La revista musical, el teatro frívolo español
Cultura
Por su musicalidad, su donaire y sus intérpretes, tenemos que darle el sitio que le corresponde
Influenciada por la zarzuela y el “boom” del teatro musical, fue el género más popular de nuestro país
Expulsión de los judíos
Durante los años 50, la revista musical era, sin duda, el género teatral que más público atraía a las salas. El tono picantón de casi todos los espectáculos y la posibilidad de ver ligeras de ropa tanto a la vedette como a las coristas, le daban un atractivo especial, que obviamente se notaba en la taquilla. De hecho, para muchos españoles, uno de los sueños que tenían aquella época era poder algún día ir a la gran capital, o sea, a Madrid o a Barcelona, para poder asistir a alguno de los muchos espectáculos de este tipo.
Pero, por desgracia, el cambio de gustos e ideas que empezó a percibirse en los años 60 hizo que, a partir de esta década, la revista musical iniciara un lento declive que, ya bien entrados los 70, prácticamente acabaría con ella.
Mientras ese "fatídico" momento llegaba, en los años 60 aún había muchas compañías que trataban de seguir manteniendo viva la revista, siempre fieles a aquel estilo clásico de combinar música, baile y humor, que eran sus ingredientes esenciales. Las compañías de Colsada, Celia Gámez, Zorí, Santos y Codeso, Tony Leblanc y Ethel Rojo, entre otras, sin olvidar, claro está, la del Teatro Chino de Manolita Chen, eran algunas de las que aquella década continuaban llevando sus espectáculos de variedades por pueblos y ciudades, con bastante éxito.
Los aficionados quizá recuerden revistas que seguían llenando teatros en los 60, como "Las alegres chicas de Portofino", de la compañía de Garisa-Begoña; "Cásate con una ingenua", de Muñoz Román y el maestro Alonso; "La estrella trae cola", "Fantasía musical" de Antonio Quintero y Jesús María de Arozamena, con Celia Gámez; "Eloísa, Abelardo y dos más", con el popular trío Zorí-Santos-Codeso y Queta Claver; "Todos contra todos" de Tony Leblanc y el maestro García Bernalt; "¡Qué cuadro el de Velázquez esquina Goya!", de Muñoz y Moraleda, con Esperanza Roy, y, por supuesto, "Las Leandras", en 1964, con el título de "Mami llévame al colegio", y que fue uno de los últimos éxitos de la gran Celia Gámez, sin ninguna duda la reina de la revista. Que se la recuerda, además por…, “Por la calle de Alcalá con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera”, “El beso” o “Pichi”. A pesar de esto, la revista es una de las parcelas de nuestra dramaturgia más vilipendiadas por la investigación académica, afirma Juan José Montijano que, como investigador, regidor y gran especialista, ha publicado un monumental ensayo, “Historia de la revista”, que profundiza tan rigurosa y exhaustivamente en ella, que está llamado a ser una referencia canónica para quien quiera adentrarse en el género.
Sostiene Montijano que “la censura era un vínculo de carácter geográfico, en los teatros ambulantes, como “El teatro chino Manolita Chen” o el “Lido” era distinto porque iban por pueblos, sus actuaciones eran esporádicas y la censura no podía acceder a todas ellas. La vedette era la estrella, “eran artistas muy especiales, y para serlo necesitaban ciertos requisitos: figura, juventud, belleza, baile, nociones musicales, picardía y…ninguna modestia. Además, tenían su propio escalafón, eran vedettes, tiples, vicetiples, soubrettes, modelos, y bataclanas.
Del "libertinaje republicano" a la posguerra
Instaurado el nuevo régimen el 14 de abril de 1931, irrumpió el llamado "libertinaje republicano". Así, por ejemplo, apareció la revista verde, según Blas Vega, "con plena libertad de temas en los diálogos, a veces auténticos disparates pornográficos y libre exhibición de desnudos". El primero de los grandes éxitos fue “Las Leandras”, de José Muñoz Román y Emilio González del Castillo, con música del maestro Alonso. La estrenó Celia Gámez en el Teatro Pavón, en noviembre de 1931. Con Las Leandras se inicia un verdadero boom de la nueva revista española. La noche anterior al estreno estuvo presente el presidente de la república, Manuel Azaña, quien, de manos de la Gámez recibió un nardo que guardaría siempre en su cartera. Al ser enterrado en el exilio descubrieron que aún lo seguía conservando.
Terminada la Guerra Civil, el nuevo régimen propicia una nueva revista, española y cosmopolita, alegre y divertida, con permitidas dosis de picardía y frivolidad, además de vestida con elegancia. A su servicio contó con un buen plantel de músicos, libretistas, cómicos, vedetes y figurinistas. Entre los músicos, además de los veteranos Alonso y Guerrero, destacaron el maestro Quiroga, José Padilla, Fernando Moraleda, Daniel Montorio y Genaro Monreal. Por lo que se refiere a las intérpretes, brillaron la supervedete y empresaria Celia Gámez, que su fama seguía en aumento, y otra como Queta Claver, luego extraordinaria actriz dramática.
Almería de revista
Corrían los años 50 y 60 cuando este género estaba en pleno auge por la cantidad y variedad de espectáculos en cartel. Almería no podía quedarse al margen y con cierta frecuencia levantaban el telón las compañías señeras del género. El Teatro Cervantes era el punto neurálgico para las exhibiciones. Toda Almería acudía con llenos absolutos los días de puesta en escena. La revista, fue, es y seguirá siendo hija y producto de su tiempo, de las circunstancias que en cada época le tocó vivir.
La revista fue el género teatral más popular y frecuentado de la larga posguerra por la sencillez de su trama y lo agradable de su música, por la resonancia social de sus vedettes y de sus cómicos, además de por el espectacular aparato escénico. Y tal fue el auge del género que 1951 fue declarado "Año de la revista", ya que solo en Madrid se estrenaron más de una quincena de obras debidas a los mejores compositores del momento.
En ella el público podía reconocer ecos de la zarzuela española y la opereta europea, del sainete lírico y el vodevil, del género ínfimo y la comedia ligera, de las variedades y del folclore español.
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