“En las riadas del Almanzora estuve tres días desaparecido”
Almería y sus personajes I Manuel Ruiz Ferre. Presidente del Colegio de Visitadores Médicos
Nació en Los Molinos, en 1966 comenzó como visitador médico hasta su jubilación
Lleva como presidente del Colegio desde 1985
Hace un mes se celebró el 50 aniversario del Colegio de Visitadores Médicos de Almería. Y, curiosamente, 36 de esos 50 años el presidente ha sido el mismo: Manolo Ruiz quien comenzó su labor profesional en 1966 y se jubiló hace una década, memoria viva del colectivo.
–Pues aguantar 36 años en la presidencia de lo que sea tiene su mérito...
–Es que he contado con la inestimable colaboración del tesorero, José Luis Friebel, y el secretario, Francisco Jurado, recientemente fallecido, sin los cuales no habría estado tanto tiempo. Fui elegido para el cargo el 6 de julio de 1985 y hace un mes fui reelegido... por última vez, ya está bien.
–Visitador médico desde 1966.
–Sí, empecé en ‘la Farmacéutica’ y luego pasé a Laboratorios Roger, donde estuve 15 años. Mi primer sueldo fue de tres mil pesetas. Entonces éramos representantes de un laboratorio y vendíamos a los médicos únicamente sus fármacos. Más tarde cogí otras firmas, me di de alta como trabajador autónomo, ya de visitador médico.
–Y con tu Seat 600, ¡a recorrer la provincia!
–Era el coche con el que empezábamos los viajantes, como se nos llamaba entonces. Por aquellos años sesenta las carreteras de la provincia eran malísimas. Una semana hacía la ruta del levante y otra la del poniente. Salía de mi casa el lunes y no regresaba hasta el viernes. Había pueblos importantes que tenían una posada o pensión decente; pero otros no tenían ni eso y, si se nos hacía de noche allí, teníamos que cenar y dormir donde podíamos e incluso pedirle al médico el favor de que nos dejara dormir en su casa, que ellos sí tenían.
–Y sin un sueldo fijo...
–Como éramos autónomos y llevábamos varios laboratorios, no teníamos un sueldo de ninguna de ellas pues no éramos empleados suyos Sólo cobrábamos la comisión de ventas, que a veces era grande pero otras se quedaba raquítica.
–Pero en ocasiones teníais... suplementos.
–¡Ja, ja, ja! Bueno, en los pueblos era frecuente que nos regalaran fruta, productos de la matanza, huevos, mantecados. Éramos de los pocos visitantes que íbamos y la gente era agradecida. Pero aquello ya pasó.
–Eran otros tiempos...
–Había un trato más cercano, casi familiar, entre los médicos de los pueblos y los visitadores. A veces hasta nos hacían encargos de la capital, ya que les resultaba difícil el desplazamiento.
–¿Qué te pasó en las riadas de 1973 en el Almanzora?
–¡Uf, qué miedo! Llovía como jamás he visto en mi vida y me pilló en Albox. Quise irme, pensando que no duraría mucho y me metí en la boca del lobo: Cantoria, Arboleas, Zurgena... y cada vez llovía más. Puentes por los que pasaba, al tomar la curva siguiente, veía que se los había llevado la riada. Total que tuve que parar y no había manera de comunicarme con mi familia. Estuve tres días en casa del alcalde de Zurgena y mi familia me daba por desaparecido; pero ‘resucité’.
–En tantos años de profesión habrás hecho amigos médicos...
–Los primeros que me vienen a la cabeza son D. Pantaleón, de Albox, D. Miguel Lorente, de Olula, D. Pedro Pardo, de Alhama, D. Antonio Gª Aguilar, el Dr. Hamed y, el más cercano, el Dr. Ortega Viñolo, todo un caballero, cuya entrevista de hace un par de semanas en esta misma sección me gustó mucho.
–¿Y qué haciáis las largas tardes de invierno con frío y lluvia en los pueblos?
–Pues poca cosa podíamos hacer. Como a los médicos los visitábamos en sus casas, podíamos hacer visitas; si no, redactábamos los rapos, un parte de las visitas que habíamos hecho por la mañana y las medicinas que tenían que mandar. Los echábamos al correo y servía como justificante de nuestro trabajo.
–¡Vaya sede bonita que tenéis actualmente!
–Antes estábamos en la Plaza del Monte en un caserón antiguo que tuvimos que dejar. En 1999 compramos esta que, por cierto, avalamos José Luis Friebel y yo mismo. Está en una zona recién urbanizada, al final de la calle San Juan Bosco y da al parque de jardines alegre y luminoso.
–Agradecimientos finales.
–Al Colegio de Médicos y al de Enfermeras, con los que tenemos una excelente relación.
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