Almería

Cerrar antes que ahogarse en deudas

  • La pandemia devora a más de un millar de negocios del sector servicios en Almería durante el mes de octubre. Estas son algunas de las historias de por qué dueños de bares y comercios han decidido dejarlo. 

María José Pérez, de Don Pipo, cierra su juguetería después de Navidad

María José Pérez, de Don Pipo, cierra su juguetería después de Navidad / Javier Alonso

Ni la reapertura en desescalada ni las ayudas públicas han podido evitarlo. La pandemia, que empezó hace ocho meses atrás cerrando negocios a cuentagotas, ha dejado impactar el coronavirus como un meteorito sobre la economía. Locales vacíos, carteles de traspaso y persianas bajadas de forma definitiva están apropiándose del paisaje urbano. Nadie lo quiere, pero el cierre se está convirtiendo en la única salida para muchos antes de caer en ese temido cráter de deudas del que no poder salir en muchos años.

Las reglas para un negocio exitoso vigentes hasta principios de año son papel mojado. De lo que se trata es de aguantar, de restar meses a la bienvenida de la vacuna, por muy boyante que fueran las cuentas antes de marzo. Mantener un mínimo de ingresos y deshacerse de todos los gastos posibles es el quebradero de cabeza diario de empresarios y autónomos. Serían la resistencia, si de una guerra, como muchas veces se le ha hecho referencia a este virus letal, se tratara.

Ese sobresfuerzo queda reflejado en los datos que arroja el dinámico tejido empresarial en Almería donde, con una economía congelada por el confinamiento, la actividad ha vuelto aflorar, revertiendo incluso cifras en sectores como la construcción. Es un respiro y puede que aparente. Los registros del Ministerio de Trabajo de las empresas inscritas en la Seguridad Social ofrecen un vaivén de cifras en función de las medidas gubernamentales adoptadas para contener la expansión de la pandemia.

Los últimos datos aportados corresponden al mes de octubre. No son positivos para el turismo, la hostelería y comercio, si bien hay 1.014 nuevas altas con respecto al mes de marzo (14.799 frente al mínimo contabilizado en marzo de 13.813). ¿Por qué?

La inestabilidad económica, con cierres, reaperturas, negocios reconvertidos o esos otros que se aventuran a abrir pese a los riesgos, mezclada con las peculiaridades de Almería, dificultan a los expertos dar un explicación a este baile de cifras anual que, al compararse con los datos del pasado año, se detiene en seco. En octubre de 2019, el sector servicios registraba 15.101 negocios operativos. Almería ha perdido en este mes de octubre 1.302 bares, comercios, agencias de viajes...

El barómetro de la Asociación de Trabajadores Autónomos dice que hay un millón de ellos en el alambre, la expresión con la que se refieren a que su facturación es una quinta parte de lo que era en 2019. Tiran de ahorros y uno de cada tres tiene deudas pendientes. Según la Asociación Profesional de Trabajadores Autónomos de Andalucía, en lo diez primeros meses de 2020, han sido 7.564 almerienses los que han cursado la baja en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. Los hay que no podrán acogerse ayudas públicos porque no han podido mantener la cuota.

La pandemia está teniendo un impacto brutal sobre las vidas de las familias almerienses. En el último año el porcentaje de desempleados se ha incrementado en un 23,56%. Hoy en Almería hay 4.413 parados más que hace un año. La cifra total de almerienses sin trabajo asciende a 23.137 personas, de las que 13.174 son mujeres (un 56,9% del total) y 15.889 corresponden a ese mal parado sector servicios, que representa un 68% del total.

La historia estadística tiene su reverso: la historia de cada uno de estos negocios y sus familias. Los hay que dejan la toalla para recogerla en cuanto puedan...

EL VINO EN UN BARCO. Catalina Landín

“Ya no me queda crédito, un bar te puede descapitalizar”

Catalina Landín abría en 2014 El vino en un barco Catalina Landín abría en 2014 El vino en un barco

Catalina Landín abría en 2014 El vino en un barco / Rafa González

Clientela a la coctelería de El vino en un barco nunca le ha faltado desde que, en 2014, Catalina Landín abriera este negocio de la calle Real con las ayudas a fondo perdido del Plan Urban, que cubrían una parte de los gastos. Eran momentos económicamente complicados y, sin embargo, casi dulces comparados con los actuales en los que “entras a un banco, y no te dan ni agua”.

El marinero de la pared de este local ha tenido que plegar velas. Justo antes del confinamiento, Landín había invertido en reformas para renovar estética. Y “justo cuando terminé las obras, declararon el estado de alarma”. Tocó la espera. Aguantar. Pero en julio, “cuando fuimos a abrir, me encontré la calle abierta”. La zanja de las obras del Ayuntamiento impedía entrar a un negocio en el que, en momentos de pandemia, ha sido crucial disponer de terrazas. “No podía poner mesas en la puerta, hablé con el Ayuntamiento y no conseguí nada. Fue el pie en la nuca”.

El vía crucis de meses acabó en septiembre: “sin crédito”. “La reforma, los empleados en ERTE, los seguros sociales, suministros..., es que me he endeudado” porque, como apunta, “el dinero de un bar entra muy rápido si se consumo y, si no funciona, te descapitaliza”. En la plaza del Carmen, tiene Landín sus miras y otro bar. “Lo tengo cerrado, pero el local es mío. No es lo mismo. No gano, pero tampoco pierdo. Cuando pueda, lo abriré”, se promete.

JUGUETERÍA DON PIPO. María José Pérez

“Ni los juguetes ni la clientela, lo que me han quemado son las circunstancias. Me jubilo”

María José Pérez, treinta años entre los juguetes de Don Pipo María José Pérez, treinta años entre los juguetes de Don Pipo

María José Pérez, treinta años entre los juguetes de Don Pipo / Javier Alonso

Treinta años entre juguetes y esta será su última campaña de Navidad con unos Reyes Magos que le traen a María José Pérez el descanso merecido. Se jubila y cierra Don Pipo, una tienda de esas con encanto por la que, como recuerda la propietaria de este comercio en la circunvalación del Mercado Central, han pasado generaciones a la búsqueda de esos juguetes de siempre. “Son mi vida, pero este momento es horrible. Antes Internet, sobre todo Amazon, que nos hace tanto daño, y ahora también la pandemia”. El día de esta conversación, había vendido 7,95 euros.

“Tengo una empleada, lleva 13 años conmigo y se me parte el alma”. Confiesa también que ganas de jubilarse, ninguna. Por ella, seguiría envolviendo con la sonrisa que le caracteriza cada regalo, pero las circunstancias han hecho precipitar esa decisión de jubilarse. “Tengo 66 años y me siento bien y con ganas de seguir atendiendo”, aunque considera que toca la retirada. “No me ha quemado el juguete ni la clientela, lo que me han quemado son las circunstancias. Me voy, pero feliz. Con alegría. Me encantaría despedirme en la tienda de toda la clientela”.

BYBLOS. Miguel Ángel Moya

“Sin ayudas, ¿para qué abrir si los gastos son mayores?”

Miguel Ángel Moya, a la izquierda, junto a Leticia Sabater Miguel Ángel Moya, a la izquierda, junto a Leticia Sabater

Miguel Ángel Moya, a la izquierda, junto a Leticia Sabater

El número 23 de la calle Gerona le abría a Miguel Ángel Moya un cambio de rumbo laboral y renovadas ilusiones, estrenando en Almería Byblos, un local de ambiente con shows de transformismo por los que han pasado artistas de brillo como La Prohibida y Pupi Poison y, por su puesto, locales como Montana. La lista que traslada es larga. No se olvida de ningún nombre en esta etapa, ya del pasado. “Tuvimos que cerrar en marzo, pero seguimos pagando luz, agua..., aunque, por suerte la dueña del local, nos condonó el alquiler”. Cuando se levantó el estado de alarma, “lo que llegaron fueron 300.000 trabas y directamente decidimos no abrir”.

Las limitaciones de aforo fueron la estocada mortal: “Con 30 personas de máximo, iba a pagar más de lo que iba a ganar”. Y ya había recibos acumulados. “Lo que no es normal es que venga ahora una ayuda de mil euros de la Junta, que ni puedo solicitar porque, ¿de dónde saco dinero para la cuota?"

PUESTO DE ZAPATOS EN MERCADILLOS. Miguel Ángel Galera

“No he podido aguantar más y dejo atrás toda una vida”

Un joven Miguel en el puesto de zapatos del mercadillo Un joven Miguel en el puesto de zapatos del mercadillo

Un joven Miguel en el puesto de zapatos del mercadillo

No solo es un negocio lo que se puede dejar atrás. Ha sido un decisión “durísima” de tomar para Miguel Ángel Galera, pues como recuerda este comerciante ambulante su vida ha transcurrido en los mercadillos. Sus padres formaban parte de esta familia que aglutina a unas 300 personas en la capital, uno de los sectores que la Covid está afectando con mayor virulencia desde el punto de vista económico.

“Es insostenible. Ya estábamos mal, los centros comerciales no han hecho mucho daño y, ahora, la pandemia. La gente ya no acude a los mercadillos y yo no he sido capaz de aguantar. No sacas ni para un sueldo”. Desde hace 35 años ha estado rodeado de calzado, en un mercadillo y en otro, en la ciudad y en Roquetas, pero “esto es un ruina”. Las ayudas, explica, no han llegado a tiempo, mientras que ha tenido que seguir pagando tasas. Ahora, “tira de unos pocos ahorros” e intenta resolver la gran pregunta... ¿Y ahora qué?

El PULPO GIGANTE Y EL TIOVIVO DE LA FERIA. Fernando Fernández

“A los feriantes no nos han permitido opción alguna”

Fernando Fernández Fernando Fernández

Fernando Fernández

Hay sectores tambaleándose, pero las decisiones políticas para el control de la pandemia han dejado KO a los feriantes. Parados. 13 meses sin actividad. Es la dramática situación en la que están inmersas unas 500 familias en la provincia. La del portavoz de los feriantes es una de ellas. En un almacén de Vera lleva todo este tiempo guardando polvo el Pulpo Gigante y el Tiovivo, las dos atracciones que le han dado de comer a Fernando Fernández en una vida dedicada desde la infancia a las fiestas. “Hay sectores castigados, pero el nuestro es que el que más. No hemos tenido margen alguno: directamente no nos han dejado funcionar, cuando este sector es muy grande y mueve mucha economía”.

Cree que las “cosas se podían haber hecho de otra manera”, y lo afirma con la garantía de la experiencia de otras regiones donde las ferias han estado permitidas y han celebrado “cero contagios”. “Tuvimos gastos muy fuertes”, como la ‘ITV’ de las atracciones y camiones. Sin ingresos, la cartera no resiste y no puede ni acogerse a esos mil euros de la Junta. Antes colaboraba con Cáritas. Ahora es él quien recibe ayuda.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios