Dos premios Nóbel en la ciudad

AL madrileño José Echegaray y a María Curie, polaca nacionalizada francesa, les unía su condición de Nóbel. Y otra menos conocida, colateral si se quiere: su presencia en Almería. El primero como destino inicial de su recién estrenada carrera de Ingeniero y la segunda en una fugaz visita en 1931. Más reciente, siendo un niño, también lo hizo José Luis Bárcenas -el tesorero del Partido Popular hoy en chirona por ladrón-, al venir su padre de director del Banco Central, pero facinerosos de su calaña mejor cuanto más lejos del relato ferial.

El primer premio Nóbel español (de Literatura, en 1904, compartido), José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916), es paradójicamente el menos citado (y reconocido) de la llamada generación del 98: no llegó a confraternizar con el movimiento intelectual decimonónico, al tiempo que estos publicaron un Manifiesto en contra de su designación por la Academia sueca. Mientras tanto, el dramaturgo, matemático y político liberal siguió afianzando su impresionante currículo, tal como vemos en la biografía de Antón de Olmet y García Carraffa: ingeniero de Caminos; diputado y senador vitalicio, ministro de Fomento y Hacienda, fundador de partidos políticos, miembro de distintas Academias y Ateneos, autor de más de sesenta comedias y obras dramáticas, etcétera.

En enero de 1854 emprendió viaje de Granada a Almería y "como no había carretera hube de hacer el camino a caballo… de suerte que tres días tardé en llegar a la capital". Y en la pensión que ocupó en la calle de los Aljibes (del Tenor iribarne) se aburrió soberanamente seis meses, como dicen que se aburren las otras. Además de almorzar y cenar poco y mal. Su única obligación era recorrer un simulacro de carretera entre Almería y Gádor de poco más de una legua e inspeccionar las obras de un Puerto que ni habían comenzado ni llevaban trazas de hacerlo en muchos años. El resto del tiempo lo ocupó en practicar el remo, hacer amistad con los también ingenieros Caravantes y Monasterio, lectura de prensa en el Casino y obras de Homero, Goethe y Balzac o escribir poemas. De Dº José se cuenta una magnífica anécdota. En primavera emprendió excursión a la Alpujarra y, por las razones que fuesen, el zagal que le acompañaba desapareció. Desnortado, le preguntó a un campesino que cuidaba la viña: Amigo, cuanto tiempo me queda para llegar a Canjáyar. Y este, cachazudo, le respondió con una genialidad: "Hacia el sitio que señala la cabeza de su caballo tardará usted en llegar unos cincuenta años, más o menos. Si lo gira, pues cinco o seis horas".

María Sklodowska nació en Varsovia en 1867 y adoptó el apellido (Madame Curie) por su matrimonio con el francés, también científico, Pierre Curie. Uno estaría horas glosando la insuperable trayectoria profesional de quien fue pionera en la investigación de la física nuclear y del tratamiento del cáncer. Tan extraordinaria y comprometida con la Ciencia que falleció en 1934 en una clínica de los Alpes víctima de leucemia por radioactividad. Pionera en cualquiera de las actividades emprendidas: doctora en la Sorbona, catedrática en la misma Universidad y primera mujer premio Nóbel. Por partida doble: el de Fisica (1903), junto a su esposo, y el de Química en 1911.

De las tres visitas que realizó a España, la segunda recién instaurada la II República e invitada por el Gobierno provisional a pronunciar conferencias y a visitar determinadas ciudades. Entre ellas Almería, a la que llegó el 30 de abril de 1931 -con su hija Eve- en un coche del Servicio de Aviación, procedente de Granada. Hospedada en el Hotel Simón y agasajada en el Ayuntamiento, visitó la Alcazaba, Almedina, teatro Cervantes y Mercado Central, "en donde unas floristas obsequiaron a tan ilustres visitantes con sendos ramos de rosas, que agradecieron con extrema gentileza… Prometiendo volver a Almería en época no lejana para conocerla a fondo".