Pequeñas historias almerienses

Las pastillas de jabón de las abuelas

  • Las mujeres mayores y las pastillas de jabón siempre han mantenido un idilio duradero

Las pastillas de jabón que usaban nuestras abuelas

Las pastillas de jabón que usaban nuestras abuelas / D.A.

Todos tenemos grabados en la memoria olfativa algún aroma que nos recuerda a la familia. La dulzura del caramelo o de la vainilla del postre casero que elaboraba con destreza nuestra madre, la fragancia amaderada del coñac servido en copa de cristal de bohemia, el olor de los libros nuevos del colegio, el penetrante tufo del amoniaco desinfectante, el aroma mentolado de los caramelos para la tos o el perfume floral de las pastillas de jabón de las abuelas. ¡Ah, las pastillas de jabón de las abuelas! Con olor a heno recién cortado, a azahar, a rosas, a limones del Caribe o glicerina.

En 1970, numerosas perfumerías estaban diseminadas por toda Almería y cada distrito tenía, al menos, una

Porque las señoras mayores y las pastillas de jabón siempre han mantenido un idilio duradero; una admirable relación de pertenencia. Fuesen con forma de corazón, verdes como los prados asturianos, redonditas con una flor en relieve, rectangulares u ovaladas; siempre las han conservado con mimo, como un tesoro. Las colocaban con suavidad, para que no se desmenuzaran, en el interior de los armarios roperos, en las esquinas de las cómodas, al fondo de los zapateros, en la profundidad de los cajones llenos de trastos inútiles o en las maletas marrones de cartón duro y bisagras de metal, que se abrían una vez al año. “Es para que huelan siempre bien”, argumentaban con la contundencia de que hacían lo correctísimo. Y tanto, ya que practicaban la “aromaterapia” o el “marketing olfativo” sin saber que lo estaban inventando. Ahora, entras en una franquicia de tienda de ropa o de una multinacional y todos los locales de la marca huelen igual.

Ursula Andress , estrella del cine de la época, anunciando pastillas de jabón Lux Ursula Andress , estrella del cine de la época, anunciando pastillas de jabón Lux

Ursula Andress , estrella del cine de la época, anunciando pastillas de jabón Lux

Estoy seguro de que las abuelas y bisabuelas de la Almería de hoy adquirieron de sus antepasados la costumbre por aromatizar sus hogares y pertenencias con el perfume de las pastillas de jabón. Era cuando, en los años veinte y treinta del siglo XX, sus madres o tías compraban en la droguería-perfumería “La India” las de la marca “Royalty” por una peseta. Este comercio, ubicado en las calles Granada y de Ayala, pertenecía a Eugenio Hernández del Águila y a su esposa Elena Linares Manzano, y revolucionó tanto el mercado de perfumes y fragancias que en 1929 ya admitía encargos por teléfono (su número era el 309). En los años anteriores a la Guerra Civil, en la capital almeriense existían varias fábricas de jabón. La “Espuma”, instalada en el Parque; la industria de Javier Santamaría en la Plaza Marín o “El Día”, que elaboraba el “Jabón Brotons”.

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No obstante, fue en los años sesenta cuando comenzaron a popularizarse en Almería las pastillas de jabón de las grandes industrias internacionales, cuyas marcas tenían amplio eco en los anuncios de televisión y antes del No-Do: “Herbal Essence”, “Camay”, “Lux”, “Palmolive”, “Elen”, “Magno”, “Lagarto”, “Heno de Pravia”, “Bonagua”, “Pano”, “Sué”, “Varón Dandy”, “Agua Profunda”, “Floral”, “Norma” … Cada una tenía un aspecto diferenciador. A unas mujeres les gustaba el aroma y el envoltorio negro de “Magno”, a otras el color amarillo de “Heno de Pravia”, la estampa de la modelo del “Lux” o el tono verdoso del paquete de “Palmolive”. Por la espuma, la cremosidad, la suavidad, la hidratación… Lo cierto es que casi todas las marcas de jabón de tocador olían fenomenal y cada señora tenía su preferida. Bien lo sabían las vendedoras de las perfumerías de la ciudad cuando aparecían sus clientas habituales. Porque esa fidelidad al producto, también se mantenía con el punto de venta.

En Vélez Rubio, en 1968, ya existían nueve perfumerías

Anuncio de Camay Anuncio de Camay

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En 1970, las perfumerías estaban diseminadas por toda Almería y cada distrito tenía al menos una donde las familias se abastecían de colonias, cremas y pastillas de jabón. Miguel Alonso Guzmán abrió su tienda en La Almedina, César Fernández Romero en la antigua calle General Rada, José Alcaraz Beltrán en la Plaza del Carmen, Fernando Fernández Campos “Perfumería Eva” en la calle Trajano, Nicolás Díaz García - “Madiló” -, “Segura Hermanos” y Rogelio Martinez Abad en la Puerta de Purchena, Carmen García Domínguez en la calle Terriza, Manuel Linares Ortega en Altamira o Carmen Lozano Torres en Méndez Núñez. Como es lógico, el Paseo concentraba un sinfín de perfumerías: las de José Burgos Raso, de Manuel Álvarez Ordoño, José Cortés Salvador o Manuel López Giménez. En El Alquián estaba la de María Dolores Mena Salazar y en La Cañada la perfumería de Blas Pardo Rodríguez.

Una pastilla de “Heno de Pravia” valía en Almería, en 1971, 13,50 pesetas; en tres años subió a 18. La de “Lux” de 90 gramos (que en 1962 valía 6,50) costaba en 1976 16 pesetas; dos años después marcaba 20. La de 130 gramos pasó de 21 a 29 pesetas. Esa marca la anunciaban Elke Sommer, Carmen Sevilla, Raquel Welch, Debbie Reynolds o Úrsula Andress en la tele y en el cine y obtuvieron un éxito tremendo. “Camay” también era muy demandada; hace 50 años costaba 10,50 pesetas la pastilla pequeña y 15,50 la grande. La actriz Aurora Bautista y las modelos Aleida Leal y Carmen Pujol eran sus prescriptoras famosas, aunque el lema de 1969, hoy, sería impensable: “suaviza su piel… para él.” La actriz Andrea Palma prefería “Palmolive”.

Eso de comprar las olorosas pastillas de jabón que anunciaban las actrices famosas en la tele no era privativo de la capital. En la provincia había numerosas perfumerías. En Rioja estaba la de Juan Cazorla Cazorla; en Albox la de Roque Sanchez Sánchez; en Viator la de Josefa García Álvarez; en Alhama la de José Amate Giménez; en Adra las de Rufino Fernández Gómez y Juan Oliver García; en Roquetas las de Ángeles Giménez Pomares, José Ibáñez Vizcaíno o Antonio López Rodríguez. En Vélez Rubio, ya en 1968, ya había abiertas nueve perfumerías, como la de Rufino Egea Reche o la de Ginés Navarro Ballesteros.

Camay, Jabón hidratante - Año 1969

Avanzados los años, “Marín Rosa”, “Ecoprix” y “Briseis” abrieron sus perfumerías y se pusieron de moda “Carresi”, “Dyán”, “Lola´s”, “Charli”, “Iberia”, “Osiris”, “Segur” o “Lina”. Ofrecían productos más exclusivos, perfumes caros y cremas anti edad que costaban un dineral, pero todas seguían manteniendo en sus estanterías y escaparates una variedad amplísima de pastillas de jabón. Son las mismas que han permanecido meses, años y lustros en los lugares más insospechados del hogar. No se gastaban porque su uso era olfativo y no higiénico.

Y cuando las mujeres mayores que compraban pastillas de jabón ya no estén, la profunda fragancia a jazmín, a té blanco o a lavanda seguirán ahí. Entonces, por un momento, nos acordaremos de la cara de felicidad de nuestra abuela cuando abría el envoltorio de su jabón de tocador “Lux” recién comprado.

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