Instituciones Penitenciarias

¡Hasta siempre, 'Doña Tola'!

  • Los internos de la UTE de 'El Acebuche' homenajean a la profesora Victoria Lucio Alonso, que se jubila tras 35 años de profesión

Desde este martes, uno de los patios de la UTE lleva el nombre de 'Doña Tola'.

Desde este martes, uno de los patios de la UTE lleva el nombre de 'Doña Tola'. / M.M. (Almería)

Se llama Victoria Lucio Alonso, pero para sus alumnos es ‘Doña Tola’. El mismo nombre que desde este martes lleva el patio de la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del centro penitenciario ‘El Acebuche’ que esta docente de raza descubría tras recibir el cálido homenaje de los internos de este módulo, en el que ha impartido clase junto a sus compañeros del Centro de Educación Permanente (CEPer) Retamar. Ahora, llega el momento de jubilarse tras algo más de 35 años de docencia entre rejas.

“El 23 es el último día de clase del equipo, me voy de vacaciones, y el 4 de enero casi que me echan los Reyes la jubilación”, relata la profesora. En estas tres décadas y media “ha habido momentos malos y momentos muy buenos, pero siempre han podido más los buenos”. A ella le queda la satisfacción de ver crecer a sus alumnos y comprobar cómo calaban en ellos sus enseñanzas. “Les decía que lo que más agradecería era que tuvieran un recuerdo de mí siempre”. Aunque también valora especialmente ver cómo reos que “no habían leído un libro en su vida” ahora, en apenas unos meses, “lleven ya diez”. “Y todo por una actividad que hicimos en el Día del Libro”.

Uno de los internos lee, en nombre de todos sus compañeros, una carta dedicada a la docente. Uno de los internos lee, en nombre de todos sus compañeros, una carta dedicada a la docente.

Uno de los internos lee, en nombre de todos sus compañeros, una carta dedicada a la docente. / M.M. (Almería)

Confiesa que “nunca” se le “pasó por la cabeza” acabar en una cárcel. “Estudié magisterio en Segovia, era lo que me gustaba y siempre pensaba que haría educación infantil, porque los niños me encantaban (...) pero con adultos, y en un centro penitenciario, no se me ocurrió nunca”, desvela. Pero el destino, a veces, es caprichoso, y ella y su hermana -que estudio también magisterio-, se presentaron en Valencia a intentar obtener una plaza. Aunque el suyo era un “buen proyecto”, no aprobó, y un año después una amiga de su hermana les propuso prepararse para prisiones.

Era una oposición que entonces preparaba el Ministerio de Justicia. “Había un cuerpo que se llamaba cuerpo de profesores de EGB de Instituciones Penitenciarias. Me dijo mi hermana: ¿Nos las preparamos?”. Y así fue cómo su futuro quedó ligado a la cárcel. “La primera vez que entré en una prisión fue en Carabanchel, una prisión de tipo galerías que daba una impresión... Ahí estaban todos por arriba, por abajo...”, relata la docente.

Asamblea general de la UTE. Asamblea general de la UTE.

Asamblea general de la UTE. / M.M.

Esta cárcel de primer grado fue todo un reto, y pensó que si en un mes no se adaptaba, renunciaría. “La gente no estaba acostumbrada a ver caras nuevas, como ahora, que ya no les sorprende que entre una mujer. Pero en aquellos momentos sólo había tres trabajadoras sociales, había muy poquitas mujeres, y entras tú de repente con 26 años”, rememora.

Pero no se rindió, y en 1987 llegó a Almería. “Ha sido una experiencia maravillosa que guardo. Muchas veces digo: esto lo tengo que escribir como un diario para dejárselo a mi hijo. Todo lo que yo he vivido aquí”. “Como he dicho antes, viví momentos malos, pero tienes que reaccionar y más en aquel momento, en el que no tenía experiencia y era muy joven, en un centro dónde había muchos primeros grados (...)Esos primeros momentos fueron difíciles porque te iban probando y si yo me dejaba comer mi terreno, iban a dar un paso y yo retrocedería (...) Pensaba que me iban a dar una torta, pero entonces decía:que me la den, y tiraba para delante”, afirma.

Pero esos primeros pases con miedo, se fueron tornando en un respeto hacia su figura que llevaba a los internos incluso a protegerla, y ahora recuerda lo bueno y esa “dignidad” de unos alumnos que cada día se superaban un poco más. Aunque también recuerda el cambio notable cuando el centro se convirtió en uno de segundo grado. “Siempre digo que esto es como un colegio mayor”, bromea. Y ahora, aunque no se plantea regresar como voluntaria una vez se jubile, sí que promete “volver para todo lo que necesiten”. “Se lo digo al director del centro y a Charo, la directora del CEPer, a todo el equipo técnico: Que para todo lo que necesiten, yo estoy dispuesta a venir a hacerlo, porque no me supone un esfuerzo. Porque estoy con ellos (los penados) y me siento feliz”.

Dos internas han dedicado una canción a su profesora. Dos internas han dedicado una canción a su profesora.

Dos internas han dedicado una canción a su profesora. / M.M. (Almería)

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