La protectora de burros

Todavía se pueden ver en la Sierra de Cabrera · La alemana Ingeborg Wiegand colabora con varias asociaciones para prevenir la desaparición de estos animales

Ingeborg Wiegand sonríe junto a sus dos burros en La Sierra de Cabrera.
Ingeborg Wiegand sonríe junto a sus dos burros en La Sierra de Cabrera.
Ricardo Alba / Almería

02 de noviembre 2008 - 01:00

Apenas quedan ya descendientes de Platero en Andalucía y menos en Almería. Sólo la narrativa de Juan Ramón Jiménez atinaría a contar poéticamente la desaparición de una especie: el burro, el borrico. "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro".

Unos alemanes se marcharon de los Vélez, de María, y con ellos los burros. ¿Dónde hay burros en Almería? Alguien comenta que por la Sierra de Cabrera quedan algunos, hay que buscar entre los algarrobos y encinas cerca del pinar, allí donde prendió el último fuego. ¿Hacia la Carrasca? No, todo derecho me pareció verlos.

Las chumberas están gordas, hinchadas de agua, relucen el verde de tanta lluvia. El calor del día es parecido, dicen, al que décadas atrás apretaba las seseras de los segadores en la Huerta de don Juan. También mencionan que en algún lugar han visto fotografías del tío Rodrigo Haro subido en su burro cuando iba a por agua a la fuente de antes.

A la izquierda del camino un sendero enfila hacia un minúsculo valle en el que hay un par de casas. Ingeborg Wiegand, alemana afincada en Torre Cabrera desde el año 96 de la anterior centuria, traspasa con mirada interrogante el cristal de sus gafas ante la visita del forastero. En el Rincón de Tablas, en plena Sierra, Ingeborg recuerda cuando "teníamos más de una docena de burros, hacíamos paseos por el campo. Pero los españoles no han tenido ningún interés, en siete años no ha llegado ni un turista español para ver los burros, sólo holandeses, ingleses, alemanes. ¿Qué les pasa a ustedes con los burros?". Buena pregunta, sin duda.

En el año 1960 había censados 686.000 burros en España; en el 1974 quedaban, según el censo, 310.000; hoy en día, la Gran Raza Asnal Andaluza está incluida en el catálogo de 'raza en peligro de extinción'. Ingeborg Wiegand cuenta que en el año 92, una Fundación se estableció en el municipio de María o Vélez Rubio con el objetivo de la conservación del burro "empezaron a criar, tenían machos y hembras, pero no sé exactamente por qué lo dejaron, seguramente porque no tuvieron ayuda de las Administraciones. Muchas buenas palabras, pocos hechos. Lo dejaron. Hicieron proyectos para la protección de la tortuga mora, un jardín botánico, y, lo de siempre, ningún apoyo". Ingeborg guarda silencio por breves instantes para no ser esclava de las palabras que rondan su pensamiento.

En la ladera colindante a la casa de Ingeborg se aprecia una cerca con dos hileras de alambre, ella explica que no es un alambrado sino un cable que produce pequeñas descargas eléctricas si se toca "yo no quiero que los animales de los vecinos vengan por aquí y no quiero que mis animales vayan adonde mis vecinos, es una cuestión de respetarnos, de no causar molestias sin necesidad". Además, con un susurro, deja caer que así los tiene controlados, no quiere que se le escape ninguno, aunque ni al burro más tonto de este mundo se le ocurría abandonar semejante paraíso, semejantes cuidados "los gastos que originan son iguales a los de los caballos: veterinario, medicamentos, vacunas, no hay diferencia, más la alimentación".

El lejano ruido de un motor advierte de faenas agrícolas al otro lado del monte "es mi marido, Johann Haberl, dentro de poco se acercará, es la hora de la comida. Yo trabajo con los burros ahora sólo por capricho, porque me gustan esos animales y es una lástima que aquí se hayan olvidado totalmente de esta especie, los vamos a perder. Soy feliz porque en Alemania, en Inglaterra, los tienen y trabajan con estos animales, no los olvidan en una cuadra oscura. Tengo contacto con las familias inglesas y alemanas que han acogido animales que teníamos nosotros y una o dos veces al año hago un viaje para vernos. Trabajamos mucho también con el Refugio del Burrito, en Antequera. Ellos se ocupan de protección de animales. Si vemos un mulo, un burro, un caballo, en malas condiciones y la inspección veterinaria o el Seprona no pueden, los avisamos y vienen a recogerlos".

Ingeborg conoce, mantiene contactos, con asociaciones que intentan evitar la desaparición del burro como raza "si alguien tiene un burro y por cualquier causa no lo puede mantener o se quiere desprender del animal, lo puede traer aquí y nosotros avisamos al Refugio del Burrito, una asociación inglesa que trabaja muy bien, tienen unos ciento veinte burros en Antequera y ahora tiene otra finca, creo que en Cataluña, y se ocupan de los animales maltratados, solo burros o mulos".

Ella, Ingeborg, siente predilección por una burra de capa blanca a la que llama 'Katy'. La burra oye la voz de su cuidadora y se acerca pasito a pasito hasta apoyar su frente mimosamente en el hombro de Ingeborg que, sonriente, le acaricia la cara alargada y no muy ancha. El animal sigue los pasos de Ingeborg tal cual lo hiciese un perrillo. La Sierra Cabrera espera tranquila el verdadero otoño, en el Rincón de Tablas unos cuantos burros y mulos se saben al cobijo de Ingeborg Wiegand.

stats