Las prodigiosas manos que dieron un sonido brillante a la guitarra
Guitarristas y expertos destacan la impronta y calidad de las sonantas del luthier almeriense Gerundino Fernández
Sus prodigiosas manos vieron la luz un 10 de mayo de 1931 en el almeriense barrio del Quemadero para moldear el sonido más profundo de la guitarra flamenca. Gerundino Fernández, uno de los guitarreros más laureados en el mundo, poseía ese don mágico para su oficio, un duende aglutinado en sus artesanas manos que encumbraron a la sonanta flamenca.
Tocó la guitarra desde su adolescencia con el bandurrista Manuel Leal y Antonio 'El Sueco'. Comenzó como carpintero en un taller de la plaza de Toros haciendo butacas, sillas o lámparas, aunque la virtud ligada al oficio lo convertió pronto en un gran luthier.
Gerundino Fernández amaba su profesión y la música por encima de todo. Tal vez por ello, no vendía su guitarra a cualquiera, sólo a quienes sintieran verdadero respeto por la sonanta. Guitarristas de la talla de Paco de Lucía, Niño Josele, Tomatito o Paco Peña poseen un instrumento labrado por Gerundino. Raimundo Amador dedicó el disco 'Gerundina', con la participación de gran B.B. King y Andrés Calamaro, al guitarrero almeriense. "Me sá perdío mi Gerundina, aquella guitarra que yo tanto quería", escribió el guitarrista sevillano. Otras personalidades ajenas al flamenco como el ex primer ministro británico, Tony Blair, también posee una guitarra de Gerundino.
El director de la serie 'Gerundino', Fernando González-Caballos destaca "la dedicación, su profesión y su amor por esta cultura nuestra. Las guitarras de Gerundino son las Stradivarius del flamenco. Ese clavijero de palo, ya no lo construye nadie. Posiblemente hoy se construyan guitarras mucho más precisas y con un sonido más brillante, pero a mí me interesa mucho la identidad, el sello y la personalidad. Creo que son características fundamentales a tener en cuenta en el flamenco". La impronta de la 'Gerundina' está repartida por todo el mundo. Una de sus guitarras luce orgullosa en el salón Star de Nueva York.
El sobrino y biógrafo del guitarrero, Francisco Urrutia, reflejó en un poema la esencia de Gerundino: "¿Cuál es tu nombre, guitarra?/ ¿Quién te construyó tan bella, que en tí, la voz de los bosques, cambia su grito de palo por música cristalina?.../ - Mezclando sudor y alicate / con sus artesanas manos / me dio forma un hombre cojo / tan sordo como las piedras... Y mi nombre es: Gerundina".
El 14 de marzo de 2006 el clavijero destilo lágrimas y las seis cuerdas sonaron por seguiriyas por la muerte de Gerundino. Hace ya cuatro años del sempiterno adiós del luthier que dejó como mejor legado al flamenco el sonido puro de sus guitarras.
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