Cuando un teclado es suficiente

Agricultor, compositor y, sobre todo, un músico de talento disponible para los más allegados

Cuando un teclado es suficiente
Cuando un teclado es suficiente
Rafael Espino

02 de junio 2013 - 01:00

Manuel Hernández nació en El Ejido (de padre francés y madre almeriense), sus padres se habían dedicado prácticamente toda su vida a la agricultura, durante muchos años trabajaron la tierra dedicándose a producir los alimentos que hoy hacen de Almería un lugar conocido en todo el mundo. Pero pronto, sus padres se trasladaron a Toulouse (Francia). El destino, un paisaje de prados verdes y de olor a uva, un fruto que no solo le ha dado la oportunidad de trabajar a españoles, también a los franceses, que para eso son los reyes de la vendimia. Allí, en Toulouse, Manuel conoció a Emilien, de quien se haría un amigo inseparable. "Me habló sobre el clima, sobre la gente. Hay que tener en cuenta cuando se vendimiaba, apenas había otro entretenimiento que charlas después de las largas jornadas, así que me habló y habló sobre las costumbres y las tradiciones de aquella zona. Pensaba que iba a ser más complicado hacer amistad con los franceses, más aun cuando éramos nosotros los que íbamos allí a ocupar puestos de trabajo, pero todo lo contrario. Nos estimaban y creo que nos estiman. Sabían que éramos gente trabajadora". Pero Manuel no estuvo allí el periodo de una vendimia, sus padre encontró trabajo permanente en el cortijo hasta el que fueron y la vida en Toulouse se alargó durante casi ocho años.

"Hice amigos, estudié en el colegio, después en el instituto y, mientras tanto, aprendía y aprendía cómo se desarrollaban las tareas del campo, en realidad era lo que me gustaba. Aunque no lo parezca, en Francia también se cultivan productos similares a los de España y, claro, eso también llama la atención".

Con el tiempo, y ya con una veintena de años, Manuel siguió los pasos de su padres y comenzó a ayudar en el campo con una retribución, por lo que empezó a ganar su primer dinero. Pero conforme pasaba el tiempo, a Manuel le fue creciendo el sentimiento nacional y, con su padre ya mayor, a punto de entrar en la recta final de su vida laboral, con los 25 años emprendieron el camino de vuelta a Almería y, claro, uno de los lugares más apetecibles donde asentarse para desarrollar el espíritu por la agricultura era El Ejido, así que ese fue su trabajo hasta la jubilación.

Pero hay algo que se ha omitido en esta historia, su afición, que no ha sido otra que la música. Es autodidacta y ha tocado varios instrumentos, pero, sin duda, prefiere aquel con el que comenzó y con el que dice sentir una mayor relación, el acordeón: "Un francés amigo de mi padre lo tocaba por las noches. Le pregunté si me dejaba, probé y me gustó. Con el tiempo mi padre me compró uno y este señor me enseñó a tocarlo, al menos fue un inicio. Después, todo lo que sé es responsabilidad mía. He ido poco a poco, pero ahora me hace especial ilusión colgarme el acordeón y poder tocar prácticamente todas las canciones que me gustan, y también las que no claro, porque mis hijos o los amigos me piden las que les gustan a ellos".

Pero el acordeón no fue el único instrumento al que Manuel le echó mano, su gusto por la música le llevó a probar con la guitarra española. "Creo que la toco decentemente", explica, y estuvo curioseando con el piano: "Ahí me he quedado algo atrasado, es bastante más difícil que la guitarra y el acordeón y me da rabia porque es un instrumento que de saber tocarlo bien tiene uno de los sonidos más especiales de la música bajo mi punto de vista".

En cuanto a sus gustos, son de lo más vario pintos. A pesar de su estancia en Francia, hay que decir que no se le pegaron mucho los gustos del país vecinos: "Me gustaban muchas cosas del país, pero lo cierto es que la música no era una de ellas y eso que mi padre, como buen francés, intentó inculcarme algunos cantantes, pero fue imposible".

Mis gustos eran cantantes como Valen, Cecilio y su Lago negro, Lago Blanco, o el propio Julio Iglesias cuando ya me he ido haciendo un poco más mayor, pero siempre he preferido la música española.

Y en la actualidad, ¿a qué se dedica? La respuesta es clara, a todo lo que ha venido haciendo durante su vida como trabajador: "Tengo mi huerto y lo cuido y no hay día en que coja alguno de mis instrumentos para darle un rato". ¿Para quién toca? "Para mi gente, incluso me han ofrecido unirme a algún grupillo y no he accedido, no he buscado ninguna pretensión en esto de la música más que tocar por propia diversión y placer y hacer disfrutar a mi familia o amigos". La vida de Manuel es como la de otro muchos emigrantes de la provincia de Almería que un día decidieron acompañados o en solitario emprender un viaje hacia otro país. En su caso, no ha perdido actividad y sigue aprovechando el tiempo cada día.

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