Almería

Los padres ya sabían que Ana Julia era la culpable

  • Ángel Cruz comenzó a sospechar del relato de su pareja y la Guardia Civil le confirmó que era la principal sospechosa

  • Junto a la madre tuvo que aparentar normalidad frente a la detenida

Ángel ya sabía cuando se tomó esta fotografía el pasado viernes que Ana Julia era sospechosa.

Ángel ya sabía cuando se tomó esta fotografía el pasado viernes que Ana Julia era sospechosa. / Javier Alonso

Los padres de Gabriel lo sabían. Como mínimo desde el pasado viernes, cuando se celebró la multitudinaria concentración en la Puerta Purchena en la que participaron 8.000 personas Ángel Cruz y Patricia Ramírez ya conocían que Ana Julia Quezada Cruz, la pareja de él, era la principal y única sospechosa de la desaparición del pequeño de 8 años. Al parecer, fue Ángel el que comenzó a desconfiar del relato de su novia y acudió a la Guardia Civil para trasladar la inquietud que comenzaba a hacer presa de él. Fue entonces cuando los investigadores le dieron la mala noticia, la presunta autora para la Unidad Central Operativa (UCO) de los hechos era la mujer con la que mantenía una relación desde hacía un año y medio.

Patricia fue la siguiente en enterarse. Sin embargo, ni ella ni Ángel podían demostrar ante Ana Julia que sabían nada. Era preciso que la mujer acabase por cometer un error como el que finalmente se produjo este domingo, cuando extrajo el cuerpo sin vida del niño del pozo de Rodalquilar en el que lo había ocultado, lo introdujo en el maletero de su coche y se dirigió a Vícar, donde fue detenida finalmente doce días después de la desaparición del pequeño "pescaito" en Las Hortichuelas Bajas de Níjar.

Las mentiras contadas a la familia y a los investigadores han sido su perdición

Desde un primer momento el foco estuvo sobre Ana Julia. La declaración, como testigo, de la mujer no convenció a la Guardia Civil debido a las inconsistencias que presentaba. Y es que la mujer habría apuntado que después de comer había salido al mismo camino de tierra que supuestamente debía recorrer el niño para llegar a la casa de sus primos. La dominicana no coincidió en todo momento con quién hablaba o qué hacía con dicho terminal, que además perdió poco más tarde. Curiosamente, el teléfono fue recuperado por los vecinos pero la ahora arrestada no celebró el hallazgo como sería lo lógico.

Aunque en un principio no se supon nada de esto, Ana Julia abandonó la casa de la abuela de Gabriel minutos después de que éste supuestamente se fuese a jugar con sus primos. Cogió su coche y, según ella, se dirigió a Rodalquilar a limpiar la casa de la familia de Ángel, la misma finca en la que finalmente se ha podido confirmar que estuvo oculto el cuerpo sin vida niño desde el primer día de su desaparición.

Por si fuese poco, el hallazgo de la camiseta interior con el perfil genético de Gabriel Cruz aumentó las sospechas sobre la posible implicación del entorno familiar en la desaparición del menor, en concreto en Ana Julia que fue la persona que halló esta prenda. Tras unas primeras horas de confusión, las pruebas de ADN confirmaron que la camiseta pertenecía al niño. Se trataba de la primera pista concreta sobre el niño. Los investigadores de la Guardia Civil guardaron silencio sobre las dudas que rodeaban a este hallazgo al tiempo que recababan datos sobre la posible implicación de Ana Julia en la desaparición.

La presunta autora de los hechos fue la responsable de tejer una coartada respecto a esta prenda, pues afirmó casi desde el inicio que fue ella la que había cambiado esa mañana a Gabriel, llegando a concretar que incluso lo había perfumado. Pero algo no cuadraba para los investigadores. Cuando cientos de personas ya habían recorrido los alrededores de la depuradora de Las Agüillas, Ana Julia fue la que la encontró cuando paseaba por la zona junto a Ángel Cruz. El propio hombre señaló días atrás en declaraciones a los medios que habían acudido a este lugar donde la dominicana solía pasear a sus perros porque poco antes estaba viendo un partido de fútbol y no soportaba estar en casa sin hacer nada para encontrar a su hijo. Que la camiseta estuviese seca y prácticamente sin arrugar, tampoco ayudó a creer que, tras días de fuerte lluvia, hubiese llegado a un cañaveral casi intacta sin que alguien mediase para ello. Claro que de esta forma, era posible distraer la atención durante un tiempo para que las miradas no se fijasen en Rodalquilar, localidad ubicada en dirección contraria.

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