustado y en el trato cercano con el cliente. Ni el Simago del Paseo, ni “La Llave”, ni “Galería Más” de la Rambla contaban con aparcamiento porque, sencillamente, en esa época no era necesario.

Por eso, cuando el 28 de julio de 1975 abrió “Ecoprix” en La Cuesta de los Callejones, la apuesta fue muy arriesgada porque obligaba a llegar y a volver en vehículo. Ya sabemos que el almeriense, en eso de las distancias, es peculiar y hasta hace cuatro días consideraba extrarradio cruzar la Rambla o la calle Altamira. Si no, que se lo digan a los residentes de El Zapillo o San Luis que cuando iban al centro a realizar cualquier gestión afirmaban rotundamente “¡voy a Almería!”, como si sus barrios fuesen una pedanía del extremo de la provincia y su trayecto una excursión a Castala.

Ecoprix abrió siendo economato, al que era necesario asociarse por 200 pesetas al mes. A cambio, los precios eran “al coste”; las ofertas de los productos, superiores a otras tiendas; estaba abierto hasta las diez de la noche, incluso los sábados, y poseía múltiples secciones para realizar la compra completa para la casa: alimentación, limpieza, confección, ferretería, pequeños electrodomésticos, menaje… también ofrecía un servicio gratuito de autobús, diez veces al día, para los clientes que carecieran de coche. Quienes iban en su automóvil echaban la tarde paseando por aquellos pasillos llenos de estanterías repletas de productos. Y eran tantos que, en ocasiones, había atascos a la altura del cementerio.

Distintas fases de la empresa Ecoprix: en su apertura, con la sucursal de Aguadulce y cuando se quedó con “La Llave”
Distintas fases de la empresa Ecoprix: en su apertura, con la sucursal de Aguadulce y cuando se quedó con “La Llave” / D.A.

Francisco Pérez y el profesor mercantil Emilio Lucas fueron gerentes de Ecoprix y entre sus socios fundadores figuraba la familia propietaria de “La Llave”, con el 18 % de las acciones, como se demostró en la junta convocada por el consejo de administración el 22 de mayo de 1976, en el Hotel Almería. El personal, predominantemente femenino: dos decenas de chicas jóvenes que llegaban al trabajo en un servicio de transporte propio de la empresa. Los lemas publicitarios eran “ambiente cálido de nuestra gran familia”, “compre a precio de coste” y “el economato de las soluciones definitivas”.

En fechas señaladas celebraba el día del asociado con regalos, degustaciones y sorteos, como en 1977, de lavadoras “New Pol”. Una le tocó a la señorita Dolores Biosca Criado y otra a la familia Gómez Giménez. A los clientes se les sugería guardar el ticket de compra y si su número coincidía con el ganador de los “Iguales” tenían premio, que podía ser una cesta de Navidad, la compra anual gratuita o un viaje a Mallorca. Había otras promociones que hoy serían sumamente criticadas, como invitar al hombre a un cóctel en un confortable sillón, donde podía fumar, mientras la mujer compraba…

Ecoprix: con la sucursal de Aguadulce
Ecoprix: con la sucursal de Aguadulce / D.A.

Como gran comercio, Ecoprix daba salida a productos específicos en efemérides y fiestas señaladas. Para el día de la madre de 1978 vendió decenas de picadoras Moulinex a 2.395 pesetas, cuchillos eléctricos a 1.450 y mantelería de hilo Lagartera de doce servicios a 3.975 pesetas. Lo cierto es que aquella inmensa nave con aquel letrero gigantesco tenía precios baratos. En 1979, cinco litros de aceite virgen de oliva costaban 530 pesetas; el Nescafé, 183 y media docena de huevos, 27.

Para comprar había que ser socio, pagando 200 pesetas al mes. A cambio, precios “al coste” y una amplia gama de productos

Una fórmula de éxito

Muchos clientes se infectaron en Ecoprix de ese padecimiento consumista que llaman ahora “de las compras compulsivas”. Por los pasillos de la nave se dibujaban caras de felicidad y rostros sonrientes tras aquellos enormes carros tan alargados como la caja de un camión Avia. Iban rebosantes de latas de conservas de atún y caballa de kilo, de paquetes con decenas de donuts o de monumentales botes de cristal colmados de zanahorias ralladas, cebolletas encurtidas o confituras de pimiento. Todo a lo grande.

La fórmula fue un éxito durante los primeros años y se extendió a Aguadulce con la marca propia “Galiven”. Ecoprix obtuvo el premio “Máster 78” y llegó a tener miles de asociados, muchos de ellos hosteleros y dueños de discotecas porque allí encontraban mejores precios que en los catálogos de las casas de bebidas. De igual modo, se convertía en escenario para que los afiliados probaran productos que se pretendía introducir y, según su aceptación, se colocaban o no en las vitrinas. La marca de refrescos “Kas” repartió gratis en mayo de 1978 su nuevo sabor de manzana, pero la acogida fue nefasta. Estaba muy malo. También existía cierto “mercadeo negro” con las tarjetas de socios pues circulaban de parientes a parientes permitiendo al primo o al sobrino comprar más barato. Era la moda y todo el mundo quería ir allí; por lo menos a olisquear o a distraerse subiendo y bajando en la escalera mecánica.

Logo apertura
Logo apertura / D.A.

Ecoprix también apoyó al deporte base con el patrocinio de equipos de fútbol sala o baloncesto infantil y trofeos para los ganadores en los certámenes para niños de pesca deportiva. Siete años después de la inauguración, el economato se unió con “La Llave” y efectuaron una publicidad conjunta con precios únicos. Fue el paso previo para que el 13 de enero de 1984 se quedara en propiedad con el local de 383 metros cuadrados de la calle Marcos, junto a la antigua peña de Manolo Escobar. Lo vendieron Francisco Lucas Martínez y su esposa, la catedrática, Carmen Marín Araez (1916-2003) a cambio de los 15,6 millones de pesetas de las hipotecas pendientes. Nacía “Ecoprix centro” y la oferta al cliente se ampliaba con juguetes, cuberterías o discos. Seguía con sus sorteos y promociones, añadiendo a la propuesta comercial marcas de calidad, inhabituales en otros establecimientos: “Chocolates Cotedor”, “Leche Cerdanya”, “Colonia Pyn´s” o “Quesos Nardo”.

Entre 1985 y 1986, con el nuevo Pryca en ciernes, surgieron en la empresa problemas laborales y financieros. Hubo una demanda colectiva de 30 empleados con sentencias desfavorables para la sociedad, lo que inició el desplome de la marca. Era habitual ver su nombre en los edictos de los juzgados, en los impagos de la tesorería de la Seguridad Social y en la relación de bienes objeto de embargo y subasta. Así, el economato cerró antes de 1990 pero su impacto social fue tan enorme que, aún hoy, algunas industrias de Huércal de Almería indican a sus proveedores que se encuentran “a espaldas del Ecoprix” para que los repartidores sepan llegar.

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