Almería

El paciente cíclico

  • La dependencia del empleo en la provincia respecto al manipulado genera una paradoja con el paro La solución, industrializar el agro incrementando su valor añadido

No por repetido, el mensaje se entiende mejor. Esta conclusión se extrae del análisis de la evolución histórica de los datos del paro en la provincia de Almería. En resumen, el desempleo almeriense es cíclico, como si se tratase de las constantes vitales de un paciente, (véase el gráfico), una característica que define su comportamiento en determinados momentos del año, debido a la dependencia que tiene el mercado laboral del sector agroalimentario y, principalmente, del manipulado y envasado de sus frutas y hortalizas.

En concreto, alrededor de 30.000 personas, en su mayoría, mujeres, trabajan cada año con un modelo de contrato fijo discontinuo para que los pimientos, tomates, pepinos, berenjenas y demás productos almerienses lleguen a las despensas de millones de consumidores españoles y, sobre todo, alemanes, ingleses o franceses, entre otros.

Esto significa, que cuando comienza la campaña hortofrutícola, el paro desciende bruscamente, mientras que vuelve a subir cuando el campo almeriense realiza el cambio de ciclo, en primavera, para volver a descender a partir de verano, con la llegada del siguiente curso agrícola.

Resulta llamativo, no obstante, dentro de este modelo de comportamiento cíclico del desempleo almeriense, que se necesitan picos exageradamente grandes de afiliación a la Seguridad Social para que se traduzcan, sin embargo, en descensos moderados del paro, tal y como se aprecia en la gráfica adjunta y como destaca el letrado del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en Almería, Javier Menezo. Del mismo modo, ocurre a la inversa, es decir, cada vez que hay una subida en el número de parados, se produce simultáneamente un descenso vertiginoso en la cifra de afiliados. En concreto, cuando el paro baja entre 4.000 y 5.000 personas, en momentos puntuales del año, el número de afiliaciones crece cerca de 15.000, mientras que cuando ocurre al contrario, y el desempleo se incrementa en esos cuatro o cinco mil usuarios, las afiliaciones van disminuyendo, progresivamente, hasta esos quince mil, a lo largo de seis u ocho meses.

El análisis que realiza Menezo no es baladí, pues no en vano atesora a sus espaldas una experiencia de casi treinta años (en concreto, 28) dando servicio al usuario en el Instituto Nacional de Empleo, y desde donde ha mostrado siempre su pasión por radiografiar el mercado laboral desde todas las ópticas posibles, cuándo y por qué sube o baja, en qué sectores y cómo afecta según el género.

La agricultura, con el manipulado a la cabeza, influye sobremanera en la evolución del paro en Almería, mientras que el resto de sectores económicos afectan relativamente poco (por su menor peso específico en el conjunto del empleo generado), en las fluctuaciones del desempleo, ya sean al alza o a la baja.

Los pasados meses de marzo y abril subió el paro en Almería por dos motivos principales: por un lado, hubo más demandantes que se inscribieron en los planes de empleo de la Junta de Andalucía; y por otro, a la espera de encontrar trabajo durante la Semana Santa. Por ello, cuando estos planes se han acabado, al igual que los servicios demandados para esta festividad religiosa, la cifra del desempleo ha vuelto a incrementarse.

Otra de las características que definen el comportamiento del mercado laboral almeriense es la elevada temporalidad de los contratos, tal y como vienen denunciando los sindicatos durante años, lo que también se asocia a precariedad, pues, según UGT y CCOO, cada vez hay más contratos de media jornada e, incluso, de menos, que en realidad se convierten en ocho, nueve o diez horas de trabajo efectivo, eso sí, con el salario de cuatro.

Una de las posibles soluciones ante este 'paciente cíclico' pasa por generar un mayor porcentaje de industria en la provincia, una actividad que en la actualidad es muy escasa y que no se pone en marcha de la noche a la mañana. El ansiado cambio de modelo productivo del que hablan muchos expertos y economistas desde que se instauró la crisis, allá por el año 2008, se trata de una cuestión largoplacista. Sin embargo, una alternativa a ello, real y viable pasa por industrializar un sector como el agroalimentario, es decir, incrementar el valor añadido y "hacer mejor lo que sabemos hacer, con innovación en los procesos que mejoren la productividad y la competitividad, con cuartas y quintas gamas, productos más elaborados, nuevas variedades de frutas y hortalizas, más resistentes a virus y plagas o más productivas...", comenta Javier Menezo.

De esta forma, se reduciría la dependencia tan elevada que se tiene de la agricultura y, en este caso, del manipulado, rompiendo el factor cíclico con un trasvase de empleo de esta actividad hacia otra encaminada a la elaboración de esas frutas y hortalizas, añadiéndoles más valor, con el consiguiente beneficio para el eslabón más débil de la cadena, el agricultor.

También debe jugar un papel importante el segmento de la reforma de edificios, más importante y estable que hacer obra nueva, al menos, de momento. En este sentido, ya hay planes de la Administración para la rehabilitación de viviendas, incluso, con ayudas, para mejorar su eficiencia energética y la domótica, con casas más sostenibles.

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