Almería

El teléfono de Ana Julia fue pinchado por la Guardia Civil

  • Las escuchas telefónicas y los estudios de los dispositivos constan en una pieza separada

  • El auto de ingreso en prisión confirma que fue fotografiada cuando recuperaba el cadáver

El juez de Instrucción número 5 de Almería, Rafael Soriano, que investiga el caso de la muerte del niño Gabriel Cruz, tiene una pieza separada contra Ana Julia Quezada, la autora confesa del crimen que este jueves ingresó en prisión por delitos de asesinato, detención ilegal y contra la integridad moral, en la que se encuentran recogidas todas las escuchas telefónicas realizadas durante la investigación policial.

Es precisamente en el auto dictado para ordenar el ingreso en prisión de Quezada en el que Soriano indica que una vez centradas las investigaciones policiales y judiciales en la detenida, pareja del padre del pequeño, se procedió a realizar una serie de intervenciones telefónicas y registros de dispositivos que "constan en la pieza separada que dimana de la presente".

El juez cree que actuó de acuerdo a un plan "malvado" y no por un impulso

Hasta ahí la referencia a dicha pieza, sin que haya trascendido más información sobre ella debido al secreto del sumario que pesa sobre las actuaciones por el momento. De esta forma por el momento es imposible saber el contenido exacto de los "pinchazos" telefónicos los agentes de la Guardia Civil y qué tipo de información obtuvieron gracias a esta medida.

Lo que sí es posible inferir es que, si existe una pieza separada sólo para esta cuestión, tengan un importante peso en el futuro de la instrucción, que todavía está lejos de concluir.

El auto confirma asimismo que la Guardia Civil obtuvo imágenes de Ana Julia que captaron el momento en el que sacaba el cuerpo del niño de la finca de Rodalquilar en la que estuvo enterrado desde el 27 de febrero hasta el 11 de marzo. Unas pruebas documentales que dejan poco margen a la duda sobre la participación en la desaparición y muerte del menor de 8 años.

El juez asegura que resulta "incuestionable" la participación de la detenida en la muerte del menor, "por cuanto no sólo es que ella misma haya reconocido tan luctuoso suceso, sino de que de las intervenciones acordadas judicialmente y pruebas recopiladas, se infiere una malvada voluntad dirigida especialmente a asegurar la comisión del crimen".

En este sentido, Soriano apunta que de las actuaciones judiciales se infiere, indiciariamente, que el 27 de febrero Ana Julia "aprovechó un momento temporal en el cual sabía que se iba a encontrar a solas con el niño, y que la abuela paterna no lo iba a controlar" para trasladarlo hasta la finca de su padre en Rodalquilar mediante engaños o la promesa de devolverlo pronto a jugar con sus primos.

Señala que se trata de un "lugar apartado y aislado, en el cual tranquilamente" podía llevar a cabo su "macabro plan criminal, asfixiándolo con sus propias manos hasta provocar su muerte".

Añade que tras esto lo desnudó parcialmente y lo trasladó hasta el jardín, donde "previamente había hecho un hoyo con una pala, enterrándolo a continuación". "Prosiguiendo con su plan se mantuvo en el cortijo de Rodalquilar haciendo unas tareas de pintura que le sirvieran de coartada, para posteriormente trasladarse a Las Hortichuelas Bajas", localidad de Níjar en la que se encuentra la casa de la abuela paterna del niño en la que ambos se encontraban antes de los hechos.

Una vez allí siguió sin "reconocer el crimen cometido, dar una falsa apariencia de preocupación por la desaparición y suerte del niño", de forma que este engaño se "mantuvo a lo largo de los días, aumentándolo hasta el punto de colocar ella misma una prenda del menor en el monte, para ser supuestamente encontrada por ella misma y así despistar a los agentes de la autoridad que practicaban la búsqueda".

Todo ello hasta que el domingo 11 de marzo, "con la finalidad de hacer desaparecer el cuerpo del menor y aprovechando un momento en que se había quedado sola", se trasladó de nuevo al cortijo de Rodalquilar, desenterró el cuerpo del niño y lo introdujo en el maletero de su coche.

Según Soriano, la mujer ha expresado su intención de "deshacerse del cuerpo en un invernadero" además de manifestar "expresiones vejatorias que no hacen sino acrecentar la carga de las pruebas incriminatorias contra la detenida y que revelan, presuntamente, una falta de sentimientos y humanidad que ella misma ha calificado que, de ser ciertas sus palabras, serían de pura crueldad".

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