El pequeño CID

Crónicas desde la Ciudad

Juan José Gimeno Valdivia nació en Almería en 1944 y falleció en accidente de tráfico (mayo, 1986) en la provincia de Gerona. Tanto en su etapa novilleril como doblemente alternativado, cautivó por su valor y torería

El pequeño CID
El pequeño CID
Antonio Sevillano / Historiador

17 de enero 2010 - 01:00

DESDE que el primitivo uro europeo devino -vía selección genética- en el toro de lidia ibérico, ser figura del toreo en Andalucía, Madrid o en el campo salmantino, ha sido y es dificilísimo. En Almería, en cambio, no es fácil ni difícil, sencillamente, es un milagro del cielo. Pregúntenle a la legión de ilusionados aspirantes que sembraron de frustración su caminar ante la imposible tarea. Salvo que surja un noviazgo con duquesas y/o famosas de revistas del corazón. Dificultades las hubo siempre, aunque el bienestar social actual palie afortunadamente las dificultades. Pero no hace tantas décadas, comprar capotes y muletas o encargar un traje al sastre era impensable; a lo más que llegaban era a alquilárselos al Ciérvana o pedirlos prestado a la viuda de Relampaguito. Así estaban las cosas. Sobre estos avatares reflexionaba leyendo la entrevista en este Diario de Benjamín H. Montanari al banderillero Juan Gimeno Mora; o la que Elena Sevillano le realizó un lustro atrás en Madrid al profesional que inteligentemente supo cambiar, tras madura reflexión, el oro por la plata de subalterno. Sobrino y tutelado de nuestro personaje, le dedica frases muy cariñosas, rematando con justeza, "lo que pasa es que las cosas se estropean y no llegó a ser la figura que todos pensábamos que iba a ser".

NACIDO PARA TORERO

Juan José Gimeno vino al mundo la mañana del 1 de febrero de 1944 en el núm. 52 de la carretera de Granada (puerta 5ª del patio de vecinos), más cercano a la Cruz de Caravaca que de la fábrica de baldosas La Cartagenera. En el meollo del barrio El Grillo, formado por casas modestas -de las llamadas de puerta y ventana- proyectadas por Trinidad Cuartara por encargo de míster Hall (El Inglés) para los operarios y familias de su fábrica y almacén de manipulado y manufactura del esparto. Era el menor de los cuatro hijos (le antecedieron María, Virgilio y José Antonio) habidos en el matrimonio entre Antonio Gimeno Montserrat, natural de Grao (Valencia), viudo, y de Josefa Valdivia Salmerón, soltera, de Berja. En realidad, quinto hermano contando a Antonio Gimeno Moreno, fruto de un matrimonio anterior y progenitor de Gimeno Mora.

Un padre de familia humilde y buscavidas en la miserable existencia que le tocó soportar a buena parte de españoles de posguerra: retratista ambulante, venta-cambio de novelas, tebeos y cuentos, "artesano" de jaulas para pájaros o marcos de fotografías… Cualquier chapuza con tal de alimentar tantas bocas. Aunque asistió a la Graduada "Calvo Sotelo", próxima a su domicilio, fue la calle, el barrio, aula universitaria casi única ofertada por el régimen franquista a aquella generación, la mía. No un colegio de pago (Diocesano y La Salle, por ejemplo), y sí el palenque donde forjarse determinado perfil que sus detractores alegremente magnificaron, olvidando sus otras virtudes personales. Obviando que Juanito Gimeno se convirtió en el novillero que más tardes de gloria brindó a la afición almeriense… ¡No todos pudimos nacer en palacios entre sábanas de Holanda! ¿Cómo habrían actuado otros si de la noche a la mañana se encontrasen -fruto de su valor, no lo olviden- con dinero, fama, lisonjas y adulaciones, pero sin la suficiente madurez dada su juventud? Menos hipocresía y más memoria histórica. Y ustedes perdonen la moralina.

DIMINUTO DAVID

David del Toreo o Pequeño Cid, así le bautizó en las páginas de diario Yugo el prestigioso crítico Juan Martínez Martín "Volapié". El chiquillo creció -más en arrojo que estatura- embrujado por la vocación contagiada de su hermano mayor Virgilio; dando capotazos al aire por la rambla Amatisteros, escuchando historias fantásticas y viendo torear a sus paisanos de más edad -colándose en la plaza, claro está- o a las consagrados anunciados en Feria. Sumando becerradas, novilladas y corridas de toros -con los dos nombres artísticos que lució- acumuló un total de veinte paseíllos en el coso de la avenida de Vílches. Su presentación, vestido de corto, tuvo lugar en el marco del festival organizado por Radio Juventud "en honor de la mujer almeriense"; encartelado con Frascuelo, Antonio Bretones, Rafaelín Valencia y el toreo bufo de "El Paella", la tarde del 23 de agosto de 1960 le cortó las dos orejas y rabo al eral que le cupo en suerte. A partir del domingo de Resurrección del año siguiente comenzaría de forma ininterrumpida su carrera. Ese día el fino torero almeriense Enrique Vera renunció a la alternativa, reapareciendo como novillero y alternando con el "diminuto" Gimeno que despachó otras dos becerras (coincidiendo, prácticamente con la creación de la primera Escuela Taurina de Almería a expensas del Frente de Juventudes).

Volapie le definió con clarividencia: "Juanito ha confirmado lo que tenemos dicho de él; está en posesión de las cuatros dimensiones: valor, arte, afición e inteligencia". Sus triunfos se suceden por la provincia y Andalucía. Debuta con caballos en Fuengirola en mayo de 1963 y el 9 de junio del mismo año se presenta ante sus paisanos, con los del castoreño, junto al malogrado Joaquín Camino y Rafaelín Valencia, cosechando los máximos trofeos ante un novillo de Pérez de la Concha. Son sus temporadas de mayor esplendor bajo la tutela, taurina y paternal, del ex matador de toros granadino Rafael Mariscal, quen le montó numerosas corridas, mano a mano, con el también "pequeñín" gaditano Rafaelín Valencia. Miguel Bailac, Martín Vázquez y Juan Carreño fueron sus otros apoderados; con la ayuda, en sus comienzos, del buen aficionado Juan Aguilera, quien, además, creó una Peña a su nombre en el Bar Morenito, de la Rambla de Alfareros, y organizó numerosos viajes para sus socios asistiesen a los compromisos por toda España de su titular, incluido el debut en Las Ventas madrileñas en marzo de 1964.

Éxito tras éxito y suficientemente placeado, el 12 de septiembre de 1965 tomó la alternativa en la Feria de Berja de manos de Miguel Mateo "Miguelín" y El Jerezano de testigo. A su segundo le cortó todo lo cortable, al tiempo que Miguelín era detenido y multado por el gobernador Civil en medio de un gran escándalo por negarse a matar uno de su lote. La suerte comenzó a serle esquiva, renunciando a dicha alternativa y anunciándose en adelante como Juan José Almería. La retomó precisamente en Almería -nocturna, 28 de junio de 1975- con Enrique Vera y Ricardo Fabra. Definitivamente se cortó la coleta y, convertido en empresario, se dedicó a organizar festejos por la Costa Brava en una portátil. En esas andaba cuando un accidente de automóvil en Gerona le produjo la muerte el 10 de mayo de 1986. Trasladado su cadáver a nuestra ciudad por sus hermanos, fue paseado a hombros por la plaza de toros de su barrio y enterrado junto a su idolatrada madre. Una nota necrológica recordaba que dejaba viuda, Mª de las Nieves Aguacil, y una hija, María del Mar, un encanto de mujer a quien le reitero mi pésame. Los buenos aficionados no deben olvidar, creo, al sucesor de Relampaguito, Pastoret, Nacional, Enrique Vera y Juan Luis de la Rosa. Descanse en paz.

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