El padre de la doctrina durmió en El Acebuche

La prisión almeriense albergó durante un tiempo a Henry Parot Junto a él, la política de dispersión trajo a Cuevas de los Medinas, a lo peor de la banda asesina

Henry Parot ante un juez de la Audiencia Nacional en el año 2007, cuando tuvo que responder a la presumible participación de ETA en los atentados del 11-M en Madrid.
O. Lezameta · J. A. Pérez

27 de octubre 2013 - 01:00

Probablemente sea el nombre más repetido de los últimos días. Su infame trayectoria como uno de los más sanguinarios miembros de la banda terrorista ETA, hizo que la gravedad de sus delitos le hiciera pasar a la historia, no por las bondades de sus hazañas, sino por provocar un cambio en la aplicación del Código Penal que ahora ha sido tumbado por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, en una sentencia que ha puesto patas arriba la política aplicada contra los condenados por terrorismo y delitos graves que están más cerca de lo que jamás imaginaron de la puerta de salida de sus respectivas prisiones. Pocos saben, en cambio que Henry Parot, como otros miembros de la banda terrorista ETA, pasó un tiempo detrás de las rejas del centro penitenciario almeriense de El Acebuche. Almería era, en los años en los que la dispersión de los presos etarras era bandera de la política antiterrorista, uno de los primeros donde iban a purgar sus crímenes, por ser uno de los más alejados del País Vasco.

Henry Parot conoció las incomodidades de la prisión almeriense el 4 de julio de 1992 procedente de la cárcel de Badajoz. Hacía apenas seis años que había abierto sus puertas. Nacido en Argelia en 1958 hijo de un pied noir francés, (pies negros era como denominaban despectivamente a los ciudadanos occidentales que salieron del país africano durante la sangrienta etapa de la descolonización.

Parot fue el jefe del denominado Comando Itinerante, uno de los más sangrientos de la organización terrorista. Había sido detenido apenas dos años antes, el 2 de abril de 1990 por una patrulla de trafico de la Guardia Civil en la localidad sevillana de Santiponce durante un control de carretera. Cuando los agentes inspeccionaron el vehículo localizaron en el maletero unos 300 kilos de Amosal, un potente explosivo con el que pretendía volar la jefatura superior de Policía de Sevilla. Henry Parot está considerado como el responsable de 14 asesinatos al frente del terrible comando Itinerante que desde su creación en 1988 provocó la muerte de mas de 40 personas. Tiene penas que acumulan mas de trescientos años de cárcel. En su historial delictivo, entre otros crímenes se le imputa el asesinato a tiros en 1978 del gobernador militar de Madrid, Constantino Ortiz.

Ingresó en ETA en 1978 cuando apenas rondaba la veinte. Su profesión de agente comercial le permitía cierta movilidad por todo el país al no encontrarse bajo control de los servicios de información antiterroristas españoles ni franceses utilizando documentación y pasaportes falsos. En mayo de 1981 el comando que dirigía asesinó al general Palenzuela y a cuatro militares más; participó en el atentado a un autobús de la Academia Militar de Zaragoza en enero de 1987 donde hubo dos muertos y cuarenta heridos graves. Intervino en la muerte del vicealmirante Colon de Carvajal y su conductor Manuel Trillo. También se le atribuye el atentado a la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en cuyo acto terrorista murieron cinco niños, dos mujeres y cuatro miembros de la Benemérita, uno de los más terribles de la historia de ETA y está imputado como responsable directo del atentado contra la Dirección General de Guardia Civil en Madrid y del asesinato en 1989 de la fiscal Carmen Tagle en la puerta de su domicilio.

Su paso por el Acebuche, coincidió con la estancia de varios de los más sanguinarios compañeros en la banda terrorista. Almería fue durante años, destino de lo peor entre los peores. Desde Jon Aginagalde asesino del guardia civil Ángel Zapatero y del carnicero de Hernani Lorenzo Mendizábal, a Francisco Ruiz Romero, autor de la muerte del concejal de UPN Tomás Caballero, pasando por uno de los más depravados integrantes de ETA, Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, autor material de la muerte del concejal Miguel Ángel Blanco y a quien gustaba pavonearse de haber cometido él mismo los crímenes más atroces. Aún está entre sus rejas José Ignacio Krutxaga, el autor de la muerte del exministro Ernest Lluch, que lleva en la cárcel almeriense desde julio de 2002.

El Acebuche guarda entre sus muros, las más terribles páginas de la historia criminal española y, a tenor de cómo evolucionan los acontecimientos, no es demasiado aventurado asegurar que cada vez serán menos. En cualquier caso, tampoco habrá que esperar mucho tiempo para descubrirlo.

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